1923 - Julio - Diario de Valencia
domingo, 31 de julio de 2016
sábado, 30 de julio de 2016
LA SAGA DE LOS FINEZAS - FOTÓGRAFOS VALENCIANOS
Joaquín Sanchis Serrano (Antella, 1889 - Valencia 1957), fue
el fotógrafo fundador de esta saga. Luego se unirían a la misma su hijo Manuel
y, posteriormente, su nieto José Manuel.
El nombre de Finezas (reproducido en todas la imágenes con
una tipografía inconfundible), que dio nombre a toda la saga, era un mote
originado por la elegancia en el vestir, siempre impecable, de la que hacía
gala en su primera época como fotógrafo del mundo del toreo, siendo amigo del
famoso torero Manuel Granero, de quien fue mozo de espadas y al que acompaño
hasta su trágica muerte en el año 1922.
Posteriormente se ocupo de realizar reportajes fotográficos
para la prensa local, especialmente de fútbol.
En el año 1949, ya con 60 años, realizó un impactante
reportaje fotográfico sobre el afeitado de los toros, que fue publicado no solo
en toda la prensa nacional, sino también en medios internacionales como el
Times y la revista americana Life.
A su muerte, a los 68 años, su hijo Manuel (Valencia, 1918 -
1996) —quien de joven realizó numerosos reportajes sobre la contienda nacional
en Valencia—, le sucedió siendo ya un reputado fotógrafo especializado en el
mundo del fútbol, al cual era muy aficionado, aunque posteriormente se dedicó a
la fotografía de obras arquitectónicas. José Manuel, nieto de Joaquín, ayudo en
las labores periodísticas a su padre hasta la jubilación del mismo.
Texto de Mauro Guillén
viernes, 29 de julio de 2016
HOMENAJE AL DOCTOR LANDETE
1923 - El periódico El Pueblo en su edición del 31 de julio,
martes, daba cumplida cuenta en su primera página y en la columna titulada "La
Feria", del acto que se había celebrado el domingo anterior en la hasta entonces conocida
como plaza de la Cruz de Ruzafa, que pasaba al nomenclátor de la ciudad con el
nombre de Doctor Landete, quien había llegada la víspera desde Madrid para
participar en el evento a celebrar en la barriada de su niñez, agradeciendo con
su presencia el honor recibido.
Tras leer el acta el secretario de la alcaldía Sr.
Castañeda, minutos después de las once horas,
el teniente alcalde Sr. Marco
Miranda expresó unas palabras de elogio a la figura del ilustre odontólogo
valenciano, quien con su talento y laboriosidad había enaltecido el nombre del
pueblo que le vio nacer. A continuación procedió a descubrir la lápida,
mientras la Banda Municipal interpretaba el "himno a Valencia" que se mezclaba
con los aplausos de los asistentes.
Fueron varios los oradores que glosaron el talento del
homenajeado y sus méritos científicos,
para finalmente tomar la palabra el propio D. Bernardino Landete, quien, en
valenciano y con gran emoción, agradeció las muestras de afecto de los
asistentes.
El homenaje continuó en el jardín municipal de "los Viveros", donde se reunieron más de cien comensales en un banquete servido por el Palace Hotel,
donde se repitieron discursos de afecto por numerosos asistentes, a los que se adhirieron los doctores Gómez Ferrer y Sanchis Bergón entre los de mayor
renombre, al igual que el escultor Mariano Benlliure.
jueves, 28 de julio de 2016
miércoles, 27 de julio de 2016
LAS TORRES DELS SERRANS
1392 - En 1356 y por decisión de Pedro el Ceremonioso, temeroso
de los asedios del rey de Castilla, se habían iniciado las obras para amurallar
la ciudad con un nuevo cerco a cargo de la Junta de Murs i Valls. De rápida
construcción, sus puertas eran pequeñas y nada acordes con la entidad del “cap
i casal”, por lo que se decidió levantar una gran puerta llamada a convertirse
en el principal acceso de Valencia, orientada hacia el camino a la otra parte
del río conocido como “del Serrans”. Su fábrica, por decisión de los Jurados,
se encomendó a Pere Balaguer, “Mestre molt sabut en l’art de la pedra” y las
obras tuvieron su inicio en 1392 para ser culminadas en 1398.
Fue la puerta del Monasterio de Poblet la que inspiró al
maestro picapedrero, pero lo que tenía en su mente es que doblará o más su
volumen. En su boceto se vislumbraba una alzada aproximada a los 200 palmos
valencianos, que de seguro iba a impresionar a quienes la contemplaran.
