martes, 28 de abril de 2020

DE PASEO POR LA CALLE ZARAGOZA

Biblioteca Valenciana - Ca 1909


Eran las diez de la mañana y la luz del sol ya iluminaba plenamente la erguida torre de Santa Catalina. Faltaba casi una hora para que la campana anunciara los tres toques del Oficio Divino de las once. 

La reducida plaza que formaba el cruce de las calles San Vicente, con la calle de la Paz y la calle Zaragoza era ya  un ir y venir de gente que en todas direcciones acudía al mercado, a la Plaza de la Virgen, visita obligada de los martes, o para recorrer los distintos comercios de calidad que hacían del lugar la zona bulliciosa en que se había convertido.

Muchos de ellos,  desde su llegada a la estación, recorrían la de San Vicente hasta llegar a la calle más novedosa de la ciudad, y digo novedosa porque en sus comercios se podían encontrar las últimas marcas de París, sobre todo, además de las de fabricación alemana e incluso austríaca. Era la calle comercial por excelencia, por donde aún no había comenzado el paso de los tranvías. 

El paseo comenzaba desde la pequeña Plaza de la Reina, en la esquina con la placita de Santa Catalina. Ahí llamaba la atención “Optica Crumiere” dotada de grandes escaparates, ofreciendo todo tipo de lentes y accesorios, claro que pronto le haría la competencia la de “Lubat” a pocos metros.

Unos dos o tres bajos más, "Almacenes Las Columnas”, que tenían un buen surtido de alfombras y donde las mujeres podían aprender a tejer tapices (tejer, coser y bordar era cosa de señoras).

Sobre todo la zona izquierda de la calle es la que tenía los comercios más destacables, aunque la parte derecha tenía otros tantos.

No puedo olvidarme de “El Diluvio”, tienda de abanicos japoneses, carteras y paraguas, y también otra para la competencia que era “Abanicos Colomina”, dotados de plumas de marabú y encajes de Bruselas.

Si de perfumes se trataba, la perfumería “El Buen Tono” ofrecía los más afamados perfumes franceses y las más suaves borlas de plumón de cisne para empolvar las mejillas y la nariz. La peluquería "Boví" completaba la belleza femenina.

Para el que buscara lectura, podía acudir a la librería “Chiriella” , que además de buen surtido librero ,tenía especialidad en venta de catecismos y cuentos para los niños. O si buscaban mapas mudos, entonces ya tendrían que entrar en la papelería “Matías Real”.

Hasta el artista pintor en “Casa Nicolás” encontraba todo tipo de artículos de Bellas Artes.

Los muebles de “Casa Janini” de origen austríaco, sin olvidar tampoco las exquisitas joyerías.

Tomo un respiro, pues no me caben tantos comercios en un trazado de calle de no más de ciento cincuenta metros hasta llegar a la Puerta de los Hierros de la Catedral. 


Bazar Giner - Archivo Rafael Solaz - 1915

A mitad de calle salía al encuentro el “Pasaje Giner” y junto a él en el número 11 de la Calle Zaragoza, el afamado “Bazar Giner”, cuyo nombre es el que dio posteriormente al pasaje. Gramófonos y discos entre otras cosas que pudiese ofrecer, o sea, de todo. Muñecas autómatas de porcelana, importadas de Alemania y Francia. Bazar de D. Vicente Giner, que a su fallecimiento lo regentó su viuda, y que tras su cierre dio paso a otra tienda muy popular: “Almacenes España”.

Una vez recorridas las tiendas podemos continuar el paseo por las calles de alrededor que derivaban de la Calle Zaragoza. (Tenemos plano).


El recorrido,  total, no eran más que tres cortas calles, tres manzanas de casas que luego con su derribo darían lugar a la actual y espaciosa Plaza de la Reina.

Tan solo hacía falta desviarse después del pasaje, y a la derecha, por la calle Borriol, llamada así porque allí se encontraba la casa solariega de la familia de la baronía de Borriol.

Y si nos desviamos por la siguiente, entraríamos en la Calle de la Puñalería, lógico que se llamara así porque ocupaban sus bajos artesanos de puñales, escudos, y espadas para los nobles valencianos. Ambas calles desembocaban en la parte que enfrentaba a la calle Zaragoza, que era la Calle Campaneros, y confluían ambas junto a la Catedral en la Plaza del Miguelete.

Este era el paseo que se podía hacer en lo que es considera el punto cero de la ciudad de Valencia y que desde allí enfoca la numeración a las calles.


                                          Biblioteca Valenciana - Ca 1955

Pero como se quería una gran plaza, epicentro de la Valencia antigua, comenzaron los derribos de las tres manzanas, empezando en 1944 por las más alejadas de la Catedral, hasta que en 1963 ya no quedó ninguna y la Catedral de Valencia junto al Miguelete tomaron todo su esplendor.

En otra ocasión pasearemos por la parte de enfrente.

Texto de Amparo Zalve Polo

1 comentario:

  1. Almacenes Las Columnas, sus propietarios Barjau y Soler, comercio de referencia de las modistas de Valencia y pueblos, en sus. articulos de paqueteria y merceria.

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