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jueves, 30 de abril de 2020

CAMINO A PAIPORTA, CRUZ DE TÉRMINO

Vista posterior de la alquería de Alba, con la puerta de la ermita de la Virgen de la Aurora. Foto E. Goñi, 21.11.2019

Buscando en la pedanía de La Torre asuntos para nuevas historias, me encuentro, junto a la ermita de la alquería de Alba tras pasar un puentecillo sobre la antigua acequia de Fabara, ante lo que aparenta ser una de las cruces de término de València que desconocía y no he localizado de momento en ninguno de los libros y folletos de que dispongo, y que ni siquiera figura en el interesante libro, editado por el Ayuntamiento de València hace unos cinco años, de José Soler Carnicer titulado “Las cruces de término de la ciudad de Valencia”.

Efectivamente la cruz está situada frente a la puerta de la antigua ermita de la virgen de la Aurora incorporada en la alquería de Alba, cercana a una rotonda, final del camino de Alba, en la que se indica el cambio de término municipal, allí también desemboca el antiguo y olvidado camino Viejo a Paiporta que desde la plaza de Jesús por Gaspar Aguilar seguía ante la puerta del Cementerio de València y pasaba por aquí hasta alcanzar la cercana Paiporta.

Supongo que el olvido y desconocimiento nace al ser cortado el camino Viejo de Paiporta hace unos sesenta años y, lógicamente, al quedar la zona sin tráfico, excepto el de los agricultores de la zona, prácticamente olvidada, ha hecho que pasara totalmente desapercibida la existencia de la Cruz. También llegaba en su momento el antiguo Camino de Tres Cruces (quizá esta fuera una de las tres cruces nominales, quien sabe), hoy redirigido formando parte de la Ronda Sur. Modificación obligada por la incorporación en el terreno del nuevo cauce del Turia (Plan Sur) que seccionó e hizo modificar los caminos, las acequias, etc. con sentido norte-sur de la zona afectada de huerta.


Rotonda y camino de entrada a la Cruz. Foto E. Goñi, 21.11.2019

Dando fe de su antigüedad la Cruz está representada en la parte izquierda hacia mitad de la hoja 76 III del Plano del término municipal de Valencia, realizado por el Instituto Geográfico y Catastral entre los años 1929 y 1944 para el Ayuntamiento de la ciudad. En el plano arriba de la alquería de Alba, entre el camino viejo de Paiporta y la acequia de Fabara junto al puentecillo figura un círculo que rodea un punto redondo negro, y la palabra cruz en su parte inferior.


Cruz de término del camino de Paiporta. Foto E. Goñi, 21.11.2019

La Cruz es muy sencilla, parece de piedra caliza, se levanta sobre una base octogonal con tres escalones sobre los cuales se alza una pequeña base que sostiene una columna cuadrangular en cuyo remate hay una modesta cruz. Muy semejante a cualquier otra de las cruces de término valencianas de las situadas en caminos que no eran de una gran importancia comercial.


A la izquierda puentecillo desde la alquería a la Cruz de término, 
Foto E. Goñi, 21.11.2019

La localización del lugar es muy fácil, basta con llegar a la plaza de la iglesia de La Torre en la calle de José Soto Miró, prolongación de San Vicente Mártir recién pasado el nuevo cauce, y tomar desde la izquierda de la iglesia el recto camino de Alba, al cabo de menos de un kilómetro y tras pasar bajo la autovía que lleva a Albal desde el puente de San Marcelino, en la parte derecha, con el lateral pintado de verde, tenemos la alquería de Alba, tras ella está la Cruz.

En mi opinión se ha reencontrado una Cruz de Término que el Ayuntamiento de València debería valorar y junto con su entorno, mantener adecuadamente. Por favor no la dejemos en olvido otros sesenta años. Puesto que la Información Cartográfica municipal nos indica que es un bien protegido.

Texto de Enrique Goñi Igual

martes, 28 de abril de 2020

DE PASEO POR LA CALLE ZARAGOZA

Biblioteca Valenciana - Ca 1909


Eran las diez de la mañana y la luz del sol ya iluminaba plenamente la erguida torre de Santa Catalina. Faltaba casi una hora para que la campana anunciara los tres toques del Oficio Divino de las once. 

La reducida plaza que formaba el cruce de las calles San Vicente, con la calle de la Paz y la calle Zaragoza era ya  un ir y venir de gente que en todas direcciones acudía al mercado, a la Plaza de la Virgen, visita obligada de los martes, o para recorrer los distintos comercios de calidad que hacían del lugar la zona bulliciosa en que se había convertido.

Muchos de ellos,  desde su llegada a la estación, recorrían la de San Vicente hasta llegar a la calle más novedosa de la ciudad, y digo novedosa porque en sus comercios se podían encontrar las últimas marcas de París, sobre todo, además de las de fabricación alemana e incluso austríaca. Era la calle comercial por excelencia, por donde aún no había comenzado el paso de los tranvías. 

El paseo comenzaba desde la pequeña Plaza de la Reina, en la esquina con la placita de Santa Catalina. Ahí llamaba la atención “Optica Crumiere” dotada de grandes escaparates, ofreciendo todo tipo de lentes y accesorios, claro que pronto le haría la competencia la de “Lubat” a pocos metros.

Unos dos o tres bajos más, "Almacenes Las Columnas”, que tenían un buen surtido de alfombras y donde las mujeres podían aprender a tejer tapices (tejer, coser y bordar era cosa de señoras).

Sobre todo la zona izquierda de la calle es la que tenía los comercios más destacables, aunque la parte derecha tenía otros tantos.

