martes, 30 de junio de 2020
lunes, 29 de junio de 2020
LA FERRETERIA HIJA DE BLAS LUNA HA CERRADO
1928 - Biblioteca Valenciana
domingo, 28 de junio de 2020
sábado, 27 de junio de 2020
MIRAMARES. CALLES CARDA Y CARNICEROS
MIRANDO HACIA ARRIBA
Miramar de la calle de la Carda. Foto E. Goñi, diciembre 2019.
Dando un paseo por los alrededores de nuestro Mercado
Central, con un corto recorrido podemos encontrar un par de Miramares.
Si nos situamos al final de la plaza del Mercado, junto a la
histórica calle de la Bolsería y alzamos la mirada hacia la calle de la
Carda, por encima del clásico edificio
del Hostal del Rincón, detrás de él tendremos a la vista un Miramar
correspondiente a una casa de vecinos que hay en la esquina que forman las
calles Pie de la Cruz y Carda. Se le ve bastante bien mantenido, pero la
redecilla de la derecha nos hace pensar en algún pequeño problema de cascotes.
Una vez visto tomamos la calle de la izquierda, antes
Botellas y ahora Boatella, nombres que nos permiten dudar de cuál sería el más
correcto, o más antiguo, aunque la cercana situación de la puerta de la
Boatella en la antigua muralla árabe, me inclina por quedarme con el moderno
nombre de esta corta calle que da a la plaza de la Comunión de San Juan, desde
allí tomamos a la derecha la calle Belluga y desde el inmediato jardín de la
plaza de Don Juan de Villarrasa tenemos a la vista la grandiosa cúpula de la
iglesia de las Escuelas Pías, 40 metros de altura y 25 de diámetro, rematada
con una linterna, a su izquierda vemos uno de los más bonitos Miramares que
quedan en el centro de València.
De forma octogonal y con acceso independiente desde el
terrado, está situado en un conjunto de dos fincas de vecinos situadas entre
Pie de la Cruz, Carniceros y Balmes.
Miramar de la calle Carniceros. Foto E. Goñi, diciembre 2019.
Texto de Enrique Goñi Igual
viernes, 26 de junio de 2020
jueves, 25 de junio de 2020
PINTAR Y AMARTE, ESO ES TODO. -¿TE PARECE POCO?
Una verdadera
historia de amor la del pintor Joaquín Sorolla y su esposa Clotilde, que no
superan las novelas románticas. La Clotilde de
Sorolla lee, duerme, pasea por la playa, se desnuda, posa, se pasea por el
jardín, en la cama al tener su segundo hijo, se muestra en un ambiente social en
la Granja de San Ildefonso, en Biarritz y en la Malvarrosa.
Son niños los
dos y ya se conocen. Él tiene un amigo, Juan Antonio, que es hijo del fotógrafo
Antonio García, afamado en la época valenciana. Hermano mayor de Clotilde y
compañero en la Escuela de Bellas Artes de Valencia. Tal fue la amistad que
pronto se pondría a trabajar en el estudio del fotógrafo, coloreando las
fotografías. Esa relación entre los dos aumentaba cada vez más, las continuas
visitas a su casa y la relación con su padre y hermano.
1884 - Perfil de Clotilde
Pasaron una
temporada separados cuando Sorolla marchó a Roma desde 1885 hasta 1887. Hay que
tener en cuenta que los viajes eran más espaciados en ese momento y la
frecuencia en que podían verse era menor, pero las cartas sirvieron para
mantener el amor, que cada vez era más creciente; tanto fue así que en 1888
regresa a Valencia para casarse con ella. El 8 de septiembre se celebra la
ceremonia en la Parroquia de San Martín.
1890 - Clotilde en el estudio
La mujer que
sin ser excesivamente bella, dotada de natural elegancia e inteligencia, se
convierte en musa, modelo, esposa amiga, confidente y amante del ya afamado
pintor.
En cierta
ocasión hizo una reflexión haciendo alarde de su inseguridad frente a un hombre
de tales características que lo hacían un genio:
“Quisiera meterme en un rinconcito y allí hacerme pequeñita”, aunque ella misma sabía que lo era todo para él.
“Quisiera meterme en un rinconcito y allí hacerme pequeñita”, aunque ella misma sabía que lo era todo para él.
Su amor dió
fruto a tres hijos, y además de ser la esposa perfecta, igualmente, demostró serlo también como madre.
