lunes, 11 de noviembre de 2019

EL PASEO DE VALENCIA. DEL PRADO A LA ALAMEDA

      Porte du Grao à Valence (1824)

Siendo un andurrial al lado del río, lleno de zarzales, huertos mal cuidados y acequias, el prado de Valencia se convirtió en una bonita alameda cuando el virrey de Valencia, Rodrigo Ponce de León y Mendoza (1642-1645), ordenó adecentar aquel lugar, plantando árboles, álamos en largas hileras, para formar un paseo que ha llegado a ser lo que es: la Alameda de Valencia.

La forma inicial era un espacio ovalado, a modo de prolongación del Palacio Real, destinándose para la celebración de variados festejos, a la vez que corridas de toros.
                           
Pero fue sufriendo transformaciones, y en 1692 se urbaniza formalmente y adquiere el carácter de paseo público. Fueron entonces tres filas de arbolado que llegaban hasta el puente del Mar, los huertos se cuidaron y las acequias se renovaron.

La siguiente transformación fue en 1714, apareciendo un segundo óvalo. Circulaban un gran número de carros, tartanas y carrozas. La construcción de dos torres, la de San Felipe y la de San Jaime (Torres de los Guardas), destinadas a dar albergue a los arrendatarios de los huertos, debiendo éstos mantenerlos en condiciones y al mismo tiempo también mantener en condiciones el paseo.

Se construyó en 1716 una ermita, el Santuario de Nuestra Señora de la Soledad, y su vía crucis, que trazando un camino, bordeaba  la torre de san Jaime hasta el molino de Pilares y enlazaba con el antiguo convento de San Juan de la Ribera.

La cercana puerta del Real se cerraba a las doce en punto de la noche por lo que prestaba para reunirse y pasar la velada en familia que lo solía hacer junto a las torres de “Los Guardas”.

Si el paseo era matinal, disfrutarían de la compra de melones y sandías que se vendían en la Puerta del Real. Lo mismo que si volvían de la playa por la tarde, se quedaban allí disfrutando del buen estar veraniego. Lo malo , es que si se animaba demasiado la tertulia, las puertas se cerraban ,y más de una vez se quedaban durmiendo “al raso”, bien en los bancos de piedra que separaban el río, o en un recodo donde habían unos bancos también de piedra que se le conocía como “La media luna”. El caso es que se quedaban “a la luna de Valencia” en la Alameda.



Gracias a los grandes ilustradores podemos imaginar los cambios y la vida de las diferentes épocas.

Aquí ya vemos varios ejemplos.

Texto de Amparo Zalve Polo

5 comentarios:

  1. Muy bonita historia. Sólo un apunte: Ponce de León no era Francisco, era Rodrigo Ponce de León.

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  2. Muchas gracias por el apunte. Un saludo

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  3. Efectivamente,cambié su nombre. Mi abuelo se llamaba Francisco y lo he querido hacer virrey. Gracias por la aportación.

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  4. Efectivamente, un error en el nombre. Mi abuelo se llamaba Francisco y lo he querido hacer virrey. Gracias por la aportación.

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  5. Efectivamente, ha sido un error. Mi abuelo se llamaba Francisco y lo he querido hacer virrey. Gracias por la aportación.

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