Para su contruccion hubo que derribar varias casas y parte
de la vieja muralla árabe que coincidía en la zona. La Junta de Murs i Valls
aportó mediante carros las piedras de las canteras cercanas y por el río
llegaron los troncos de la serranía para el necesario andamiaje que iba
posibilitar la elevación de las piedras mediante sogas.
El maestro Balaguer iba a estar ayudado por Enrique Alemany y Joan Llobet, cantero y escultor respectivamente, en una obra para cuyo término fueron necesarios seis años de trabajo, supervisados por el “sotsobrer” Bertrán Moliner que actuaba en nombre “dels Jurats”, responsables de su ejecución, Despuig, Vives de Valeriola, Fluvía y Cardona.
El maestro Balaguer iba a estar ayudado por Enrique Alemany y Joan Llobet, cantero y escultor respectivamente, en una obra para cuyo término fueron necesarios seis años de trabajo, supervisados por el “sotsobrer” Bertrán Moliner que actuaba en nombre “dels Jurats”, responsables de su ejecución, Despuig, Vives de Valeriola, Fluvía y Cardona.
martes, 26 de julio de 2016
lunes, 25 de julio de 2016
AQUELLOS TROLEBUSES
Foto de Esteban Gonzalo (1976)
El 22 de mayo de 1976 circularon por última vez trolebuses por las calles de Valencia. Un medio de transporte cuya vida valenciana comenzó cuando el 17 de julio de 1951 fue oficialmente inaugurado y el día siguiente con servicio normal en el recorrido entre las calles San Vicente y Reina Doña Germana, posteriormente prolongado hasta Monteolivete, primero como líneas 3 y 13, y pocos años después como línea 13 únicamente. Formaba parte de un proyecto más extenso que no completaron y finalizó su vida el 14 de mayo de 1976, cuatro años después de su prolongación hasta la avenida Barón de Cárcer y un par de meses antes de cumplir su vigésimo quinto aniversario.
Fue la única línea de trolebuses de Valencia hasta que el 8
de octubre de 1969 este tipo de vehículos sustituyeron a los tranvías de la
línea 5 de circunvalación y el 20 de junio de 1970 a los tranvías hacia el
Distrito Marítimo. Para estos servicios y para ayudar al desgastado material de
la línea 13 compraron en 1967 a un chatarrero de Madrid 12 trolebuses que sólo
habían circulado siete años y el año siguiente 47 a Barcelona que había
suprimido ese medio de transporte por autobuses y donde los vehículos más
modernos sólo prestaron servicio nueve años.
Solución transitoria de Saltuv (Sociedad Anónima Laboral de
Transportes Urbanos de Valencia) cuando en 1967 ya no hubo disponibilidades
económicas para comprar más autobuses para la sustitución de las mencionadas
líneas de tranvías y el antiguo trolebús, en cumplimiento de la premisa
municipal de suprimir los vehículos eléctricos, cuando lo lógico era haberlos
mantenido más tiempo para espaciar el periodo del reemplazo. Lo que si
cumplieron fue el acuerdo con el ayuntamiento de quitar los cables por el
interior de la ronda, ya que en sus últimos años las líneas de tranvías 1 y 4
comenzaban su recorrido en las Torres de Serranos y las 2 y 3 en la Gran Vía de
Germanías, itinerarios que siguieron los trolebuses que les sustituyeron. Por
el centro urbano sólo quedó hasta su desaparición el cableado de la línea 13.
Fue una medida cara a costa del erario público que ahora hubiera tenido otras repercusiones, ya que al precio de saldo de las compras en Madrid y Barcelona, hay que agregarles el coste de sus rehabilitaciones en las cocheras del Portalet, dijeron que para dejarlos “como nuevos”, y la inversión para instalar más de 60.000 metros lineales, el doble que para tranvías, de cable de cobre con sus correspondientes aditamentos. A las líneas 2 y 3 les faltaron diez días para cumplir los cinco años de servicio, las 1 y 4 finalizaron su vida el 28 de febrero de 1976 y lo mismo le ocurrió el 22 de mayo a la línea 5, que puso punto y final a los trolebuses antiguos en la Comunidad Valenciana, ya que la nueva generación de este medio de transporte comenzó en el 2008 en Castellón.
Saltuv sólo recuperó algo de lo gastado con la venta de 17
trolebuses ex Barcelona a Pontevedra, ciudad donde estuvieron circulando hasta
1989.
Texto: Esteban Gonzalo Rogel
domingo, 24 de julio de 2016
sábado, 23 de julio de 2016
UNA PLACA AL MÚSICO PEYDRÓ, AUTOR DE LA "MARCHA DE LA CIUDAD".
