1919. Faltaban unos días para Navidad cuando los vecinos de los Poblados Marítimos abrieron los ojos como platos, los hermanos Ballester, Miguela, Salvador y Vicente, inauguraban un cine esplendoroso en la calle Escalante, en lo que hoy es el número 231. No se trataba de uno ambulante, provisional o de un teatro reconvertido como tantos otros. “La Condesa Miseria de la casa Gaumont” fue la primera película exhibida por el nuevo cine con gran éxito.
En el bajo de su casa los hermanos tenían un lavador, un negocio del que vivía toda la familia, pero Salvador deseaba algo más, este hombre emprendedor estaba fascinado por el cine y deseaba uno sobresaliente para su barrio. Un día se fue a hablar con el arquitecto Víctor Gonzálvez para ver si el lavador podía ser transformado en un cine, por desgracia el perito sentenció que el local resultaría muy pequeño. Aquella conclusión dejó cabizbajo a Salvador, entonces se le pasó por la cabeza otra idea. Tenían un huerto en la misma calle, allí sí podía ser construido partiendo de cero.
La empresa era todo un riesgo que podía terminar en una ruina familiar, porque además ninguno de los tres tenía ni idea de llevar un cine. Ni corto ni perezoso Salvador se fue a Almacenes El Cid y preguntó por los patrones, don Crescencio Hernández y su hijo don Vicente eran también dueños del cine El Cid.
Amablemente y durante largas horas le explicaron el negocio, permitiendo, además, que su operador Demetrio Nando lo acompañara a comprar el proyector y le enseñará a contratar películas. El barco navegó a toda vela. En 1922 Demetrio y su mujer terminaron trabajando para los hermanos Ballester, tras pequeñas reformas un año después, en 1923, el cine disponía de un aforo para 1.500 personas.
Aquel éxito no se debió sólo al apoyo de los vecinos, el esfuerzo personal fue considerable. Miguela se encargaba de la taquilla, Salvador siempre estaba dentro de la sala observando y escuchando al público, de tal forma que se enteraba de sus opiniones y preferencias. Sin duda el más querido era Vicente, el hombre se lo pasaba genial haciendo rabiar a los chiquillos, los "peques grauerets" como él mismo decía, obligándoles a sacar los 5 céntimos de la mano o de la suela de la alpargata; a Vicente no le gustaba eso de programar o de contratar, los peques eran su debilidad, algo que le valió la popularidad y el cariño del barrio.
Miguela y Salvador no se perdían ningún estreno, película que les gustaba era contratada, faena de la que se encargaba Demetrio. A su vez potenciaron el cine valenciano y en general el nacional. Aunque fueran más caras que las extranjeras contrataron las películas de Film Española. Querían ver en España una gran industria del cine y que nuestras películas triunfaran en todo el mundo.
Vencido como tantos otros por la nueva tecnología del vídeo, tras casi 64 años el Imperial cerró sus puertas en 1983, quedando entre sus paredes, como fantasmas sonrientes, los sueños y las fantasías de varias generaciones que disfrutaron viendo en la gran pantalla las aventuras y desventuras que nos intrigan, aceleran el corazón, apasionan, hacen reír o incluso llorar de emoción.
Fotografías: La Reclam Cine, 1 de febrero de 1925.
TEXTO DE PACO MAÑEZ
Una gran completa explicación, con un fantastico apoyo gráfico. Enhorabuena
ResponderEliminarTaramá, muchas gracias. Un muy buen trabajo de Paco Mañez.
ResponderEliminarSaludos.
Paco Mañez, gran trabajo. Te felicito. Has hecho una labor de investigación, en ocasiones difíciles; sé que cualquier pequeño detalle, cuesta poco escribirlo y mucho el haberlo encontrado. Germán Gómez.
ResponderEliminarGermán, efectivamente, un gran trabajo de Paco, una persona generosa y desprendida.
ResponderEliminarGermán, efectivamente, un gran trabajo de Paco, una persona generosa y desprendida.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Me alegro de que os guste.
ResponderEliminarMuy interesante el trabajo y las fotos, además en mi caso, más todavía, pues me encanta el cine y aún conservo la costumbre de ir todas las semanas al cine. Felicidades
ResponderEliminarY un abrazo
Gracias por recordarme mis tardes, De cine y pipas, y huyendo de la pilona para que no nos masacrar a a besos
ResponderEliminarJalbizu gracias a ti por visitar el blog. Los recuerdos nos rejuvenecen.
ResponderEliminarSaludos
HOLA, MAGNÍFICA LA RESEÑA DEL IMPERIAL, MI COLEGA JULIO COB, ME HABLABA ESTA MAÑANA EN LA FERIA DEL LIBRO, DE LA NUEVA PUBLICACIÓN DE UN CINE MUY QUERIDO EN EL CABANYAL Y PRÁCTICAMENTE DESCONOCIDO POR LA MAYORÍA DE LOS VALENCIANOS. PACO MAÑEZ HA SABIDO ENCONTRAR SUFICIENTES E INTERESANTE DATOS A TRAVÉS DE SU EFICAZ INVESTIGACIÓN SOBRE UNA SALA DE CINE BIEN QUERIDA Y NO OLVIDADA. TRABAJOS COMO ESTE, HACEN MERECEDOR AL BLOG DEL BUENO DE JULIO TORMO COMO UNA FUENTE DE INFORMACIÓN DE PRIMERA LÍNEA PARA LOS INVESTIGADORES QUE ESTAMOS A DIARIO TRABAJANDO EN OFRECER CADA DÍA NOVEDADES DECLA HISTORIA DE LA CIUDAD DE VALENCIA.
ResponderEliminarMiguel Tejedor. Investigador universitario sobre la historia de las salas de exhibición cinematográfica en Valencia.
Autor entre otras publicaciones de EL LIBRO DE LOS CINES DE VALENCIA.
Debo de añadir que lamento no haber dispuesto de los datos que ha encontrado Paco MAÑEZ, de haber sido a sí, lo hubiera incluida en la última edición de mi obre y con ello hubiera estado más completa.
!Paco y Julio, mi enhorabuena y por favor seguir en esa línea tan certera¡,,,,
Reseña del cine Imperial. Muy buena.
ResponderEliminarMiguel Tejedor
Naturalmente cuando me refiero a Julio es JULIO COB, EL IPAC me lo ha cambiado sin mala intención.
ResponderEliminarAbrazos jamigo COB. Y MUCHOS ÉXITOS.
Miiguel Tejedor
Miguel muchas gracias por tu valioso comentario dada la autoridad que tan merecidamente ostentas.
ResponderEliminarMuchas gracias Miguel. Creo que se nota que formó parte de mi niñez :)
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