No puedo olvidarme de “El Diluvio”, tienda de abanicos japoneses, carteras y paraguas, y también otra para la competencia que era “Abanicos Colomina”, dotados de plumas de marabú y encajes de Bruselas.

Si de perfumes se trataba, la perfumería “El Buen Tono” ofrecía los más afamados perfumes franceses y las más suaves borlas de plumón de cisne para empolvar las mejillas y la nariz. La peluquería "Boví" completaba la belleza femenina.

Para el que buscara lectura, podía acudir a la librería “Chiriella” , que además de buen surtido librero ,tenía especialidad en venta de catecismos y cuentos para los niños. O si buscaban mapas mudos, entonces ya tendrían que entrar en la papelería “Matías Real”.

Hasta el artista pintor en “Casa Nicolás” encontraba todo tipo de artículos de Bellas Artes.

Los muebles de “Casa Janini” de origen austríaco, sin olvidar tampoco las exquisitas joyerías.

Tomo un respiro, pues no me caben tantos comercios en un trazado de calle de no más de ciento cincuenta metros hasta llegar a la Puerta de los Hierros de la Catedral. 


Bazar Giner - Archivo Rafael Solaz - 1915

A mitad de calle salía al encuentro el “Pasaje Giner” y junto a él en el número 11 de la Calle Zaragoza, el afamado “Bazar Giner”, cuyo nombre es el que dio posteriormente al pasaje. Gramófonos y discos entre otras cosas que pudiese ofrecer, o sea, de todo. Muñecas autómatas de porcelana, importadas de Alemania y Francia. Bazar de D. Vicente Giner, que a su fallecimiento lo regentó su viuda, y que tras su cierre dio paso a otra tienda muy popular: “Almacenes España”.

Una vez recorridas las tiendas podemos continuar el paseo por las calles de alrededor que derivaban de la Calle Zaragoza. (Tenemos plano).


El recorrido,  total, no eran más que tres cortas calles, tres manzanas de casas que luego con su derribo darían lugar a la actual y espaciosa Plaza de la Reina.

Tan solo hacía falta desviarse después del pasaje, y a la derecha, por la calle Borriol, llamada así porque allí se encontraba la casa solariega de la familia de la baronía de Borriol.

Y si nos desviamos por la siguiente, entraríamos en la Calle de la Puñalería, lógico que se llamara así porque ocupaban sus bajos artesanos de puñales, escudos, y espadas para los nobles valencianos. Ambas calles desembocaban en la parte que enfrentaba a la calle Zaragoza, que era la Calle Campaneros, y confluían ambas junto a la Catedral en la Plaza del Miguelete.

Este era el paseo que se podía hacer en lo que es considera el punto cero de la ciudad de Valencia y que desde allí enfoca la numeración a las calles.


                                          Biblioteca Valenciana - Ca 1955

Pero como se quería una gran plaza, epicentro de la Valencia antigua, comenzaron los derribos de las tres manzanas, empezando en 1944 por las más alejadas de la Catedral, hasta que en 1963 ya no quedó ninguna y la Catedral de Valencia junto al Miguelete tomaron todo su esplendor.

En otra ocasión pasearemos por la parte de enfrente.

Texto de Amparo Zalve Polo

domingo, 26 de abril de 2020

EL GRAN PRÓCER JOSÉ CAMPO


Sin duda, fue el gran procer del cap i casal durante el periodo isabelino, ostentando el cargo de alcalde cuando tenia 29 años, desde 1843 hasta 1849.
Nacido en la plaza del Mercado, sus padres se dedicaban al comercio de especias, que permitió una rica hacienda a la familia. Politico partidario de Narvaez, moderado, busco su espacio en el mundo financiero de la época, logrando fama y prestigio. 

Su paso por la alcaldía no pudo ser más positivo, pues el cambio que experimentó la ciudad, difícilmente podia ser de mayor alcance. 

El adoquinado en el centro de la ciudad fue un gran logro, así como las grandes mejoras para un puerto muy necesitado; la instalación del alumbrado en Valencia a base de gas y a sus expensas, asi como su decisión por culminar el proyecto del canónigo Liñan de dotar de agua potable a la ciudad, dotaron de una mejor calidad de vida a los valencianos.

La puesta en marcha del ferrocarril en la ciudad fue una obra de gran envergadura que abria la posibilidad de comunicación hacia el exterior de la comunidad. 

También dedicó su actividad a la creación de entidades bancarias, naciendo de su mano el primer banco instalado en Valencia. 

De su diario La Opinión, surgio Las Provincias, cuando José Campo se lo cedió a Teodoro Llorente.

Dio impulso a la creación del Monte de Piedad y las Islas Filipinas se acercaban a America, por mor de una sociedad naviera de su creación. 

Gran filántropo fundó un asilo para niños huérfanos. Alcanzó una gran fortuna, pero su ayuda a los necesitados, tanto de Valencia como del resto de España, fue innegable.

Fallecio en Madrid, en 1889, donde residía y sus restos fueron trasladados a su ciudad para su entierro en el asilo para niños por él fundado, con su posterior traslado a su panteón del Cementerio General. 

viernes, 24 de abril de 2020

CONFECCIONES EL DIRECTO DESDE 1905

1888 - Lévy

En el número 5 de la calle Bolsería, en pleno Centro Histórico, y donde hubo una fábrica de guitarras de la comercial argentina Stradivarius, las hermanas Encarnación y María Martínez Ibor crearon en 1905 un comercio de ropa hecha para caballeros (blusas, pantalones, abrigos, fajas...) y señoras (faldas, sacos, enaguas, pantalones, delantales...), pero especialmente para niños, con notoriedad en los trajes de comunión. Fama en blusas valencianas ya que se las encargaba el Tribunal de las Aguas para ellos y cuando tenían que investir a alguna autoridad o personaje importante (SAR el Príncipe de Asturias en octubre de 1995) en la sesión de los jueves en la Puerta de los Apóstoles.