Archivo Municipal
1931 - Por decisión de la alcaldía un tramo de la popular
calle de Gracia había tomado recientemente el nombre de Músico Peydró. Desde la
plaza de la Merced hasta su cruce con la calle En Sanz se homenajeaba de esta
manera al creador de la "Marcha de la Ciudad" escrita en 1898. El
vecindario y en prueba de su aceptación, organizó una serie de festejos que
transcurrieron entre los días 22 y 26 de julio. El día de su inicio se
correspondió con la colocación de una placa rotuladora al comienzo de la calle.
Allí estaba "La labradora" como principal testigo de la fiesta en un
acto que lo fue muy concurrido.
La participación vecinal tuvo su continuidad durante cuatro
días con verbenas, conciertos por diferentes bandas de música, con la
presentación de la cómica "El Buñol" que produjo el natural deleite
entre los asistentes y otras diversiones.
La inauguración de la lápida tuvo lugar a las doce y media
con gran asistencia de gente, en una "calle adornada con arcos, gallardetes
y unas barracas alusivas a la zarzuela del popular maestro", mencionaba La
Correspondencia en su edición de tarde.
Tras la lectura del acta por el secretario Larrea, tomó la
palabra el alcalde José Trigo Mezquita para mencionar la vieja amistad con el
maestro, resaltando sus cualidades como caballero y artista. La Sociedad de
Autores participó en el acto con unas palabras de afecto y admiración al músico
a cargo de su representado. Maximiliano Thous,
glosó en "poéticos párrafos la personalidad del maestro Peydró, un
valenciano que ha llevado su amor a Valencia hasta el extremo de no querer
salir de ella".
Finalizó el acto con unas palabras de agradecimiento del
propio maestro quien habia tomado la batuta para dirigir su "Marcha de la
Ciudad", interpretada por la Banda Municipal, que también alegró a la
concurrencia con diversas composiciones del maestro Giner y el Himno de Riego.
La traca cerró el acto en medio del mayor entusiasmo.
viernes, 22 de julio de 2016
jueves, 21 de julio de 2016
VALENCIA EN 1253
1253 - En Valencia llegaba a su fin el dominio musulmán que ejercía desde el siglo VIII. Con carácter de Cruzada el Reino de Valencia se había incorporado a la Cristiandad y el día 9 de octubre de 1238 la Mezquita Mayor fue consagrada como Iglesia Metropolitana dedicada a Santa María.
Dos días después de aquella fecha, se celebró en su interior la primera misa una vez retirados los objetos de culto musulmán tras la construcción de un altar.
Al mismo tiempo, varias mezquitas, mediante bendición, fueron convertidas en parroquias y en muy pocos meses se establecieron las de Santa Catalina, Santo Tomás, San Martín, San Andrés, San Esteban, San Nicolás, El Salvador, San Lorenzo, San Bartolomé y San Miguel. Fuera de los muros se consagraron la de San Juan en la Boatella, Santa Cruz en Roteros y San Valero en Ruzafa.
Igualmente continuaba con su rito mozárabe La Roqueta, que ya venía haciéndolo con anterioridad a la entrada de D. Jaime en la ciudad.
A la sazón, continuaron en su ejercicio alguna mezquitas para los musulmanes residentes en Valencia.
El plano de 1253 nos muestra la ciudad amurallada y los diferentes barrios emplazados en sus arrabales.
miércoles, 20 de julio de 2016
martes, 19 de julio de 2016
EL NACIMIENTO DE LA CASA CARIDAD
Casa Caridad en Guillen de Castro número 9, frente al rio.
1907 - Al alcalde de Valencia don José Sanchis Bergón se le
debe la feliz iniciativa que dio lugar al nacimiento de la “Casa de Caridad”
que en su comienzo lo hizo con el nombre de Asociación Valenciana de Caridad en
1906. El alcalde mantuvo contactos con el farmacéutico don José García Zahonero
y el periodista don Luis Gil Sumbiela, quiénes pertenecían a un desaparecido
sindicato de iniciativas existente en nuestra ciudad. Así fue como se fraguó
una idea con el fin de que desapareciera la mendicidad en las calles de la
ciudad.
En unos pocos meses, cinco, ya estaba redactado el
reglamento de la nueva Asociación, nacida en el mismo Ayuntamiento con su
alcalde como Presidente.
El 19 de julio de 1906 el alcalde hacía colgar en las
esquinas un bando que recogía en esencia el fin que se habían propuesto los
tres iniciadores de tan caritativa empresa y su puesta en marcha.
