En 1905 el Ayuntamiento de Valencia mostró al Estado -su propietario desde abril de 1761 por decisión del rey Carlos III- su interés para que el lago de la Albufera pasara a ser propiedad de la ciudad, iniciándose unas gestiones que darian su fruto el 23 de junio de 1911, con una Ley de Cesión cuyo importe sería determinado años despues, el 3 de junio de 1927: por el lago se fijaba la cantidad de 921.819,65 pts, y por la Dehesa 151.160,76 pts, con un pago aplazado que se completaría en la decada de los cincuenta; en 1931 y con la llegada de la República, el Ayuntamiento trató con el presidente Alcalá Zamora la cancelación de la deuda, sin lograr su propósito.
Con anterioridad el mariscal Suchet, en 1812, fue nombrado Duque de la Albufera por Jose I, titulo que serían repudiado por Fernando VII dos años despues con su vuelta a España como nuevo Rey, quien cedió la propiedad del lago a sus hermanos Carlos y Francisco, hasta que Isabel II lo retornó a la Corona, pasando, nuevamente a poder del Estado en 1869, tras la revolución de "La gloriosa" del año anterior.
También Felipe V, en el siglo anterior, en 1708, había querido dar honores a su virrey Cristobal de Moscoso como Señor de la Albufera y con derechos sobre la pesca en el lago.
Pero si nos remontamos siglos atras, a la época jaimina, fue Jaime I en 1250 quien por primera vez reconoció estos derechos a los vecinos de Ruzafa instalados en la isla de El Palmar, que fueron igualmente extendidos a los pescadores de Catarroja y Silla. Construir un nuevo Reino al resguardo de la Ley, fue el gran objetivo del Conqueridor, que, institucionalmente, quiso crearlo con personalidad propia y diferenciada, con respeto a los demás bajo su Corona.
1761 - Su descripción:
"De la Albufera ó famoso lago que se halla en las inmediaciones de la Ciudad de Valencia; noticia de sus producciones, aves y peces que en el se crían."
"La Albufera así nombrada por los Moros; el famoso lago, que goza Valencia a corta distancia, a quien dio Plinio el nombre de estanque ameno, no como propio según equivocadamente entendió Ortelio, sino como epíteto debido, y Antonio de Nebrija le llamó Portus magnus, bien que ignoro con que propiedad; por un cabo finaliza a una legua de Valencia, y por otro a media de Cullera, su bageo ha sido quasi siempre de diez leguas o algo más, de suerte que un hombre a caballo no la rodeará en un día, su longitud es de quatro leguas, y su latitud donde es mayor, apenas llega a dos; explicome así porque con la codicia de los arroces, los labradores de sus inmediaciones la han estrechado mucho, haciendo terraplenes y retirando el agua, para acopiar mayores frutos, tanto más codiciables, quanto seguros y poco trabajosos son, por la corta duración de la cosecha, de suerte que si no sucede algun apedreo, así que se siembra ya se sabe lo que ha de recogerse.
Formase este lago ya de ojos que manan dentro de él, ya de varias avenidas y acequias que en él desaguan. La fuente de Catarroja de sabrosa agua corre por una anchurosa acequia que parece un río, y sirve regularmente de puerto, o embarcadero para introducirse en la Albufera, aunque hay otros; quando rebosa de agua se abre un portillo por lo más inmediato al mar llamada la acequia de Perelló, y se evaqua de la que es necesario; al contrario, quando mengua demasiado, pues se abre la misma acequia y se hinche del agua del mar, enriqueciendose de infinitos peces, entre cuya muchedumbre sobresalen las Anguilas llamadas Marrinas, que a la vista parecen Murenas, y al paladar Lamprea, careciendo de la abundancia de espinas que las orras, y las hay de quatro y más libras de peso, sus Tencas de que, como de las Anguilas abundan las acequias que en ella desaguan; son muy sabrosas, delicadas, sus Lisas, y con admirable gusto sus grandes Buros.
Su hondura es tan sólo quanto basta a sustentar barcos de quatro remos, y de trecho a trecho se elevan a modo de unas islas de Cañaverales, o Carriles, donde se guarecen las varias aves de que abunda el lago: entre el y el mar en el estrecho terreno que tiene allí la Dehesa, sin embargo de hallarse circuido de aguas saladas se obstenta junto a la Torre nueva una fuente de dulce y sabrosa, en que libró la providencia aquel alivio a los navegantes.
Al lado que mira al mar, yendo de Valencia al mediodia, tiene este lago deliciosa dehesa, poblada de corpulentos árboles, y enmarañados arbustos de diversas especies, donde a trechos forman primorosas alfombras los mirtos silvestres, y copados pabellones que penden de los erguidos árboles, por cuyos robustos pinos trepan imitando al maridage de los olmos con las hiedrasilas parras: está constituido este terreno entre el mar y el lago: es vedado de S.M. El sitio de mayor recreó por estas inmediaciones por la mucha abundancia de caza menor.
Las azequias que concurren a dar pábulo a la Albufera, y los puertos que son otras mayores se llaman asi: Azequias, Puertos y Arroyuelos."