Lo titularon El Directo con doble sentido: rapidez para atender a los clientes y unirse a la reclamación valenciana de un ferrocarril directo con Madrid, ya que el enlace de 1859 del Ferrocarril de Campo en La Encina con la línea de Alicante a Madrid significaba un recorrido de 498 km. frente a los 350 km. de un proyecto sin fructificar desde 1845. La distancia se acortó en 1947 cuando terminaron la conexión Utiel-Cuenca y redujo el recorrido a 402 km. aunque con un trazado inviable para grandes velocidades. Por ello, el casi directo llegó en el 2010 con la línea de Alta Velocidad, pero con 41 km. más, es decir 391, para estatalmente contentar al gobierno de Castilla La Mancha que exigía que Cuenca no quedara descolgada.

El matrimonio y su hijo en la tienda.- 25-10-2019.- Esteban Gonzalo

El primer continuador de la saga comercial fue Salvador Salvador Esteve, hijo de Encarnación, y a éste le sucedió su hijo Vicente Salvador Fas quien con su esposa Pilar Atienza Poveda siguen regentando la tienda junto con su hijo Vicente. Matrimonio que hace medio siglo orientó el negocio hacia la ropa y el calzado laboral.

Cuarta generación que tiene muy posibles continuadores en sus nietos Sergio y Vicente.

En su página web informan “que la tienda inició su actividad cuando no existía la confección industrial en serie y los sastres y modistas eran los únicos profesionales con conocimientos y habilidades para vestir a la población, y siempre con buena relación calidad-precio y al tanto de las últimas tendencias e innovaciones”.


28-04-2007.- Rótulo centenario.- Foto valenciaarenaycal.com

Conservan la esencia del negocio tradicional, como es el trato familiar con los clientes, así como el mobiliario de sus inicios, los mostradores de buena madera.
Corpus 2005.- Archivo Familia Salvador-Atienza.

Vicente Salvador y su Familia son los grandes protagonistas de la calle Bolsería, junto con sus vecinos de Confecciones La Purísima, en el lanzamiento de pétalos de flores al paso de las procesiones del Corpus y de la Virgen de los Desamparados. Se aúnan devoción y aporte al atractivo turístico de la ciudad.

2005 Edificio antigua.-  Archivo Familia Salvador-Atienza.

Por ruina del edificio tuvieron que estar en el bajo del nº 11 de la vecina calle Carda entre el año 2014 y el 23 de abril del año pasado, cuando retornaron al bajo del nuevo edificio con arquitectura acorde con el entorno de la calle. Solamente les falta colocar, cuando terminen de restaurarlo, el mural con el tren. 

Fachada actual.- 25-10-2019.- Esteban Gonzalo

Y a diferencia de las puertas de otros comercios, cuando están bajadas las metálicas exhiben publicidad de lo que venden realizadas por un hábil grafitero.

Confecciones El Directo está ubicado en una calle siempre comercial y artesana que es la principal arteria entre los barrios del Mercado y del Carmen. Por ello la afluencia en Fallas es enorme, incluso con el atractivo añadido del satírico monumento que plantan en la plaza del Tossal.

Texto de Esteban Gonzalo Rogel

miércoles, 22 de abril de 2020

FRANCISCO FALCONS, OTRO TRANVIARIO CON CALLE


Aspecto del accidente del 2 de julio de 1912 en Camino viejo del Grao (Islas Canarias). Foto procedente de revista de la época.

ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES TRANVIARIAS

El buscar y preguntar nos sirve para que podamos ahora citar a un nuevo tranviario que en su momento tuvo, desgraciadamente, derecho a rotular una calle, también en Nazaret. Se trata de Francisco Falcons empleado de CTFV que según mis indagaciones trabajaba en el convoy tranviario que se dirigía a Caro, y que el 2 de julio de 1912 tuvo la desgracia de chocar con un tren expreso procedente de Barcelona. Falleció a causa de las heridas sufridas.
  

Rótulo de la calle Francisco Falcons. Foto E. Goñi.

La calle en cuestión es prolongación hacia el sur de la calle Alta del Mar, y según me informaron es la calle en la que la Mutua de Empleados de Tranvías a finales de los años 20 del pasado siglo había edificado las casas conocidas como Cooperativa de Casas Baratas Alfonso XIII, cuyo nombre fue cambiado por el de Barriada de Tranviarios. Desgraciadamente los años pasan y apenas queda nada de toda aquella barriada. 

Vista actual, en 2020, de la calle Francisco Falcons. Foto E. Goñi.

Texto de Enrique Goñi Igual

lunes, 20 de abril de 2020

VALENCIA MIRANDO AL MAR


Mirábamos al mar, sabiendo que estaba allí cerca, ¡pero tan lejos!

Caminando la larga avenida de Blasco Ibañez, nos detuvimos ante lo que para los ojos de una chica de dieciesis años iba a ser el sueño que desde niña quiso ser, médico. Un edificio grande, con una gran puerta, por la que algún día saldría orgullosa con un título bajo el brazo del que siempre había tenido gran vocación.

Mi madre lo conocía bien, mi abuelo ejerció como pediatra hasta los años ochenta y hablaban tantas cosas, desde que comenzó los estudios, los paseos entre clases por aquellos jardines frente a la Facultad, y por supuesto, recordaba muchas cosas que se quedaron grabadas en su mente de niña. Le pedí que me las contara y disfruté tanto como ella en su momento.