Decía el bando tras su inicial HAGO SABER:
“Que hace ya
tiempo constituye una aspiración de todos los valencianos la supresión de la
mendicidad (...) Los pobres impedidos para el trabajo (...) pueden hacerse
inscribir en los padrones de las juntas de distrito (...) donde recibirán un bono que les da derecho a dos
comidas (...) El reparto de raciones comenzará el día 20 del corriente y desde
ese día queda prohibida la mendicidad en Valencia (...) Se considerará como mendigo
a todos los que en la vía pública pidan limosna”.
El bando dictaba la multa para quienes lo infringían, salvo
si eran pobres forasteros que se les pondría a disposición del Gobernador para
su envío al lugar de origen.
Las primeras raciones se entregaron en el Asilo Municipal de
la plaza de la Purísima, que habían sido
contratadas, a falta de cocina, a una casa de comidas de la calle Ercilla. Las
oficinas de la Asociación estaban en la calle Gracia, en la trasera del Convento
de San Gregorio.
En esta situación se procuraba la caridad. Comenzado 1907 la Asociación Valenciana de Caridad se instalaba con cocina,
comedor, oficinas y otras dependencias en una antigua fábrica de curtidos de la
ronda de Guillén de Castro 9, frente al río, donde estuvo hasta 1909 cuando se
inauguraron las nuevas instalaciones del Paseo de la Pechina.
lunes, 18 de julio de 2016
domingo, 17 de julio de 2016
EL TRIANÓN PALACE
Archivo Fundación Goerlich
Valencia en 1914 tenía seis teatros. A ellos se les iba unir pronto uno con vocación de estar en la línea de los mejores de España,
incluso de superarla. Contaba la ciudad con un joven arquitecto dispuesto
igualmente a estar entre los mejores. El binomio encajaba a la perfección, por
lo que el empresario Manuel Porres dejó en manos de Francisco Javier Goerlich
(quien había obtenido el título de arquitecto en el mismo año) la dirección de
tan suntuosa obra, en principio como Teatro-Circo de acuerdo con la moda
imperante. El solar del Convento de Santa Clara era el marco adecuado para su
lucimiento en un lugar céntrico con gran proyección hacia la vida lúdica y
bohemia: la del espectáculo.
La fachada principal estaba rematada por grupos
escultóricos: uno simbolizaba la escultura y la pintura mediante dos soberbias
matronas, otro compuesto por dos personas se recreaban en la música y la poesía
y un tercero mediante figuras humanas en homenaje a la aviación y al
cinematógrafo. Estaban los tres coronados por unos angelitos como remate
artístico, mientras que por la fachada se mostraban grandes manchones remarcado
por carátulas, llamando la atención por su osadía un arco de una sola pieza
sobre la entrada al teatro que lucia una artística verja de hierro.
En cuanto al interior, agradó y mucho su vestíbulo estilo
Luis XIV, decorado por las manos de José Benlliure hijo, quien se encargó de su acabado artistico, con una regia
escalinata como acceso al patio de butacas, y dos soberbias escaleras en los
flancos hacia el piso principal. Pero lo que dejó asombrado al público fueron
las dimensiones del salón: sus 50 metros de largo con un ancho de 18 metros y
13 de altura admiraron a los asistentes.
Para el disfrute de los espectáculos se ofrecían localidades
clasificadas por butacas, palcos plateas, palcos principales, asientos de
preferencia en la planta baja y delanteras y entrada general en el piso
superior.
Para su acceso, además de la entrada principal a la calle Pi y Margall, disponía de seis puertas en la calle Convento Santa Clara comunicadas con el salón y dos más con el escenario.
En su inauguración la asistencia del público fue todo un éxito, pues con su capacidad para más de 1500 espectadores tan solo quedaron vacíos un par de palcos y unas pocas butacas de las últimas filas, con la representación de tres conciertos a cargo del maestro Lasalle. Ya en la década de los veinte, el Trianón se adaptó a la magia del cinematógrafo, deslumbrando al público hasta 1948, el año de su derribo.
Para su acceso, además de la entrada principal a la calle Pi y Margall, disponía de seis puertas en la calle Convento Santa Clara comunicadas con el salón y dos más con el escenario.
En su inauguración la asistencia del público fue todo un éxito, pues con su capacidad para más de 1500 espectadores tan solo quedaron vacíos un par de palcos y unas pocas butacas de las últimas filas, con la representación de tres conciertos a cargo del maestro Lasalle. Ya en la década de los veinte, el Trianón se adaptó a la magia del cinematógrafo, deslumbrando al público hasta 1948, el año de su derribo.
sábado, 16 de julio de 2016
viernes, 15 de julio de 2016
LAS TRES CARABELAS EN EL PUERTO DE VALENCIA
Foto de Esteban Gonzalo (1991)
Del 15 al 24 de marzo de 1991 hicieron escala en el muelle
de Poniente del puerto de Valencia las réplicas de los 3 barcos, una nao y 2
carabelas, con las que Cristóbal Colón descubrió América el 12 de octubre de
1492.
