Un parcial de Guesdon
La Glorieta de la primera mitad del Ochocientos, con la puerta del Mar, el edificio de la Aduana, -entonces dedicado a fábrica de tabacos - y la antigua Ciudadela o Casa de las Armas de la ciudad de Valencia.
En un principio la instalación del alumbrado de gas en Valencia encontró alguna oposición, algunos por temor a que las emanaciones fueran perjudiciales para la salud y otros por recelos a posibles peligros de incendio. Ello fue la causa de buen número de desgracias por un suceso que acaeció el día 3 de mayo del año 1845. El edificio de la Aduana, que desde 1828 había sido convertido en fábrica para la elaboración de cigarros, tenía en sus espaciosos locales, trabajando, cerca de cuatro mil mujeres y unos cincuenta hombres. A causa de un fuego ocurrido en la cercana calle del Mar, corrió en la fábrica la noticia de que se había incendiado la del gas y que Valencia estaba ardiendo. Las operarias se alborataron, cundió el pánico y se lanzaron apresuradamente a la puerta para salir, y en la confusión y en el tumulto murieron sofocadas doce mujeres, quedando otras muchas lastimadas.
El alumbrado de gas fue utilizado como notable aliciente por un italiano llamado Domingo Cucciare, para establecer, el año 1846, en la Glorieta, un café, muy concurrido especialmente en las noble estivales, donde, con los los conciertos musicales y otros alicientes, fue lugar preferido de los valencianos de aquella época. Después, en 1860, en la Glorieta se realizan nuevas modificaciones que mejoran su aspecto, con diversos árboles y plantas. Nuevo trazado de jardines se realiza y el cerrado con balustrada de madera y pilares de piedra era sustituido por una verja de hierro que le da un marcado ambiente colorista y pintoresco.
Aquella Valencia, tradicional y popular, desfila por el paseo de la Glorieta, y en las noches estivales, -tan magnificamente descritas por Eduardo Escalante en su gracioso sainete "Una nit en la Glorieta" - disfruta de sus atractivos con los conciertos de la banda de música, las tertulias, los horchateros, la galetera, "l'aigua fresqueta"...- en una época tranquila, pintoresca, de tranvías de caballos, de tartanas y el auca con "la vida y la muerte de Fabrilo".
En el anecdotario de la Glorieta, resalta también la gran exposición de plantas, flores y productos agricolas que se celebró allí en el año 1883; la instalación de una Casa de Socorro en 1895; el teatro de verano inaugurado en 1900, donde se estrenaron famosas zarzuelas, o se daban conciertos por la orquesta que dirigían los maestros Salvador Giner y José Valls.
Allí se celebro también, la noche del primero de agosto de 1900, un banquete popular con más de trescientos comensales presididos por las autoridades en homenaje al pintor Joaquín Sorolla y el escultor Mariano Benllire, nombrados hijos predilectos de Valencia por el gran triunfo de los dos insignes artistas valencianos en la Exposición de Paris. Algunos de cuyos destacados asistentes al citado banquete tendrían allí, después, instalados monumentos a su memoria, Francisco Domingo, Joaquín Agrasot, Antonio Muñoz Dregraín, el doctor Gómez Ferrer, ....
Es de mencionar que, en el año 1909, y con motivo de la Exposición Regional Valenciana, se instaló en el andén central de la Glorieta un grande y artístico pabellón de madera, donde se celebraron concursos de flores y plantas y que, después, terminadas las dos exposiciones -de 1909 y de 1910- quedaría como mercado de flores, permaneciendo en aquel lugar largo tiempo.
El ambiente pintoresco, tradicional, popular y costumbrista, desaparecía el año 1926, cuando, en nueva reforma, se quitaban las puertas y verjas de hierro que cerraban el antiguo paseo, quedando éste convertido en nueva plaza, con excelente jardinería, pero perdiendo la simpática intimidad de antaño.
Desaparecía también en aquella reforma toda una época de romanticos recuerdos de la antigua Valencia.
Fuente: Las Provincias - Valencia/Cultura