Había un gran deseo de conectar la ciudad con la zona marítima ya en el siglo XIX. Era un momento en el que la burguesía valenciana estaba ávida por tener una conexión confortable con la playa porque se había convertido en zona de veraneo. Proyectos se fueron presentando uno detrás de otro e iban pasando los años sin que se llevaran a término por una causa o por otra. 

Todo empezó cuando en el año 1863 , el empresario Manuel Gomez propuso la ejecución de un boulevard cuyo eje principal partiera del Palacio de la Exposición y desde allí se construyeran viviendas para clases burguesas. En 1865, fue Manuel Sorní, basando su proyecto en la rápida comunicación con los nuevos medios de transporte. Marcaba el punto de partida de la gran avenida desde los Viveros municipales. En 1883, Casimiro Meseguer plantea de nuevo uno que se haría llamar “Camino- paseo hasta el mar “. Tardo diez años en aprobarse (1893). La comunicación era directa con las playas del norte del rio Turia, aunque el camino del Grao quedaba para uso industrial. Mientras pasaba el tiempo para su ejecución, en 1897 se volvió a replantear este proyecto con una ancha avenida con ciudad jardín y la anexión con los poblados marítimos, dando como resultado final al proyecto en 1898.

La construcción de la Facultad de Ciencias y Medicina, y al tiempo el edificio para la Feria Muestrario, dieron el pistoletazo de salida para esta gran avenida. Ya en los años treinta, la tan deseada ciudad jardín comenzó con la construcción de chalets en dos manzanas, los de la Asociación valenciana de la Prensa que vulgarmente eran llamados: “los chalets de los periodistas”.


Un dato muy curioso que me contó: fue el que un día de noviembre de 1931, mi abuelo fue al cine y en pantalla salió un anuncio dando a conocer que Valencia iba a acercarse al mar y los textos anunciantes explicaban que en la realización del proyecto encontrarían trabajo más de quinientos obreros durante dos años. La zona de los terrenos sería de 3250 metros de longitud. 

El paseo consistiría en una calzada central de 100 metros, con un macizo central de 40 metros que separaba dos zonas de 30 metros de amplitud. Tendría dos urbanizaciones delimitadas: La Ciudad universitaria (ya estaban en construcción las Facultades de Medicina y Ciencias) y la Ciudad Jardín, con casas económicas en forma de chalets. Salieron del cine ya sabiendo como iba a cambiar Valencia hasta el mar.

Los tres proyectos que se explicaron aquel día en el cine, la reforma de la Plaza del Ayuntamiento, la Avenida del Oeste y el paseo de Valencia al Mar, crearon  un antes y un después en la urbanización de la ciudad.

Texto de Amparo Zalve Polo

sábado, 18 de abril de 2020

LA ALBUFERA


En 1905 el Ayuntamiento de Valencia mostró al Estado -su propietario desde abril de 1761 por decisión del rey Carlos III- su interés para que el lago de la Albufera pasara a ser propiedad de la ciudad, iniciándose unas gestiones que darian su fruto el 23 de junio de 1911, con una Ley de Cesión cuyo importe sería determinado años despues, el 3 de junio de 1927: por el lago se fijaba la cantidad de 921.819,65 pts, y por la Dehesa 151.160,76 pts, con un pago aplazado que se completaría en la decada de los cincuenta; en 1931 y con la llegada de la República, el Ayuntamiento trató con el presidente Alcalá Zamora la cancelación de la deuda, sin lograr su propósito.

Con anterioridad el mariscal Suchet, en 1812, fue nombrado Duque de la Albufera por Jose I, titulo que serían repudiado por Fernando VII dos años despues con su vuelta a España como nuevo Rey, quien cedió la propiedad del lago a sus hermanos Carlos y Francisco, hasta que Isabel II lo retornó a la Corona, pasando, nuevamente a poder del Estado en 1869, tras la revolución de "La gloriosa" del año anterior. 

También Felipe V, en el siglo anterior, en 1708, había querido dar honores a su virrey Cristobal de Moscoso como Señor de la Albufera y con derechos sobre la pesca en el lago.

Pero si nos remontamos siglos atras, a la época jaimina, fue Jaime I en 1250 quien por primera vez reconoció estos derechos a los vecinos de Ruzafa instalados en la isla de El Palmar, que fueron igualmente extendidos a los pescadores de Catarroja y Silla. Construir un nuevo Reino al resguardo de la Ley, fue el gran objetivo del Conqueridor, que, institucionalmente, quiso crearlo con personalidad propia y diferenciada, con respeto a los demás bajo su Corona. 

 1761 - Su descripción:

"De la Albufera ó famoso lago que se halla en las inmediaciones de la Ciudad de Valencia; noticia de sus producciones, aves y peces que en el se crían."

"La Albufera así nombrada por los Moros; el famoso lago, que goza Valencia a corta distancia, a quien dio Plinio el nombre de estanque ameno, no como propio según equivocadamente entendió Ortelio, sino como epíteto debido, y Antonio de Nebrija le llamó Portus magnus, bien que ignoro con que propiedad; por un cabo finaliza a una legua de Valencia, y por otro a media de Cullera, su bageo ha sido quasi siempre de diez leguas o algo más,  de suerte que un hombre a caballo no la rodeará en un día,  su longitud es de quatro leguas, y su latitud donde es mayor, apenas llega a dos; explicome así porque con la codicia de los arroces, los labradores de sus inmediaciones la han estrechado mucho, haciendo terraplenes y retirando el agua, para acopiar mayores frutos, tanto más codiciables, quanto seguros y poco trabajosos son, por la corta duración de la cosecha, de suerte que si no sucede algun apedreo, así que se siembra ya se sabe lo que ha de recogerse.