Fueron construidas por carpinteros de ribera en Isla
Cristina (Huelva) por encargo de la Sociedad Estatal Quinto Centenario.
En su largo periplo de navegación y escalas, tras haber
estado en los puertos de nueve ciudades españolas, el día 15 de marzo los
barcos realizaron la singladura de Tarragona a Valencia, ciudad donde el día 24
retomaron viaje hacia Cartagena, Marsella, Cannes y Génova. Después nuevamente
a Cartagena para rodar una producción norteamericana, y a su terminación seguir
hacia Lisboa, Bayona, Vigo, Santander, Gijón y La Coruña, para finalizar en
Huelva con el proyecto de seguir hacia América. Navegación a vela y al mando
del Capitán de Corbeta Santiago Bolivar.
Singladuras con las incomodidades del siglo XV, sin agua
corriente ni calefacción, donde la ducha era a base de cubos de agua, y la
única variación importante fue la alimentación que no dependía, principalmente,
de las salazones como 500 años atrás.
Para ambientación de época llevaban espadas, ballestas,
picas, escudos y lanzas, así como un falconete y una culebrina por buque.
En la denominada Travesía 91 la tripulación de las naves se
componía de unos sesenta hombres, la mayoría licenciados y estudiantes de
náutica.
La estancia en los puertos estaba acompañada por diversas
actividades culturales preparadas por los ayuntamientos, siendo un gran éxito
de visitantes su estancia en Valencia al coincidir con los principales días
falleros.
Después de las conmemoraciones la Junta de Andalucía compró
las tres naves que son atractivo turístico en el muelle de La Rábida.
Texto de Esteban Gonzalo Rogel
jueves, 14 de julio de 2016
miércoles, 13 de julio de 2016
LA FERIA DE JULIO
Archivo Municipal
(Pabellón inaugurado en 1926 de Carlos Cortina)
(Pabellón inaugurado en 1926 de Carlos Cortina)
Un año más, en breve, comenzará la Feria
de Julio de Valencia. Una tradición de nuestra ciudad de la que han disfrutado
muchas generaciones de valencianos.
Curiosamente, el origen de la Feria de
Julio lo encontramos en las corridas de toros que los días 23, 24 y 25 de julio
se celebraban en Valencia por las fiestas de Santiago y Santa Ana. Durante
estos días la ciudad de llenaba de aficionados y curiosos de diferentes
poblaciones. Y su finalización marcaba el principio del éxodo de las clases
media y acomodada que huían del calor en busca de temperaturas más agradables
en Godella, Bétera o el Cabanyal, quedando la ciudad vacía hasta el mes de
septiembre.
El Ayuntamiento de Valencia, con el
impulso de tres concejales vinculados al sector comercial, —Pedro Vidal, José
Saura y Enrique Ortiz—, propuso en 1870 la celebración, en el mes de julio, de
una feria con exposición de productos y ganado, y, por supuesto, la celebración
de corridas de toros. La propuesta tuvo muy buena acogida y en ella se implicó
toda la sociedad valenciana.
Un año después, en 1871, el concejal Mariano Aser fue nombrado presidente de la Feria de Julio, escogiendo el Paseo
de la Alameda para instalar la feria. La propuesta fue seguida con entusiasmo
por los diferentes gremios, quienes financiaron un castillo de fuegos
artificiales. El alumbrado de la feria corrió a cargo del Marqués del Campo,
Don José, quien realizó —y financió— la instalación de gas necesaria para ello.
A partir de entonces, año tras año, la
Feria de Julio ha convocado a miles de valencianos, dispuestos a disfrutar del
frescor de la noche durante los calidos días de mes de julio.
Fuente: La Feria de Valencia. Imágenes de la Biblioteca Valenciana. Ed.
Generalitat Valenciana, 1998.
Texto de Mauro Guillén
martes, 12 de julio de 2016
lunes, 11 de julio de 2016
UNA PLACA EN RECUERDO DE JOSÉ CRISTOBAL SORNÍ
Archivo Municipal
1913 - El 10 de julio y en jornada vespertina se recordaba en la ciudad el
centenario del nacimiento de uno de sus hijos ilustres, D. José Cristóbal Sorní, quien había destacado
por la abolición de la esclavitud desde su cargo como ministro de la I
República.