Era para Sorolla la mujer que siempre había deseado tener. Se ocupaba de los hijos, de aconsejarle, de preparar las listas de las exposiciones en el extranjero que él tenía que presentar, todo lo que a él le permitiera desarrollar su obra. Cariñosamente a veces le llamaba “Ministro de Hacienda”, ya que llevaba también las cuentas de la casa. Era tal adoración por ella que no necesitaba de otras modelos para sus cuadros, puesto que ella lo era todo para él. Los pocos desnudos que hizo el pintor fueron de Clotilde.
1900 - Clotilde con sus hijos
Era para Sorolla la mujer que siempre había deseado tener. Se ocupaba de los hijos, de aconsejarle, de preparar las listas de las exposiciones en el extranjero que él tenía que presentar, todo lo que a él le permitiera desarrollar su obra. Cariñosamente a veces le llamaba “Ministro de Hacienda”, ya que llevaba también las cuentas de la casa. Era tal adoración por ella que no necesitaba de otras modelos para sus cuadros, puesto que ella lo era todo para él. Los pocos desnudos que hizo el pintor fueron de Clotilde.
Los viajes de
Sorolla por el extranjero hacían que se echaran mucho de menos, y más de dos mil cartas fueron escritas por ambos a lo largo de su historia de amor. Hay que
decir que la inseguridad de Clotilde continuó hasta la muerte del pintor, esa
inseguridad de sentirse como una hormiga frente a un elefante, de hecho había
veces que en las cartas firmaba como "tu fea".
1904 - Clotide en la playa
Vamos a
demostrar todo esto con fragmentos de varias cartas enviadas por Sorolla a
Clotilde, cartas llenas de sinceridad, unión, pasión y verdadero amor:
-“...sudo de modo feroz, la noche pasada no pude dormir, si al menos te hubiese tenido...”
-“...sudo de modo feroz, la noche pasada no pude dormir, si al menos te hubiese tenido...”
-”Querida mia, buenas noches, me voy a la cama, solito y triste, por no poderte abrazar”.
-”Qué sola
está mi cama”.
Llevando ya
veinte años de casados, en 1908: -“Está visto que Dios nos unió de verdad, pues
no sueño más que estar contigo, y para ti”.
-”Si bien los
hijos son los hijos, tú eres para mi más, mucho más que ellos. Por muchas
razones que no hay para que citar, eres mi carne, mi vida y mi cerebro, llenas
todo el vacío que mi vida de hombre sin afectos de padre y madre tenía antes de
conocerte”.
-“La misma pintura no creo que me compensase si tu no me hicieras feliz, Dios en todo me atiende, muchos y apasionados besos”.
-“La misma pintura no creo que me compensase si tu no me hicieras feliz, Dios en todo me atiende, muchos y apasionados besos”.
Aunque pasaron los años y la figura cambia, para él seguía siendo la mejor modelo: -“En casa hasta me molesta que venga gente porque me privan de pasar la vida a tu lado en el estudio”.
En Julio de
1920 el pintor sufre de hemiplegia y ya no pudo pintar más. Ella junto a él
hasta su muerte.
Fallece en agosto de 1923 y hay una tierna fotografía de los dos, pocos meses antes de morir, seguramente la última fotografía juntos .
Texto de Amparo Zalve Polo
Fallece en agosto de 1923 y hay una tierna fotografía de los dos, pocos meses antes de morir, seguramente la última fotografía juntos .
Texto de Amparo Zalve Polo
miércoles, 24 de junio de 2020
martes, 23 de junio de 2020
BLASCO ANTE SU PERIODICO
Archivo Municipal (1933)
Con veintisiete años Vicente Blasco Ibáñez tuvo la necesidad de
fundar un periódico, en su inicio, para difundir mejor sus ideas revolucionarias con el deseo de influir en la indefensa clase popular, al tiempo que él mismo y con sus arrebatos anticlericales, se
enfrentaba a la clase dirigente de la ciudad, que ante sus soflamas, las purgaba por un tiempo encerrado en la cárcel de San Gregorio, antiguo convento
de las "arrepentidas", al igual que fuera "invitado" al
destierro madrileño en 1897, cuando su periódico iba para su tercer año de
vida.
En Madrid conoció a Soriano, un personaje de ideario fuerista, adinerado, con el que trabó buena amistad que se fraguó en el mundo intelectual capitalino, viéndose reforzada poco después cuando por la
penuria que atravesaba el diario blasquista El Pueblo, Rodrigo Soriano aportó
la ayuda económica que necesitaba. Ya no compartían sólo objetivos políticos en su
lucha contra la monarquía, se habían convertido en socios, fortaleciendo una
amistad que, en su consecuencia, Soriano se vería facilitado para su condición de
Diputado por Valencia desde 1901. ¿Amistad ficticia?