Formase este lago ya de ojos que manan dentro de él, ya de varias avenidas y acequias que en él desaguan. La fuente de Catarroja de sabrosa agua corre por una anchurosa acequia que parece un río, y sirve regularmente de puerto, o embarcadero para introducirse en la Albufera, aunque hay otros; quando rebosa de agua se abre un portillo por lo más inmediato al mar llamada la acequia de Perelló, y se evaqua de la que es necesario; al contrario, quando mengua demasiado, pues se abre la misma acequia y se hinche del agua del mar, enriqueciendose de infinitos peces, entre cuya muchedumbre sobresalen las Anguilas llamadas Marrinas, que a la vista parecen Murenas, y al paladar Lamprea, careciendo de la abundancia de espinas que las orras, y las hay de quatro y más libras de peso, sus Tencas de que, como de las Anguilas abundan las acequias que en ella desaguan; son muy sabrosas, delicadas, sus Lisas, y con admirable gusto sus grandes Buros. 


Su hondura es tan sólo quanto basta a sustentar barcos de quatro remos, y de trecho a trecho se elevan a modo de unas islas de Cañaverales, o Carriles,  donde se guarecen las varias aves de que abunda el lago: entre el y el mar en el estrecho terreno que tiene allí la Dehesa, sin embargo de hallarse circuido de aguas saladas se obstenta junto a la Torre nueva una fuente de dulce y sabrosa, en que libró la providencia aquel alivio a los navegantes.


Al lado que mira al mar, yendo de Valencia al mediodia,  tiene este lago deliciosa dehesa, poblada de corpulentos árboles, y enmarañados arbustos de diversas especies, donde a trechos forman primorosas alfombras los mirtos silvestres, y copados pabellones que penden de los erguidos árboles,  por cuyos robustos pinos trepan imitando al maridage de los olmos con las hiedrasilas parras: está constituido este terreno entre el mar y el lago: es vedado de S.M. El sitio de mayor recreó por estas inmediaciones por la mucha abundancia de caza menor. 


Las azequias que concurren a dar pábulo a la Albufera, y los puertos que son otras mayores se llaman asi: Azequias, Puertos y Arroyuelos."


Se enumeran con sus nombres con un total de 63, para mencionar que "otros ynfinitos arroyuelos ay que son los que trabiesan de una parte a otra adar agua a los arrosares de que se mantiene."

Plan topográfico Albufera de Valencia del Museo Naval de Madrid, sacado de las exactas medidas que tiene echas don Juan Bautista Romero (mayor), Agrimensor por la Ciudad y profesor de Matemáticas (1717-1778).

jueves, 16 de abril de 2020

CINCUENTENARIO DE LA INAUGURACIÓN OFICIAL DEL NUEVO CAUCE DEL RÍO TURIA.

Obras en cruce avda. Castilla.- ca 1966 - Archivo Municipal

Las obras hidráulicas concluyeron en 1973 cuando dejaron de pasar aguas procedentes de colectores y acequias por el viejo cauce  

El 22 de diciembre de 1969, la antevíspera de Nochebuena, Federico Silva Muñoz, Ministro de Obras Públicas, inauguró la obra básica del Plan Sur, el desvío del río Turia por el sur de València. La parte principal de un proyecto, aprobado provisionalmente en 1958 y definitivamente en 1961, para solucionar el problema periódico de las riadas del río Turia que asolaban la ciudad, y al unísono el de los 264 pasos a nivel con variantes ferroviarias y nuevas estaciones. Acto en el que estuvieron: Joaquín González Vidaurreta, nuevo Jefe de la Casa Militar del Jefe del Estado, Vicente López Rosat, Alcalde de València, y otras autoridades.

            Descubrimiento placa en el puente del Saler. BIM 1969 de València.

En el puente para la carretera de El Saler fue descubierta una placa conmemorativa y finalmente en la Lonja el acto oficial donde el Ministro dijo “se pone en servicio una obra hidráulica trascendental para València cuyo coste total, hasta ahora, asciende a 4.065 millones de pesetas. Asimismo, se terminarán el embalse de Tous y las obras en curso en el puerto, y será inmediata la contratación de las obras para la autopista del Saler y el canal Júcar-Turia, que potenciará nuevos regadíos". Fue nombrado Hijo Adoptivo de València.

Coste sin haber concluido la totalidad de una obra que en la Ley del 23-12-1961 estimaron en una inversión de dos mil millones de pesetas y pasó de los seis mil millones. Cantidad un poco minimizada si tenemos en cuenta que el índice de precios casi se duplicó en un decenio, pasando de índice 100 en 1960 a 180 en 1970.

También desfase en las expropiaciones, calculadas en 300 millones de pesetas y en 1969 ya habían abonado más de 1.500.

Para cuantificar la inversión hidráulica del Plan Sur hay que tener en cuenta que los diarios Las Provincias y Levante, que hicieron largas reseñas de los actos, costaban 4 pesetas cada uno.

Pero antes, viniendo desde Madrid por carretera, el Ministro hizo una parada especial en Contreras para inaugurar la variante de 11,3 km. que eliminó un tramo de intrincado trazado de la N-III con 61 curvas  para cruzar el profundo cauce del río Cabriel, cuando solamente atendía un tránsito de 2.400 vehículos diarios, de ellos 1.400 camiones.

Proyecto para autopista por viejo cauce y nueva estación.- 1960.- 
Propiedad y Construcción

Según el folleto informativo de la Confederación Hidrográfica del Júcar en 1970, la parte principal del Plan Sur, es un cauce de 11.868 m., entre el desvío del Repartiment en Quart de Poblet y la desembocadura al norte de Pinedo, con capacidad nominal de 5.000 m3/s. Obra colosal subdividida en tres tramos por diferencias de tratamiento en su construcción.

