En 1997 se estrenó una película llamada “Tranvía a la Malvarrosa”, película cuyo protagonista, entre el valioso reparto de actores, eran los tranvías de Valencia, y concretamente, el que iba a la Malvarrosa. Ya tenemos a nuestros queridos tranvías convertidos en actores de cine, como si de Robert Taylor, o Tyrone Power se trataran. Película costumbrista, sobre los años 50 o 60, que se deja ver. Viendo a nuestros actores, los tranvías, que nos han presentado en la película, son como fantasmas -existieron o no existieron?- que te dejan hundido en la caliente butaca del cine, pensativo, cabizbajo, por la imagen que de ellos dan o nos presentan. Solamente ver el tranvía del cartel y en la foto de más abajo, se ve, se nota, se siente que no es el tranvía de Valencia, aunque se asemeja; se le ven unas extrañas aristas en su frontal un tanto raras, que no calan en el espectador de Valencia. Lo siento, este fantasma no existió, además el último de la serie fue el 182, construido por LLadró y Cuñat.
Sigamos pasando y repasando a nuestros actores, los tranvías.
Paso por alto a este tranvía desbocado que se ha ido por la calle de las Comedias, que no se sabe a dónde iba, ni de dónde venía, tal vez a estudiar a la Universidad, junto con el protagonista de nuestra película: el “tranvía descarriado” le llamaría yo, en lugar de “a la Malvarrosa.”
Sigamos con estos desatinos, de nuestros actores los tranvías, hoy protagonistas.
Aquí tenemos un fantasma tranviario, un 288, que por cierto va sin carriles, pero bueno, con cerrar los ojos, solucionado. Éste ¡no existió!, el 242 fue el último de la saga fabricado por Devis, o éste 288 sería un tranvía póstumo, tal vez. Busquemos y rebusquemos.
¿Otro tranvía que se le ha ido la olla?, dónde está, ¿plaza Lope de Vega?, bueno es igual, allá él. ¡Dios!, cuántos peldaños o estribos tiene para subir si no me descuento, ¡hasta tres cuento!, ¿será emulo del Miguelete? Y unas agarraderas para subir no vistas en nuestros tranvías valencianos, muy alargadas y por la parte de afuera que están.
Continuemos las pesquisas, que más parecen del cuarto milenio, con tanto fantasma.
Y éste amarillo, con un flamante 165 de número. ¡Caray! Si resulta que tiene siete ventanillas, y el verdadero 165 construido en el ya lejano 1914, por Lladró y Cuñat de Almácera, tenía sólo seis; bueno a lo mejor salió defectuoso, ventanilla más o ventanilla menos.
Pero, ¡qué plantilla de número más rara!, parece que estaban numerando cajas de azulejos en lugar de los tranvías de Valencia, nunca había visto números así, en nuestros queridos tranvías.
Prosigamos en este pesado devenir, por el tranvía a la Malvarrosa.
¡Mirad! y observad, queridos lectores, se puede ver la extraña escalinata, como dije antes, hasta tres peldaños cuento, y unas interminables agarraderas para asirlas, en la pesada subida; nunca visto por estas latitudes tranviarias.
¡Hombre! me encuentro al verdadero 220, construido en Almácera en 1926.
¡Ya tenía ganas de ver algo real! Ha terminado el Cuarto Milenio. Éste sí es mi tranvía. Con lo fácil que hubiera sido tratarlos mejor, hubiéramos ganado todos.
Texto: Germán Gómez.