Como era de esperar, todo se torció con la total ruptura
entre ambos por la publicación por parte de Soriano, en 1903, en las
páginas del mismo periódico de un artículo titulado "Revolucionarios de entretiempo" que llevaba su firma. Pólvora... pero no de traca.
El enfrentamiento entre blasquistas y sorianistas estaba
servido y las calles de Valencia supieron de duros enfrentamientos entre las
dos facciones, que tuvo su punto más caliente con un recurso muy propio de
aquellos años: el duelo.
Pero Soriano y Blasco alzaron sus pistolas y sus disparos se perdieron en el aire, cual gesto de excéntricos caballeros que guardaban su honor.
El periódico El Pueblo, manteniendo su ideario republicano, fue adaptándose a las exigencias periodísticas para mantener su cuota en la ciudad, que no era poca.
El periódico El Pueblo, manteniendo su ideario republicano, fue adaptándose a las exigencias periodísticas para mantener su cuota en la ciudad, que no era poca.
Pasó más de un tercio del siglo y en 1933 en su último viaje
al Cementerio General de su ciudad, los restos del revolucionario anticlerical,
político, aventurero, escritor universal, cronista apocalíptico de éxito a
través de la cinematografía, que habían salido de su residencia dorada de
Mentón, de su Villa Fontana Rosa, en su recorrido por la ciudad, se detuvieron por un momento en la calle Juan
de Austria ante su periódico.
En cuyo taller de imprenta se dio el fogonazo de aquel duelo caballeresco. ¿Lo recordaría Blasco?
Y el gentío llenando la calle, blasquistas todos.
Y el gentío llenando la calle, blasquistas todos.
lunes, 22 de junio de 2020
domingo, 21 de junio de 2020
CASA MUSEO CONCHA PIQUER
En la calle Ruaya nº 23, en pleno barrio Sagunto de
València, está la Casa-Museo dedicada a la memoria de la insigne artista
valenciana Concha Piquer López (València 1906- Madrid 1990). Fue inaugurado en
el año 2001 cuando se cumplió el 95 aniversario de su nacimiento en esa
vivienda unifamiliar de dos plantas con ladrillos cara vista construida hacia
el año 1900. Destaca entre los bloques de viviendas de la arbolada calle Ruaya
y ha quedado incorporada la vivienda colateral con la que forma conjunto.
Un folleto trilingüe –castellano, valenciano e inglés-
orienta a los visitantes para que disfruten en la planta baja con una amplia
exposición de fotografías y vestidos, discografía, objetos personales y otros
recuerdos relativos a la trayectoria artística de la artista y su enorme
relevancia pública. También en el bajo una recreación de su camerino, otra de
su despacho, su famoso baúl, mejor baúles, y un audiovisual con una selección
de documentales sobre declaraciones, entrevistas y momentos estelares de la
trayectoria artística de la famosa cantante, conocida como La Voz de la Copla.
En la planta superior están las estancias donde vivió,
espacio íntimo en el que han recreado la decoración y el mobiliario de la época: el dormitorio de sus padres, el
comedor, la salita donde su madre tenía el taller de modista, la cocina...
Concha Piquer, Conchita a nivel popular, destacó como
tonadillera por su gran emotividad, caracter y expresividad. Fue una de las
figuras más relevantes de la copla, canción ligera que se desarrolló
grandemente en España a partir de los años cuarenta del pasado siglo.
Vida artística ligada a quienes le crearon lo mejor de su
repertorio: el poeta y letrista
Rafael de León, los dramaturgos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero y el
compositor Manuel Quiroga.
Un lugar para conocer la infancia, la trayectoria
profesional y la relevancia pública de quien se paseó por el mundo enalteciendo
a su tierra y dejó la escena a los 52 años al considerar que no estaba en
condiciones óptimas para actuar.
Abierto de martes a sábado de 10 a 14 horas.
Texto de Esteban Gonzalo Rogel
sábado, 20 de junio de 2020
viernes, 19 de junio de 2020
MIRAMARES. ALQUERIA DEL PI Y C/TIENDA
MIRANDO HACIA ARRIBA
Alquería del Pi. Foto E. Goñi, febrero 2020.
