El algodón y la seda, el paño y la lana, els sayes i els
guardapeus, els cossos i el devantal, els joyes y els monyos, els calçes y els
calçons, y otros añadidos, crean en su conjunto la “roba tradicional
valenciana”, la genuina indumentaria que el paso del tiempo ha ido arrinconando en el baúl nostálgico
de nuestra historia, pero que aflora en su esplendor cuando llega un acto festivo con la luz y
el color tan nuestros, enriquecida la misma con la elegancia y la exquisitez
por el buen gusto. De todo ello hablaremos en próximas entregas con el blanco y el negro de esta página,
gracias a la información facilitada por un “periódico” que fue editado ya hace
unos años por la Asociación Cultural “El Portalet” de nuestro Benicalap
querido.
ELS BRIALS
Eran unas faldas de uso interior, que confeccionadas en lana o
algodón de diferentes colores, guardaban la misma estructura que las enaguas.
Normalmente iban bordadas en la parte superior con las iniciales de su dueña.
Un tiempo después se hicieron más ligeras con algunos estampados; las mismas
quedaron como faldas de a diario en los trabajos domésticos y más tarde se
usaron de forma rutinaria para su lucimiento en la calle, aunque no en los
momentos solemnes.
LES SAYES
Se corresponden con otra clase de enagua confeccionada en lana o en paño conocida con el nombre de “sayes”, refajo o faldeta, que presentaba una coloración muy diferente, predominando el rojo y el amarillo,
seguidos del verde, morado, blanco, etc, como también el tejido bicolor,
formando cuadros e incluso a listas de diferentes colores (manta morellana)
Estas “sayes” eran de uso normalmente exterior, aunque se recurre al “guardapeus” encima de ellas.
En cuanto a los ornamentos, eran muy variados,
confeccionados a base de piezas recortadas, sobrepuestas, hasta con bordados,
como elementos decorativos de distintos materiales y formas, incluso en algunas
comarcas con el recurso del plisado.
Cosa curiosa a destacar es que todas estas piezas llevaban
en sus bordes un cordoncillo elaborado en lana o cinta de “vellut”, para su
protección. En la banda interior, la pieza conocida como ‘a ruedo”, la cual se
correspondía con una tira de unos 25 cms colocada alrededor, hecha de diferente
tela, aunque cuando era de la misma,
otro color la resaltaba.
De la misma manera, las oberturas laterales también iban
profundamente adornadas en telas recortadas y superpuestas, y en torno a ellas
un cordoncillo. De esta manera eran de utilidad para introducir la mano dentro
de la faltriquera o bolsillo, donde se llevaban los efectos personales,
anudados a la cintura.
GUARDAPEUS
Así se denominaban las faldas confeccionadas en seda, que
presentando la misma estructura que las enaguas, su uso era corriente y los
colores lisos. En especial destaca en gran manera y en un porcentaje muy
elevado, el color azul por encima de otros que seguían a distancia, como eran
el verde y el rojo. Se elaboraban en casa por sus propias usuarias, normalmente
aprovechando los capullos de seda rotos, destinando los de mejor calidad para
la venta. Por lo que los tejidos más usados eran el “anducar” y el “filadic”,
siguiendo por el raso, la tafeta, y como no, los “domassos”, con grandes
motivos ornamentales de flores, diademas, frutas, etc.
También de antiguo y cuando la calidad era extraordinaria,
esta pieza recibía el nombre de “basquinya”, que ya en el XIX se quedaría con
el de "faldes apolissonades”.
Las guarniciones utilizadas para ornar los “guardapeus” eran
muy variadas y espectaculares. Según el gusto de la época, iban desde el
“farfalá” en seda, hasta simples cintas de algodón, pasando por las cintas
doradas o plateadas, lazos superpuestos y siempre en número de dos o tres.
El largo era variable, hasta llegar a unos 10 o 15 cms de
tierra. Todos llevaban la ‘roda’ interior como en las sayas.
Estas faldas, como las enaguas, evolucionaron, alargándose
hasta llegar a tierra, desplazando su volumen desde la cintura a la banda de
atrás, la cual ya bien entrado el siglo XIX, se “apolisonará”, debiendo alargar
la falda a modo de cola por la parte posterior, y cuando la moda del “polissó”
desapareció, estos “guardapeus” se arrastraban por tierra, especialmente en
las capitales, mientras que en los pueblos continuarán utilizándose el ya
nombrado brial.
En los grandes acontecimientos estos “guardapeus o
basquinyes”, solían ser de colores oscuros, guarnecidos con la misma
suntuosidad que en el siglo XVIII, y
además de la “roda” interior se colocaba papel o cartón para estibarlas,
dándole así una mayor sensación de grandiosidad.
Publicado por “Mes a Mes”
que fue editado por la Asociación Cultural "El Portalet"