De 3.159 m. de longitud entre Quart de Poblet y el Azud de Chirivella, con 175 m. de ancho, 7,5 m. de profundidad, pendiente de 0,001, revestimientos laterales de hormigón en talud y defensa de escollera los 10 m. centrales del cauce.

De 5.641 m. la continuación hasta el puente de la Pista de Silla, con 175 m. de ancho, profundidad 6,1 m., pendiente 0,0034, revestimientos laterales de hormigón en talud y todo el fondo con defensa de escollera.

Puente CV-400 hacia Benetúser, Catarroja - 2019.- Esteban Gonzalo


Y de 3.068 m. hasta el mar, con 200 m. de ancho, pendiente 0,001, y revestimientos con escollera los taludes laterales y el fondo del cauce. Según Vicente Fullana, del equipo de dirección de la obra, por falta de apoyo del subsuelo, sin tierra firme hasta los 30 m. de profundidad, no pudieron utilizar hormigón en ese tramo para los muros laterales.

Nuevo cauce con dos obras hidráulicas singulares: el Azud del Repartiment en su origen, construido para el reparto de las aguas a las acequias de la Vega de València cuyas tomas quedaron en el viejo cauce, y el Azud de Chirivella, para hacer perder cota de declive al trazado y evitar que la circulación del agua entre en turbulencia y erosione el cauce.

Proyecto para terrenos Estación Norte y zona vías, muelles y depósito locomotoras.- 1960.- Propiedad y Construcción

Primeramente se diseñaron diez puentes, tres para ferrocarriles y siete para carreteras y calles, para posteriormente añadirle cinco más para dar fluidez a nuevas autovías y los cruces entre las calzadas laterales de la V-30. La última adición fue en el año 2010 con el puente, con trazado en diagonal, para la línea de Alta Velocidad entre Madrid y València.

A ellos hay que añadir pasos subterráneos de obras hidráulicas de diversos tipos y de la línea 3 del metro entre las estaciones Mislata-Almasil y Faitanar.

INTENTOS DE DESVÍO Y PROYECTO DEFINITIVO

La Solución Sur fue la realizada, pero anteriormente hubo proyectos para desviar las aguas del Turia y evitar estragos en barrios de València, incluso con  rectificaciones posteriores, como fue el caso en el siglo XIV en Villanueva del Grao, donde tras desviar el tramo final del río dos años después lo revertieron al antiguo trazado.

El 1 de mayo de 1890 Joaquín Llorens y Fernández de Córdoba presentó un proyecto (esdiario.com 10-07-2019) que consistía en la desviación del río desde Mislata por un nuevo cauce hasta Chirivella para buscar el barranco de Catarroja, y por él hasta la Albufera, “a fin de rellenar ésta con las aportaciones del río y las que llevara a cabo la industria de los hombres hasta convertir el lago en terrenos cultivables”

El 20 de noviembre del año siguiente la reina María Cristina firmó el decreto autorizando la realización del proyecto, sin subvención del Estado pero con el derecho de propiedad, supongo, de los terrenos desecados. Pasaron los años sin que se hiciera, con opiniones a favor y en contra tras la desastrosa riada de 1897. Opiniones posteriores lo consideraron poco menos que descabellado, ya que hubiera complicado más el nivel del lago cuando los temporales marinos rehúsan recibir sus aguas.  

Sin embargo ante la magnitud del desastre ocasionado por las riadas de los días 13 y 14 de octubre de 1957, el Gobierno decidió elaborar un plan de defensa para aminorar los daños por avenidas. Cobró actualidad el proyecto del ingeniero Eustaquio Berriochoa Elgareste, quien en 1946 sugirió desviar el río por el sur y colocar en paralelo al cauce las líneas férreas para quitar los pasos a nivel que constreñían a València (Las Provincias 13-05-2015). 


Se estudiaron tres soluciones: Norte, Centro y Sur. La primera suponía el desvío del río Turia hacia el norte uniéndolo al barranco de Carraixet, la segunda la mejora del trazado urbano recuperando capacidad disminuida por los aportes continuados junto con la construcción de un embalse en Vilamarxant, y la tercera la más costosa y colosal, ya que suponía excavar un nuevo trazado a través de la Huerta de València, la construcción de grandes puentes y la reposición de servicios. Fue la que aprobó el Consejo de Ministros del 22 de julio de 1958, y tras los estudios y cálculos correspondientes las Cortes Españolas establecieron en la Ley 81 de 1961 las directrices para su financiación. La Dirección de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras Públicas (MOP) adjudicó la realización del proyecto a la unión de empresas CYT (Cubiertas y Tejados) y MZOV (compañía de construcciones del Ferrocarril de Medina del Campo a Zamora y de Orense a Vigo), quienes comenzaron los trabajos en febrero de 1965 bajo la dirección de la Confederación Hidrográfica del Júcar. Obras que no concluyeron el citado 22 de diciembre de 1969 sino en 1973 cuando dejaron de pasar aguas procedentes de colectores y acequias por el viejo cauce.

Asimismo acordaron que el Estado asumiría el 75% del coste, el Ayuntamiento de València el 20% y la Diputación el 5% restante. Y entre los recargos autorizados a los ayuntamientos integrados en la Corporación Gran Valencia, el cobro de 0,25 céntimos por carta enviada y 0,50 céntimos por telegrama cursado entre los años 1962 y 1971, ambos inclusive, aunque entraron el vigor en enero de 1963..