A lo largo de finales
del siglo XIX y hasta mitad del siglo XX abundaron en las construcciones de
València los llamados “Miramares”. Son unas pequeñas torres, de fácil acceso,
que destacaban por encima de los tejados, provistas de ventanas orientadas a
los cuatro costados para poder alcanzar de una mirada hasta ver el mar, o las
montañas y huerta que rodeaban aquella ciudad de hace años, años en los que
pocos edificios de gran altura había que interrumpiesen la mirada a lo lejos.
Por nuestra parte para localizarlos hemos de levantar la vista, mirando hacia
arriba.
En muchas de las antiguas alquerías y también en edificios
familiares en la antigua ciudad rodeada por la Ronda de Circunvalación y sobre
todo en las zonas de los caminos al Grao y Cabañal-Cañamelar abundaban los
miramares y ahora quizá es la zona en la que se encuentran menos restos.
Tenemos aquí uno de los miramares más fáciles de
interpretar, se trata del miramar de la antigua alquería del Pi, situada en el
antiguo camino de Godella, muy cerca de la Ronda Norte, en la pedanía del Poble
Nou. Se puede ver desde la rotonda que hay en el cruce de Hermanos Machado-Juan
XXIII, y tiene el siguiente aspecto:
Vemos en la torreta, sobre el tejado, en la parte más baja
la salida para mantenimiento del tejado, cambio de tejas, obras, etc. y en su
parte superior las ventanas para disfrutar mirando a la lejanía, hacia los
cuatro puntos cardinales. En la actualidad la alquería se dedica a eventos del
tipo bodas, comuniones, etc.
Alquería del Pi. Vista más cercana. Foto E. Goñi, febrero 2020.
El siguiente miramar pertenece a una zona más urbana, está
tomado en Benimámet en la plaza de la Tienda, muy cerca de la iglesia de S.
Vicente, y tiene todo el aspecto de un clásico miramar. Mirar a lo alto nos
trae novedades y sorpresas de todo tipo.
Miramar en la plaza de la Tienda, Benimámet. Foto E. Goñi, febrero
2019.
Texto de Enrique Goñi Igual
jueves, 18 de junio de 2020
miércoles, 17 de junio de 2020
DE MENTON A SU TIERRA
Archivo Municipal
Había citado probablemente lo que podía ser su epitafio: “El
valor del tiempo está en relación con las facultades del que observa. Los días
de viaje de algunos valen más que los años de otros”
El 29 de octubre de 1933, el buque insignia de la armada
española, el acorazado Jaime I, junto a los barcos Churruca y Alcalá Galiano
devuelven a su tierra natal a Don Vicente Blasco Ibáñez.
Era su deseo y así lo hizo público, volver a su tierra
después de muerto, porque así la sentía, porque
no podía ser de otra manera. Sería muy bonito pensar que desde el momento que salía del
puerto de Mentón y a través de toda la travesía, los recuerdos iban discurriendo
en su mente.
Los de su madre Ramona, estaban dándole la vida en una modesta casa de
Jabonería Nueva, como la emoción de su padre Gaspar al ver a su hijo varón.
Ese día la tienda de comestibles estaba cerrada. Le haría recordar lo bien que se lo pasaba jugando sobre los sacos de arroz y de azúcar en la trastienda, los gritos de los afiladores entre tiendas modestas y las mujeres con sus cestas que pasaban hacia el mercado. Los muchos de ellos que se convirtieron en votantes de su partido republicano populista años después. A una tía de su madre, Vicenta y el chalet de la Alameda, en el que servía en casa de Mariano de Cabrerizo, editor y político revolucionario, al que todas las tardes de verano le llevaban y donde entre las gallinas de la huerta le fue inoculando el germen de la política.
Ese día la tienda de comestibles estaba cerrada. Le haría recordar lo bien que se lo pasaba jugando sobre los sacos de arroz y de azúcar en la trastienda, los gritos de los afiladores entre tiendas modestas y las mujeres con sus cestas que pasaban hacia el mercado. Los muchos de ellos que se convirtieron en votantes de su partido republicano populista años después. A una tía de su madre, Vicenta y el chalet de la Alameda, en el que servía en casa de Mariano de Cabrerizo, editor y político revolucionario, al que todas las tardes de verano le llevaban y donde entre las gallinas de la huerta le fue inoculando el germen de la política.