En su homenaje, el Ayuntamiento había acordado para ese día la colocación de una lápida en su casa natalicia de la calle Cambios. Y mientras por parte de las redacciones de Las Provincias, La Correspondencia y el blasquista El Pueblo se daba cumplida información del acto, muy elogiado por cierto, al que asistió numeroso público y al que se asociaron todas las entidades y corporaciones de la ciudad, el Diario de Valencia, sin embargo, tomaba a guasa lo que denominaba una "concentración republicana", que, de digno evento, la redacción del periódico lo transformaba en un vulgar sainete:
Comenzaba el cronista de este último en su columna titulada “Lo que “se”
hemos reído”, con esta descripción:
“Un carafalito arreglado de florero; una cortina contemporánea de doña Juana la Loca y seis metros de percalina blanca y azul colocados en dos balcones...en realidad, el homenaje a don Cristóbal Sorní ni fue acontecimiento ni nada; un pequeño desahogo de las huestes republicanas, reducidas al átomo impalpable por mor de la unión discurrida en el privilegiado caletre del joven y grandilocuente diputado”.
“Un carafalito arreglado de florero; una cortina contemporánea de doña Juana la Loca y seis metros de percalina blanca y azul colocados en dos balcones...en realidad, el homenaje a don Cristóbal Sorní ni fue acontecimiento ni nada; un pequeño desahogo de las huestes republicanas, reducidas al átomo impalpable por mor de la unión discurrida en el privilegiado caletre del joven y grandilocuente diputado”.
El redactor no
entraba en más detalles del acto ante la casa natal del prestigioso político, dato del que estaba muy lejos su consideración.
Se limitaba tan solo a informar que tras descubrir la lápida tomaron la palabra D.
Vicente Dualde y el Alcalde, iniciándose a continuación una marcha que a su
paso por la calle de la Paz “formaba todo cuanto vale, significa y bulle en la
política valenciana”.
Y así nominaba a sus participantes: “La ciencia y la filosofía estaban representadas por
Sábata, Cachoches y Dátil; la alta banca, por Cacau, Baldragues, Milocha y
Pelma; el comercio, por Ripio y Sabata; el arte, por el Segallós, el Coixo y
Moltafam; la industria por Serapio el Cairer y Sabino el Encanat; la
aristocracia, por el marqués de Seba y el duque del Foguer. A los que se
agregaban hasta doscientos republicanos que no habían podido cambiar de ropa y
dejaban cierta apetitosa aulorita, muy propia del sudor y de la estación”.
Terminaba su crónica
haciendo referencia a la corona de flor natural que colocaron en una pared de
la calle Sorní, en una acción encomendada a un sujeto que "fue obsequiado
con cuatro reales de gratificación por su trabajo; el hombre entre sonriente y
ruboroso no quería admitir la moneda y el que se la daba, le dijo:
-Prensa, home, en ca que siga pa un got de vi.
Y le dio una peseta falsa”.
domingo, 10 de julio de 2016
sábado, 9 de julio de 2016
UN ALERTA EN EL GRAN TEATRO
Colección Biblioteca Valenciana
1923 - Finalizaba el año y el 6 de diciembre abría sus
puertas el Gran Teatro en la nueva avenida Amalio Gimeno que, por su conexión
directa entre la Estación del Norte y la plaza de Castelar, se convertía en una
puerta de entrada principal a la ciudad. Además de estar llamada a codearse
entre las más importantes de sus vías urbanas.
Al día siguiente de su inauguración el cronista del Diario
de Valencia estaba enfadado. Lo demostraba en su portada. Tenía motivos
para ello, lo que no fue óbice para que en su profesionalidad destacara las
cualidades del nuevo centro de ocio que había iniciado su andadura con una
representación musical: las zarzuelas de Amadeo Vives, Maruxa y Bohemios.
La sala, abundaba el redactor en su descripción del
interior, contaba con un vestíbulo foyer, Café Bar, galerías y escaleras,
regalando al espectador el mejor efecto
visual posible por su decoración y por su iluminación que resultan espléndidas. Decía.
Hablaba en su crónica de la existencia de dos pisos: en el principal
hay palcos laterales y un agradable anfiteatro, en el segundo localidades
preferentes de delantera y la entrada general; luego hay dos proscenios
solitarios que parecen colgados del piso principal de situación no tan
gallarda; y el patio de butacas que es lo que parece acercarse más a las
intenciones de futuro cine.
Pero la razón de su enfado venía al final de su columna,
lamentando no poder dar referencia de la interpretación musical, pues por el
peligro atrapar una pulmonía se vio precisado a abandonar el teatro sin esperar
a que el primer acto de Maruxa terminará.
La razón de su huida venía dada por una intolerable corriente de aire que por el acceso lateral derecho de la sala al
escenario, se proyecta sobre los espectadores próximos a donde el redactor se
hallaba, lugar al que había sido invitado.