Se enumeran con sus nombres con un total de 63, para mencionar que "otros ynfinitos arroyuelos ay que son los que trabiesan de una parte a otra adar agua a los arrosares de que se mantiene."
Plan topográfico Albufera de Valencia del Museo Naval de Madrid, sacado de las exactas medidas que tiene echas don Juan Bautista Romero (mayor), Agrimensor por la Ciudad y profesor de Matemáticas (1717-1778).
Con anterioridad el mariscal Suchet, en 1812, fue nombrado Duque de la Albufera por Jose I, titulo que serían repudiado por Fernando VII dos años despues con su vuelta a España como nuevo Rey, quien cedió la propiedad del lago a sus hermanos Carlos y Francisco, hasta que Isabel II lo retornó a la Corona, pasando, nuevamente a poder del Estado en 1869, tras la revolución de "La gloriosa" del año anterior.
También Felipe V, en el siglo anterior, en 1708, había querido dar honores a su virrey Cristobal de Moscoso como Señor de la Albufera y con derechos sobre la pesca en el lago.
Pero si nos remontamos siglos atras, a la época jaimina, fue Jaime I en 1250 quien por primera vez reconoció estos derechos a los vecinos de Ruzafa instalados en la isla de El Palmar, que fueron igualmente extendidos a los pescadores de Catarroja y Silla. Construir un nuevo Reino al resguardo de la Ley, fue el gran objetivo del Conqueridor, que, institucionalmente, quiso crearlo con personalidad propia y diferenciada, con respeto a los demás bajo su Corona.
1761 - Su descripción:
"De la Albufera ó famoso lago que se halla en las inmediaciones de la Ciudad de Valencia; noticia de sus producciones, aves y peces que en el se crían."
"La Albufera así nombrada por los Moros; el famoso lago, que goza Valencia a corta distancia, a quien dio Plinio el nombre de estanque ameno, no como propio según equivocadamente entendió Ortelio, sino como epíteto debido, y Antonio de Nebrija le llamó Portus magnus, bien que ignoro con que propiedad; por un cabo finaliza a una legua de Valencia, y por otro a media de Cullera, su bageo ha sido quasi siempre de diez leguas o algo más, de suerte que un hombre a caballo no la rodeará en un día, su longitud es de quatro leguas, y su latitud donde es mayor, apenas llega a dos; explicome así porque con la codicia de los arroces, los labradores de sus inmediaciones la han estrechado mucho, haciendo terraplenes y retirando el agua, para acopiar mayores frutos, tanto más codiciables, quanto seguros y poco trabajosos son, por la corta duración de la cosecha, de suerte que si no sucede algun apedreo, así que se siembra ya se sabe lo que ha de recogerse.
Formase este lago ya de ojos que manan dentro de él, ya de varias avenidas y acequias que en él desaguan. La fuente de Catarroja de sabrosa agua corre por una anchurosa acequia que parece un río, y sirve regularmente de puerto, o embarcadero para introducirse en la Albufera, aunque hay otros; quando rebosa de agua se abre un portillo por lo más inmediato al mar llamada la acequia de Perelló, y se evaqua de la que es necesario; al contrario, quando mengua demasiado, pues se abre la misma acequia y se hinche del agua del mar, enriqueciendose de infinitos peces, entre cuya muchedumbre sobresalen las Anguilas llamadas Marrinas, que a la vista parecen Murenas, y al paladar Lamprea, careciendo de la abundancia de espinas que las orras, y las hay de quatro y más libras de peso, sus Tencas de que, como de las Anguilas abundan las acequias que en ella desaguan; son muy sabrosas, delicadas, sus Lisas, y con admirable gusto sus grandes Buros.
Su hondura es tan sólo quanto basta a sustentar barcos de quatro remos, y de trecho a trecho se elevan a modo de unas islas de Cañaverales, o Carriles, donde se guarecen las varias aves de que abunda el lago: entre el y el mar en el estrecho terreno que tiene allí la Dehesa, sin embargo de hallarse circuido de aguas saladas se obstenta junto a la Torre nueva una fuente de dulce y sabrosa, en que libró la providencia aquel alivio a los navegantes.
Al lado que mira al mar, yendo de Valencia al mediodia, tiene este lago deliciosa dehesa, poblada de corpulentos árboles, y enmarañados arbustos de diversas especies, donde a trechos forman primorosas alfombras los mirtos silvestres, y copados pabellones que penden de los erguidos árboles, por cuyos robustos pinos trepan imitando al maridage de los olmos con las hiedrasilas parras: está constituido este terreno entre el mar y el lago: es vedado de S.M. El sitio de mayor recreó por estas inmediaciones por la mucha abundancia de caza menor.
Las azequias que concurren a dar pábulo a la Albufera, y los puertos que son otras mayores se llaman asi: Azequias, Puertos y Arroyuelos."
Se enumeran con sus nombres con un total de 63, para mencionar que "otros ynfinitos arroyuelos ay que son los que trabiesan de una parte a otra adar agua a los arrosares de que se mantiene."
Plan topográfico Albufera de Valencia del Museo Naval de Madrid, sacado de las exactas medidas que tiene echas don Juan Bautista Romero (mayor), Agrimensor por la Ciudad y profesor de Matemáticas (1717-1778).
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