Archivo Municipal
Esa juventud que tras estudiar Derecho fue a Madrid y que una tarde dio la casualidad que entró en
el Café de Zaragoza de la calle Atocha y estaba allí Manuel Fernández y
González; se acerca a él, le muestra su admiración por la novela folletinesca,
no dudando su ofrecimiento como ayudante, a tanto la página. Su recuerdo como
agitador de masas en mítines republicanos, del exilio en Francia, de que a los veintiocho años fundó su diario El Pueblo, la huída a Italia disfrazado de marinero, sus viajes a Buenos Aires, a París, a la Costa Azul... Algo tenía Mentón.
Llegaban al puerto a las nueve de la mañana y a las diez desembarcaban el féretro en el muelle de Poniente, lo recibieron veinte mil palomas.
Archivo Municipal
Marineros valencianos lo llevaron hasta la avenida del Puerto donde sobre sus hombros los relevaron grupos de hombres pertenecientes al partido que Blasco fundó. Puente de Aragón, avenida Navarro Reverter, calle Colón, calle Játiva, avenida Nicolás Salmerón, plaza Emilio Castelar, avenida Blasco Ibáñez, Avenida Pablo Iglesias, plaza del Mercado y llegó a la Lonja, Su capilla ardiente estaba preparada en el salón columnario. A las diez de la mañana del día 5 antes de que el cementerio de Valencia recibiera sus restos, pasó por su casa natalicia y por la redacción de su diario El Pueblo.
Se había sentido enfermo el viernes. Hasta el jueves por la
tarde, aunque cansado, hizo vida normal, convaleciente de una gripe que se
había traído de París. El sábado fue preciso convocar una reunión de médicos.
Blasco delira. Los movimientos de sus manos parecen acompañar una conversación
imaginaria, palabras de sus novelas, personajes imaginarios que reviven en su memoria de lector
infatigable o creados por su fantasía.
“¿Veis la carabela?, yo la veo, con sus velas llenas de viento”. Es la una de la madrugada y llegan sus hijos, Mario y Sigfrido. Están cansados, el viaje desde España ha sido pesado y se retiran a descansar. Las enfermeras y Elena quedan velándolo. Son las tres de la madrugada, unas palabras incoherentes alarman a las mujeres y hay que avisar a los hijos. Está haciendo un esfuerzo para incorporarse, pero cae pesadamente sobre el lecho. Otro pequeño esfuerzo, esa vez más débil, y su cabeza cae dulcemente sobre el hombro de Casilda, gran amiga. Eran las tres y media de la mañana del día que debía cumplir sesenta y un años, día 28 de enero de 1928.
El féretro en la biblioteca de su casa de Mentón, uno de los
doce edificios que encierra la finca Fontana Rosa, donde tantos recuerdos de su
patria guardaban y quedó su vida para siempre. Preside la bandera de España
junto a la chilena, por ser patria de su compañera inseparable, la musa, amiga
y camarada. Unas macetas de su jardín rodeando el féretro, y quizás en algún
momento el tenue sonido de Wagner ya que es un gran amante de la música y en
concreto este le cautiva.
“¿Veis la carabela?, yo la veo, con sus velas llenas de viento”. Es la una de la madrugada y llegan sus hijos, Mario y Sigfrido. Están cansados, el viaje desde España ha sido pesado y se retiran a descansar. Las enfermeras y Elena quedan velándolo. Son las tres de la madrugada, unas palabras incoherentes alarman a las mujeres y hay que avisar a los hijos. Está haciendo un esfuerzo para incorporarse, pero cae pesadamente sobre el lecho. Otro pequeño esfuerzo, esa vez más débil, y su cabeza cae dulcemente sobre el hombro de Casilda, gran amiga. Eran las tres y media de la mañana del día que debía cumplir sesenta y un años, día 28 de enero de 1928.
Archivo Municipal
Es martes por la mañana, son las diez horas. Envuelto en la Senyera valenciana va a ser inhumado, como fue su deseo. Una comisión desde Valencia trae la bandera.
Durante todo el día de ayer las muestras de cariño hacia el novelista en su ciudad natal fueron evidentes. Un continuo desfile en la "Casa de la Democracia" para firmar el pliego de pésame. Ante la casa donde nació también se formaron grandes colas, así como también en el chaflán de la calle Flor de Mayo, la multitud iba colocando coronas de flores en la lápida conmemorativa de su nacimiento.
Archivo Municipal
Texto de Amparo Zalve Polo
martes, 16 de junio de 2020
lunes, 15 de junio de 2020
ANTE LA O DE LOS SANTOS JUANES
Rememberteca Valencia -1960 Ca.