Finalizaba haciendo una llamada a la empresa para
que tomara medidas para facilitar su trabajo en próximas actuaciones, sin
temor alguno para el crítico, y de esta guisa contribuir con su tarea a los buenos propósitos
de la dirección. Y, al tiempo, suscitar en el público la afición hacia tan digno
espectáculo.
viernes, 8 de julio de 2016
jueves, 7 de julio de 2016
EL ALUMBRADO ELÉCTRICO
Desde finales del XVIII era el
aceite y a su cargo el que alumbraba hasta la medianoche las calles de las
familias pudientes, pero como seña de modernidad fue el gas de hulla el que
desde 1844 iluminara la ciudad, aún amuralladas, de la mano del alcalde que años más tarde sería ennoblecido como Marqués de Campo. Avanzó el siglo y fue en 1882
cuando el alumbrado eléctrico, de la mano de la Sociedad Española de
Electricidad, empezó a dar vida en la noche valenciana que pasaba a ser de esta
forma la tercera ciudad española con el servicio, después de Madrid y Barcelona
que había sido la primera. En aquel año, el público supo del nuevo avance
tecnológico desde los escaparates de la popular Casa Conejos de la calle San
Vicente.
Muy poco tiempo después y en
enero de 1883 se crea la Sociedad Valenciana de Electricidad con el primer
punto de luz en la plaza de la Constitución, siendo la fundición Vulcano,
situada en el Llano de la Zaidia, una de las primeras fabricas en disfrutar del
nuevo servicio. Con el comienzo del nuevo siglo, se crearon varias empresas
eléctricas encargadas de un alumbrado que se iba a extender por la ciudad, en
competencia con el del gas que se mantuvo por unos años. En 1906 el alumbrado
público llegó a la Alameda, extendiéndose al mismo tiempo hasta el Grao. Y
con la Exposición Regional de 1909, este
servicio se generalizó por la ciudad.
El 27 de marzo de 1906, el diario
El Pueblo se hacía eco de que "hace ya dos noches que funcionan las
lámparas de arco voltaico instaladas a ambos lados del antiguo jardinillo de la
plaza Emilio Castelar, y además en el nuevo parque de lo que fueron solares de
San Francisco y en la calle Pi y Margall (antes Ruzafa)".
El redactor entraba en detalles
al informar de la provisional disposición de los postes, toda vez dentro de
poco tiempo serían sustituidos por farolas de hierro de nueve metros de altura
que "sostendrán arriba la lámpara eléctrica y más abajo brazos con farolas
de gas que quedarán encendidas cuando se apaguen las otras". Columnas que,
como otros candelabros de cinco brazos, se instalarían en diversos puntos de la
ciudad, tanto en cuanto fuesen entregadas por la fundición contratada.
miércoles, 6 de julio de 2016
martes, 5 de julio de 2016
EL SANTO CÁLIZ
Hemeroteca Municipal
Bajo el reinado de Alfonso el Magnanimo Valencia alcanzó su
mayor esplendor siendo la ciudad más importante de la Corona de Aragón.
Tal fue su poder económico que Valencia, a traves de sus Jurados, financió las campañas del monarca por el Mediterráneo para extender sus dominios.
Tal fue su poder económico que Valencia, a traves de sus Jurados, financió las campañas del monarca por el Mediterráneo para extender sus dominios.
En su agradecimiento a la ciudad y como garantía de la deuda
contraída, dio instrucciones para que una serie de reliquias (así como objetos
de gran valor representativo entre los que destacan las cadenas de Marsella)
fueran entregadas a la ciudad.
La de mayor consideración fue la del Santo Cáliz que en el siglo III había llegado a España desde Roma de la mano de quien sería elevado a los altares como San Lorenzo, custodiada primero en diversos lugares de los Pirineos y tras su paso por Zaragoza en 1399, posteriormente por Barcelona, fue entregada al Cabildo de Valencia un 18 de marzo de 1437, donde desde entonces permanece.
La de mayor consideración fue la del Santo Cáliz que en el siglo III había llegado a España desde Roma de la mano de quien sería elevado a los altares como San Lorenzo, custodiada primero en diversos lugares de los Pirineos y tras su paso por Zaragoza en 1399, posteriormente por Barcelona, fue entregada al Cabildo de Valencia un 18 de marzo de 1437, donde desde entonces permanece.
