viernes, 26 de abril de 2024

LAS DOS MITADES DE UNA FOTOGRAFÍA DEL AÑO 1865

 

Hace tiempo publiqué en este blog una entrada referida a esta fotografía (Una Alameda muy antigua), pero solo de una parte de ella, la mitad derecha, y ahora al juntar las dos mitades se produce la fotografía completa.

Esta antiquísima fotografía pertenece al año 1865 y fue realizada por Alfredo Esperon y hermano. Lo que no sabemos es qué hermano, ya que en ese momento tenía otros dos hermanos varones, Eugenio y Benjamín. Lo que sí es cierto que los tres estuvieron instruyéndose en el arte de la fotografía en el estudio de su cuñado, el gran fotógrafo de la época, Antonio Ludovisi, rotulado como “Ludovisi y su señora. Fotógrafos romanos” en esta ciudad.

La fotografía de ambos hermanos se hizo justo entonces, cuando estaban aprendiendo en el estudio, porque al morir el gran Ludovisi en 1875, Alfredo Esperon ya montó un estudio propio en la calle de las Barcas, segundo piso del número 13.

La fotografía es de formato estereoscópico de una panorámica de la Alameda en dos partes, cubriendo de lado a lado dos puentes de los más antiguos de la ciudad. Por la derecha el Puente del Real, y por la izquierda, y en primer plano el Puente del Mar. Capta una Alameda muy solitaria, con tan solo la aparición de tres transeúntes, dos paseantes y uno que se dirige en dirección del Puente del Mar, con un arbolado incipiente y un trazado con los restos de una vía anterior y que todavía permanecían allí.

Tras el paso del río se aprecia la todavía Ciudadela militar antes de su derribo y la flecha blanca marca la confusa vista de la Puerta del Mar. La Fábrica de Tabaco más allá a la izquierda y una insinuación del trazo de la muralla por la calle Muro de los Judíos, que actualmente es la calle Colón. Esto ya se reflejó también en otra entrada del blog, pero como recordatorio vuelvo a introducir la fotografía aquí abajo.

      Imagen de las murallas desde la actual calle Colón en una fotografía del año 1850

A continuación ya se ve todo el espectáculo de campanarios, cúpulas, y hasta el Cimborrio de la Catedral en la lejanía.

Texto de Amparo Zalve

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