De antiguo el lugar de enterramiento estaba situado torno a las parroquias, por su consideración de lugar sagrado que facilitaría el tránsito al cielo de sus feligreses.
En el lugar frente a la "O de San Juan" estaba situado su correspondiente fossar que con su desaparición fue conocido durante unos años como Plaza del Cementerio de San Juan, la actual y de mayor dimensión Plaza de Brujas.
Fue en 1745 cuando por la reciente construcción de la fachada barroca de los Santos Juanes y por su proximidad a la plaza del Mercado, se creyó conveniente el aseo de la zona, cuando ya se hablaba de la retirada de los cementerios parroquiales a los arrabales, siendo el de San Juan el primero que tomó esta decisión.
Se inicio entonces una ingente tarea y mediante carros se fueron transportando los restos humanos que con un numero aproximado de 19.000 cargas de huesos y tierra, se trasladaron al cementerio del Convento de Belén, donde en 1649 se habian depositado los cuerpos de miles de valencianos victimas de la peste que asoló la ciudad, que por su necesaria ampliación sería conocido como el Cementerio de los Apestados, ya ajeno a la condición parroquial.
domingo, 14 de junio de 2020
sábado, 13 de junio de 2020
EL ÁNGEL DE PLATA
Principios siglo veinte.- Colección familiar El Ángel de Plata.
No pasa desapercibida a los visitantes la fachada de la tienda de tejidos de los números 4 y 6 de la
calle Liñán, adyacente a la plaza del Mercado. La atiende Ana Real Panisello,
quien me cuenta la larga historia de este comercio del Centro Histórico de
València que se remonta a 1870 cuando dos socios crearon Los Ángeles, negocio
que tiempo después partieron, quedándose uno con el bajo del número 8 y la
razón social, y el otro con los tejidos y poniendo El Ángel de Plata como
nombre comercial.
En 1948 José Albors Navarro, que entró como aprendiz y siguió
como representante, lo compró e incorporó a su hijo Miguel Albors Andrés para
que fuera aprendiendo y le sucediera. Cuando Miguel se jubiló en el año 2001 se
lo cedió a su nuera Ana Real.
Antigua rotulación - Francesc Jarque, 1991, del libro Tiendas de València.
Ana Real en la tienda.- 2020.- Esteban Gonzalo
Es un establecimiento con acrisolada fama de orientar muy
bien a las clientas a la hora de decidir cual el damasco, dril o crepe
adecuado.
Actualmente confeccionan cortinas, visillos, estores, colchas y otras ropas del
hogar.
Antes, un ejemplo es la foto de principios del siglo veinte,
cada dependiente atendía personalizadamente a los de su pueblo y el entorno, y
estaba muy arraigada la costumbre de pagar cuando recolectaban las cosechas.
La fachada de madera, las decoraciones originales y los
mostradores modernistas, son muestras de su largo devenir y le dan prestigio a
la ciudad.
Hubo un dependiente que anotaba en los cajones lo que le llamaba la atención y consideraba interesante. Una de ellas “El 16 de octubre de 1911 fue la ascensión del Ángel de Plata” nos puede orientar sobre cuando pusieron el angelote de hierro pintado de purpurina en la fachada, para personalizar la parte del negocio de Los Ángeles que siguió con los textiles y facilitar su identificación a los no ilustrados. Amorcillo barroco que conservan pero ya no se mece en la fachada, posiblemente para que no incite su desaparición.
Hubo un dependiente que anotaba en los cajones lo que le llamaba la atención y consideraba interesante. Una de ellas “El 16 de octubre de 1911 fue la ascensión del Ángel de Plata” nos puede orientar sobre cuando pusieron el angelote de hierro pintado de purpurina en la fachada, para personalizar la parte del negocio de Los Ángeles que siguió con los textiles y facilitar su identificación a los no ilustrados. Amorcillo barroco que conservan pero ya no se mece en la fachada, posiblemente para que no incite su desaparición.
Es el único comercio antiguo que subsiste en la corta calle Liñán, ya que su vecino del número 8, fue últimamente una cestería que cerró en el año 2012, y antes y después otros cesaron en su actividad.
El Ángel de Plata está en el selecto grupo de los Comercios
Emblemáticos de la ciudad de València.