Como parte positiva, el nuevo cauce permitió la eliminación de la mayoría de los pasos a nivel de las líneas férreas de ancho ibérico, que fue total cuando en 1991 entró en servicio el túnel bajo viarios del Grao y Cabanyal, la mejora del sistema de evacuación del alcantarillado con la construcción de colectores, y que los viales laterales del cauce, la denominada V-30, que facilita los enlaces entre el bypass y las restantes vías de comunicación que acceden a la ciudad por sus lados oeste y sur sin entorpecer el tránsito por viarios urbanos.

Plan realizado parcialmente, ya que lo frenó la crisis de los años setenta, quedando pendientes: el embalse de Vilamarxant, la solución de las numerosos pasos a nivel de los ferrocarriles de vía estrecha que tuvieron que esperar a partir de 1988, la estación central que hubiera estado situada a la altura de la actual Ciudad de las Artes y las Ciencias, y destinar, en estos casos afortunadamente incumplidos, para autopistas el viejo cauce, y para viviendas lo que actualmente conforma el Parque Central e incluía el derribo de la Estación del Norte. Proyectos incluidos en el número extraordinario de la revista Técnico Informativa Propiedad y Construcción, editada en 1969 por la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana de Valencia, sobre “Las inundaciones de Valencia en 1957. Historia de la riada y perspectiva de la ciudad.”

Por contra la Solución Sur supuso la desaparición inmediata de 260 hectáreas de huerta y el derribo de centenares de viviendas, mayoritariamente rurales, y facilitó que en los decenios siguientes quedaran ocupadas por edificaciones y viales la franja de cultivos entre la ciudad y la nueva excavación, que quedó como frontera de expansión urbana.

Asimismo para adaptarse al Plan fue aprobado en 1966 el Plan General de Ordenación Urbana de València.

ENSAYOS EN GRENOBLE

Cuando en el año 2017 el Boletín del Instituto de Ingeniería de Aguas y Medio Ambiente de la Ciudad Politécnica de la Innovación entrevistó al ingeniero Vicente Fullana, les dijo que aunque fue aprobada la construcción en 1958, no comenzaron las obras hasta 1965, ya que hasta 1963 no se subastaron al faltar estudios sobre la superficie, corrientes de agua que podían aparecer y otros aspectos. Que se tuvieron que ir a Grenoble (Francia) para hacer el ensayo final para la Solución Sur, “teniendo en cuenta las características del río, que ocurría si se socavaba el cauce y que tipo de piedras necesitaban para cimentación y blindaje, ya que a la altura de Castellar y Oliveral eran terrenos de marjal con tierra firme a 30 metros de profundidad. Y por ello tuvieron que aumentar el presupuesto y utilizar piedras de la sierra Perenchiza de Torrent ”. Resaltó que pasado casi medio siglo considera la obra un éxito tanto en el diseño como en la construcción.

La obra más faraónica de la historia de València.

Texto de Esteban Gonzalo Rogel

martes, 14 de abril de 2020

BENIMACLET, ESPAI VERT

Esquina edificio calle Prudencio Alcón y Mateu. Foto 02.2019, E. Goñi

MIRANDO HACIA ARRIBA

Dando un paseo por la barriada de Benimaclet por la zona más cercana a la autopista de Barcelona, por las calles de Prudencio Alcón y Mateu y la de Diógenes López Mecho, médico, ambas muy cercanas a la más conocida por su circulación tranviaria de Doctor Vicente Zaragozá nos podemos encontrar con unas manzanas ocupadas por una sola edificación múltiple en cada una de ellas que atraen rápidamente la vista, y nos traen una muy distinta visión de la obra tanto artística como ecológica de sus respectivos arquitectos, que han huido de la típica edificación de nuestras calles, con un resultado que da para fantasear mucho rato, sin dejar de mirar y mirar levantando la vista.

La primera de ellas más simple y reducida, situada en la calle Prudencio Alcón y Mateu corresponde con un edificio de viviendas donde es básico el color blanco, pero salpicado de notas rojizas y con unas series de huecos y salientes no regulares, con una distinta y agradable estética.

Lateral edificio. Foto 02.2019, E. Goñi

El otro edifico es el propiamente denominado Espai vert, del que ya se han cumplido 25 años, y corresponde con un magnífico proyecto acabado en régimen de cooperativa en el que a través de las fotos podemos apreciar la influencia masiva de las plantas en el resultado final, sin olvidar los cambiantes volúmenes edificados, sus originales accesos, que aparecen donde menos esperas, voladizos, etc. Cada una de las viviendas disfruta de su propio y particular jardín, resumiendo un lugar donde a cualquiera que le guste estar con la naturaleza estaría muy a gusto, creo.


Foto Espai vert, 02.2019, E. Goñi
  
     Foto Espai vert, 02.2019, E. Goñi     
       
Foto Espai vert, 02.2019, E. Goñi

A la vista de estas cinco imágenes, sobre todo las del Espai vert espero que algunos lectores que no conozcan la zona se den un paseo para disfrutar de su visión y dejar de pensar en las fincas que llenan nuestras ciudades. Es como hacer un zapin con un resultado atractivo e inesperado.
  
Texto de Enrique Goñi Igual

domingo, 12 de abril de 2020

VIVIENDO EN UNA BARRACA VALENCIANA

Archivo Municipal

Pensaremos primero en una Valencia ocupada por una enorme extensión de lagunas y marjales. Simples estacas separarían el suelo del agua para albergar habitaciones. Ese fue el comienzo. Habitadas por  musulmanes antes de la Reconquista y tras ellos los moriscos y cristianos “nuevos  hasta su expulsión, así reemplazados por los cristianos “viejos conversos", represaliados de los agermanados, de ahi la colocación de la señal de la cruz en lo más alto de la barraca. Conforme las aguas fueron retirándose las estacas sobre el agua se cambiaron por paredes de barro.