Del que fuera o no el que protagonizara la Santa Cena, lo
cierto es que el cuenco de piedra, en la actualidad con bello y rico ornato
como base para su presentación, está datado con precisión en la época de los
hechos y se corresponde con el momento que tuvieron lugar los últimos días de Jesús, mientas que otros de los supuestos cálices que se atribuyen como
auténticos puedan documentar su antigüedad, ni que la piedra que lo forman
tengan las características de las que se utilizaban en la Judea en aquellos
años.
Condición sí acreditada en el Santo Cáliz que se venera en su Capilla de
nuestra Catedral.
lunes, 4 de julio de 2016
domingo, 3 de julio de 2016
EL HOSPITAL DEL DR MOLINER
El Hospital del Dr. Moliner nació de una idea de su fundador
que fue incubando durante las últimos años del siglo XIX.
A su decidida actitud en favor de los más necesitados en el
campo de la sanidad, se unía su carácter reivindicativo en su cátedra de
medicina desde la que arengó a sus alumnos poniéndose al frente de una
manifestación, lo que le hizo perder su puesto docente, así como conocer el trance
de pasar por el presidio durante un mes.
Cátedra que jamás recuperó y que junto a sus muchos méritos contraídos,
hicieron de él un personaje muy popular. Tras su muerte en 1915 acaparó la
atención de la vida valenciana durante
un larguísimo periodo que se vio culminada con la construcción de un monumento
y la celebración de diversos actos de homenaje con gran trascendencia social.
Dedicado a la política, logrando ser diputado a Cortes,
centró sus esfuerzos para que el Sanatorio fuera costeado por el Estado. Su
muerte en 1915 impidió que viera cumplido su sueño.
Su proyecto sanitario contra la tubérculosis se inició en la
cartuja de Porta Coeli que había sido desamortizada por Mendizábal. Por gestion
de la Reina Regente María Cristina fueron cedidas sus instalaciones para ser
inauguradas en 1899, siendo el primero de España en esta especialidad por su
servicio básicamente destinado a los
pobres. Aunque lo fue de vida efímera, de apenas tres años, pues no recibió
las ayudas económicas prometidas, mientras que la cartuja se convirtió en 1905
en una colonia de verano con servicio de restaurant por decisión de sus
propietarios.
Tuvieron que pasar varias décadas para que ya entrada la segunda mitad de los años treinta se acometiera la construcción en lugar próximo de un nuevo sanatorio, que ya en los 40 adquirió la configuración actual.
Tuvieron que pasar varias décadas para que ya entrada la segunda mitad de los años treinta se acometiera la construcción en lugar próximo de un nuevo sanatorio, que ya en los 40 adquirió la configuración actual.
sábado, 2 de julio de 2016
viernes, 1 de julio de 2016
CONCIERTO EN LA ESTACIÓN AVINGUDA DEL CID.
Foto de Esteban Gonzalo
Como rúbrica a la jornada de puertas abiertas para presentar
la casi terminada estación para la línea 3 del metro en la avenida del Cid de
Valencia, el día 1 de julio de 1998 hubo un concierto en el habitáculo de la
segunda mayor estación subterránea de Metrovalencia, ya que tiene 3 vías con
dos andenes y sólo la supera Alameda con cuatro vías y tres andenes.
A los asistentes que cupieron, ocupando el espacio que
posteriormente destinaron para vías y andenes, la Banda de la Sociedad Musical
de Bonrepós y Mirambell, dirigida por Manuel Tomás Gil, les deleitó con el
siguiente programa: Duncannon (obertura) de Janes D. Ployhar, Gayaneh (Danza
del sable, Canción de cuna y Lezghinka) de Aram Khachaturian, Puenteareas
(pasadoble) de Reveriano Soutullo Otero,
La del manojo de rosas de Pablo Sorozabal Serrano, La leyenda del beso de
Reveriano Soutullo y Juan Bautista Vert Carbonell, y Rapsodia valenciana de Manuel Penella
Moreno.
También hubo conciertos en las estaciones Ángel Guimerá y
Colón los días 3 y 9 siguientes, respectivamente.
La espacial, así denominada por algunos viajeros por su
arquitectura interior, la estación Avda. del Cid fue inaugurada y entró en
servicio el 16 de septiembre de 1998 al unísono que el tramo de 3,7 km.
procedente de Alameda. Sección del metro que está conformada por dos túneles
realizados mediante tuneladora, una excepción en la red de Metrovalencia, para
no entorpecer el tráfico en superficie, que sólo se vio afectado por las obras
en superficie de las estaciones Colón, Xátiva, Ángel Guimerá y Avda. del Cid.
Además, a este tramo le cupo el honor de ser, hasta ahora,
el único del metro de Valencia inaugurado por los Reyes de España, don Juan
Carlos y doña Sofía.
Texto de Esteban Gonzalo Rogel.
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