Texto de Esteban Gonzalo Rogel
viernes, 12 de junio de 2020
jueves, 11 de junio de 2020
TAVERNES BLANQUES. VIRGEN DE LOS DESAMPARADOS
Ermita Virgen Desamparados - Archivo Rafael Solaz - Años 20
ERMITAS DE VALÈNCIA
Habíamos hablado de ermitas en València, pero tendremos tres
excepciones, que creo no debemos omitir. Esta primera corresponde con la muy
antigua ermita de la Virgen de los Desamparados situada en Tavernes Blanques en
la parte izquierda de la antigua carretera a Barcelona junto al puente que
cruza el barranco del Carraixet.
Durante la edad media en la ciudad de València como en otras
existía la pena de muerte y se ejecutaba con el ahorcamiento del reo en la
actual plaza del Mercado. Para dar ejemplo el cuerpo del ahorcado se dejaba
bastante tiempo a la vista de todos los que acudían al Mercado, por ello la
Cofradía de la Virgen de los Desamparados creó un cementerio junto a la ermita
construida en 1447 para depositar los restos de aquellos desgraciados
ahorcados. La actual ermita es heredera de la primitiva, y es lo único que nos
queda de aquella obra.
Vista de la ermita. Foto E. Goñi, febrero 2019.
Como toda ermita tenía su fiesta, se celebraba el 24 de
febrero, y consistía en dar una comida a base de caldero compuesta de verduras,
arroz y carne, a los pobres de la ciudad y reino, para pedir con sus oraciones
por los ahorcados y a continuación darles sepultura definitiva.
Cerámica superior de la fachada. Foto E. Goñi, enero 2020.
Está claro que actualmente la ermita no está en el término
municipal de València, pero arrastra una muy fuerte relación con la capital.
Incluso podemos creer sin ninguna duda que en el momento de su erección era
término de la ciudad. Por eso se ha incluido.
Cerámica inferior de la fachada, Foto E. Goñi, enero 2020.
miércoles, 10 de junio de 2020
martes, 9 de junio de 2020
OBSERVANDO A LAURENT
Jean Laurent Minier, de origen francés que vino a vivir a España en 1843, después de practicar ciertos oficios se interesó por la fotografía durante el año 1855, haciendo de España un verdadero mapa fotográfico, viajando por sus caminos recorriendo ciudades y pueblos. Poco tiempo faltó para que se hiciera, si no el más, uno de los mejores fotógrafos de su época, reflejando las costumbres y los paisajes como nadie. Necesitaba ya de un apoyo y entre ellos eligió para esta gran panorámica de Valencia al fotógrafo francés Jules Ainaud, que llegó en 1870 encargado del este peninsular reuniendo una buena colección de fotografías. Desde la más alto del edificio de San Pio V divisó muy bien la zona norte de la ciudad.
El Puente del Real tenía una rampa de acceso bastante acusada, había sido finalizado con la pretensión de llegar a tiempo para la boda real entre el rey Felipe III y la reina Margarita de Austria, que la celebrarían en Valencia. En febrero de 1599 finalizaron las obras y tan solo dos meses después se casaron.
Al subir miro a mi izquierda conforme el rio baja y se ven los vanos del Puente del Mar. Quiero pasar el cauce e ir hacia la derecha para llegar a la Plaza del Temple.
Al subir miro a mi izquierda conforme el rio baja y se ven los vanos del Puente del Mar. Quiero pasar el cauce e ir hacia la derecha para llegar a la Plaza del Temple.
Me vi envuelta en una humadera, rodeada por una algarabía de gente gritando, hasta lanzaban alabanzas, aplaudían a por lo menos un centenar de hombres que hacían un ruido inmenso con picos y palas. Los escuchaba decir que en otras ciudades españolas ya lo habían hecho, que ya habían derribado las murallas, resultaban viejas e inservibles para el desarrollo urbano. El humo fue disipándose y mi maginación que me había retrocedido a cinco años atrás, se vió sorprendida por el bullicio que sonaba debajo del puente. Me asomé para ver un grupo de mujeres lavando ropa en un lugar donde no estaba prohibido. Empapadas las rodillas, arremangadas las faldas y mostrando más de lo que el dictado de la época y la moda aconsejaban para una mujer respetable.
Siguiendo lo que la fotografía me indicaba, miro a la izquierda, antes de llegar a la Plaza del Temple, porque me llama la atención una torre que asoma por detrás de las casas, algo estropeada, de forma cuadrangular, y me di cuenta que era del Convento de Santo Domingo: había sufrido mucho en la Guerra de la Independencia, las tropas francesas la habían desmochado.