Podríamos entrar en cualquiera de las barracas para darnos cuenta de la similitud entre ellas. Da lo mismo que esten entre huertas o cercanas al mar. La humildad de las gentes que las habitaban, el quehacer diario tanto de un agricultor, como de un pescador, como de un trabajador salinero. Sí, ¡un trabajador salinero! Cito este por ser los más desconocidos habitantes de las barracas valencianas. Viviremos con ellos en unos párrafos:


Archivo Municipal

Recordemos que el lago de la Albufera era una explotación salinera. En la zona de las salinas es donde más concentración de ellas habia. La primera de la que se tiene constancia es de 1453 , ”la barraca de la gola de la Albufera” en la embocadura del mar con el lago. Como todas las demás su construcción era a base de cañas y barro, los elementos existentes en el entorno. Eran tantas las que habían allí que en 1485 se edificó una iglesia para que se pudieran atender las necesidades religiosas del personal salinero y de los pescadores de la Albufera. Pero todas estas barracas desaparecieron en 1498 debido a un fuerte vendaval, cosa que hizo pensar con otros materiales màs resistentes a las inclemencias naturales y se llamaron desde entonces “barracas de obra nueva”.

Ahora ya es el momento de entrar.

Por la senda, acompañados del sonido del agua de una acequia que nos sigue por la derecha, y cruzando campos de cebollas y alcachofas, no sin detenernos bajo la ombría de unas moreras para mitigar el calor que el estío nos estaba regalando, nos quedaba menos trayecto para llegar. Los niños correteaban ajenos a la sombra y se remojaban con el agua de la acequia. Jugaban a recorrer las hendidas huellas del carro que varias veces al día recorria Joanet para airear la tierra con la ilusion que todo labrador tenía para el dia de la recogida. Camino de hierba desparramada, escapada de su carro con la que al llegar alimentaría a sus animales.


Archivo Municipal

A menos de cien metros allí se veía, perfecta, blanca, humilde pero a la vez solemne, como solo él la podía cuidar.

Bajo la techumbre de la entrada y junto a una gran higuera, ¡qué aroma desprendía esa higuera!, una bancada encalada, a la par que la fachada, que obligaba a sentarse y respirar esa paz que solo alli se conseguía. Un horno grande de barro desprendía el aroma de leña con la que se había cocinado la tarde anterior, porque se cenaba pronto, había que levantarse a la salida del sol, la huerta tiene esas cosas.

No era grande, era suficiente. Tan solo era un rectángulo de 9 x 5 metros, eso sí, tan bien organizado que nada le faltaba. El tejado era bonito, a dos aguas y con bastante vertiente evitando que el agua se estancara con las lluvias, hecho de cañizo y barro en su parte más alta. 

Atravesando la puerta situada a la izquierda, que mira al sur, y que por cierto, es muy grande -tiene que iluminar bien la parte interior, aunque tambien tiene una pequeña ventana a su lado derecho- hay un pasillo que la recorre de parte a parte y al fondo una puerta para salir a la parte posterior. Un muro longuitudinal separa mas o menos por la mitad, quizá un poco menos, las habitaciones, dos o tres según tamaño; en casa de Joanet eran dos, no necesitaba más. El comedor también estaba ahi. A la derecha pasamos la cocina, la justa porque se suele usar el horno de fuera, al menos para guardar unos pocos cacharos y alguna tina. Colgaban de la pared aperos de labranza, y aunque se procuraba de limpiarlos, quedaban las huellas de la tierra pegada.

Salimos por la puerta trasera, y entre unos plantones de fresas una pequeña construcción que a los niños les hizo mucha gracia, creían que era una barraquita pequeña donde poder jugar, pero Joanet les explicó que era una “sebera” o cebollera, para guardar las cebollas que él iba recogiendo de la huerta y allí se iban secando. Era curiosa, las paredes de listones de madera y el techo de cañizo.

(Volveremos dentro y os enseñare algo) Al subir una escalera de mano que apoyaba sobre la pared del pasillo, llegamos a la andana, sólo habían tomates colgando de hilos en forma de ristras secándose. En el suelo se extendían telas viejas con patatas, melones y calabazas. Nos contó que hace unos cuantos años allí tenía gusanos de seda, que los criaba y los alimentaba con hojas de morera para que luego la seda fuera utilizada y que muchas valencianas lucían en sus mejores galas, con sus trajes a la hora de engalanarse para las fiestas.


Archivo Municipal

Comimos una buena paella bajo la sombra de la higuera, y nos saciamos de beber con el agua fresca del pozo con la que Joanet rellenó unos botijos. Hicimos una buena siesta, mientras la madre de Joanet hacía unas espardeñas con esparto sentada en su silla de enea.

La tranquilidad se despidió de nosotros cuando alrededor de aquella bonita barraca los niños empezaron a corretear, jugando al plantat, a la taba, al rogle... después de una buena merienda de pan con vino y azucar.

El recuerdo de aquel dia hizo que volvieramos tras cinco años. Por el camino nos dimos cuenta que la acequia no sonaba, las hendiduras del carro apenas se distinguían, la hierba desparramada habría sido llevada por el viento o arrastrada por la lluvia y las alcachofas eran sustituidas por malas hierbas. 

Quedaban los cien metros y no estaba. Nos dimos cuenta que estabamos a principios del siglo XX, y que una normativa municipal prohibió reconstruir las barracas que ya estaban deterioradas y lentamente fueron desapareciendo.

Texto de Amparo Zalve Polo