Me espera ya el Palacio y la Iglesia del Temple. Había escuchado de su construcción en época de Carlos III, tras el fuerte terremoto que asoló al Castillo de Montesa, con el traslado de sus frailes al cap y casal. Pero si aún nos vamos más hacia atrás, en el tiempo, en esta plaza estuvo la torre árabe más alta de la ciudad y el pendón de la rendición que entregó Jaime I a los templarios en el año 1238; de ahí el nombre del palacio que fijamente observo.
Una biclicleta con ruedas muy grandes pasa por mi lado conducida por un hombre bien vestido, el estilo de la vestimenta había cambiado, el chaleco corto, fajín y pantalón corto y amplio (saragüells) se moderniza con pantalón largo y chaqueta. Lo seguí, esperando con ello descubrir más cosas.
Unas pocas viviendas para llegar a otra gran casa, esta sí que se cuidaba. Alguna ventana abierta me hace ver la presencia de chicas jóvenes. Es un colegio, el Loreto. Pero pienso que es de buena arquitectura, elegante, allí debió vivir gente noble. Su escudo nobiliario me demuestra su linaje, el Palacio de los Condes de Carlet. En este no entro, prefiero mirar lo que asoma por detrás de él. Mirar hacia arriba y comprobar lo que en cierta ocasión citó Victor Hugo refiriendose a Valencia: “La ciudad de los cien campanarios”. Asoman la torre de la Iglesia del Salvador, la cúpula del Seminario, la Catedral y el Miguelete.
No sigo sin antes fijarme que hay una pequeña iglesia, San Jayme de Uclés, que me he dejado unos metros atrás. Se ve pequeña aunque puede parecerlo, al estar junto a las otras casas tan grandes. No se ve de mucha importancia, pero por mirar algo, miraré que ahí estan los restos del último rey moro, Zeit.
Veo unas cuantas personas que están atravesando el Puente de la Trinidad. El puente más antiguo, pero como las riadas no perdonan a ninguno, después de varios arreglos, se ve que en el siglo XVI se reconstruyó y ahora lo estoy viendo así, con sus dos escaleras para poder bajar al lecho del río. Hay un pequeño rinconcito con un carro parado delante de una casa.
Me apetece entrar también en esa casa, algo me llama la atención. Parece que hubo en su fachada algun anuncio... Voy a ver.
Estaba al completo, aunque no era muy grande. Un patio con escenario y un banco con orquesta. Tres filas de sillas y varias filas más con bancos de patio. Más arriba de los palcos y frente al escenario, dos filas de sillas y la cazuela que se situaba como una grada de fondo para la tertulia de las mujeres. Se estaba celebrando la última función, “La escuela de los maridos”; con ella, en 1832, se cerrarían las puertas de ese pequeño teatro que en un principio iba a ser provisional, pero que había estado funcionando desde 1761, aunque por sus deficiencias fueron prohibidas las representaciones durante unos años, obligando a su mejora en 1789 para continuar hasta su cierre definitivo.
Su nombre: La Botiga de la Balda. Después del cierre de Casa de las Comedias, el Corral de la Olivera, el lugar oficial de representación de teatro y baile en la ciudad fue el Teatro la Botiga de la Balda. De pronto toda esa imagen jocosa, bohemia se desvanece en mi mente y me encuentro dentro de un almacén, tal cual había sido antes de que llegara el teatro y como siguió siéndolo.
Su nombre: La Botiga de la Balda. Después del cierre de Casa de las Comedias, el Corral de la Olivera, el lugar oficial de representación de teatro y baile en la ciudad fue el Teatro la Botiga de la Balda. De pronto toda esa imagen jocosa, bohemia se desvanece en mi mente y me encuentro dentro de un almacén, tal cual había sido antes de que llegara el teatro y como siguió siéndolo.
Un buen final del recorrido de esta panorámica es llegar a la Puerta de Serranos, que siguen ahí por suerte de no haber sido derribadas con la muralla, y que como he dicho ocurrió tan solo cinco años atrás. Separadas del rio por una preciosa alamedita y que sin el Puente de Madera, la distancia entre el suyo, Puente de Serranos y el de la Trinidad se ve mucho más grande.
Observar una fotografía es meterse en ella, circular entre su gente y atravesar la puerta de la historia que allí ocurrió.
Observar una fotografía es meterse en ella, circular entre su gente y atravesar la puerta de la historia que allí ocurrió.
Texto de Amparo Zalve Polo
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