jueves, 24 de octubre de 2019

LA VIEJA ENFERMERIA DE LA PLAZA DE TOROS

Colección Salvador Monmeneu - 1918

La puesta en marcha en 1917 de la nueva Estación del Norte diseñada por Demetrio Ribes suponía una amplia transformación de la zona. En el horizonte se pensaba en una nueva y ancha calle para el nomenclátor con el nombre de Gibraltar, flanqueada en su arranque por la plaza de toros y la estación. Pero la ubicación de la enfermería del coso taurino frenaba el propósito, surgiendo además la polémica que enfrentaba a la prensa, pues el Diario de Valencia optaba por el derribo y traslado de la misma plaza de toros. Nada más y nada menos.

Pero la cuestión se centraba entre el Municipio y la Diputación, en el derribo de la enfermería, con su traslado a un nuevo emplazamiento anexo a la plaza de toros, como no podía ser de otra manera. 


Y pintaba bien la cosa, toda vez que en el mes de junio de aquel año tuvo lugar una reunión en la Diputación entre su presidente sr. Paredes y el alcalde sr. Martínez Aloy, con la asistencia del sr. Albiñana como director del Hospital, para, a caballo de la inauguración de la Estación, tratar la apertura provisional y muy estrecha de la calle Gibraltar desde el lugar ocupado por la enfermería taurina, que como era necesaria para las corridas de la Feria de Julio, se iba a dejar en uso, pero cercada por una valla, llegando al acuerdo que a su término se procedería al derribo. Pero para tal fin era de necesidad construir la nueva enfermería y dispuesta para el uso.

Sin embargo, cuando finaliza 1917, el aspecto de la valla era deplorable y la enfermería seguía en pie, lo que imposibilitaba el ensanche de la nueva calle, y el decoro que merecía la zona. Tuvieron que pasar cuatro meses y ya en abril de 1918 la Diputación da vía libre para la adquisición de una parcela donde construir la enfermería. Pero transcurrió el año y en su último día seguía paralizada su construcción al quedar desierta la subasta para adjudicar su obra. La urbanización de la calle Gibraltar y el mal aspecto que ofrecia era motivo de una constante polémica que no beneficiaba ni a la Alcaldía, ni a la Diputación, más aún, cuando todo presagiaba que la solución estaba lejana en el tiempo.

Llegaría el mes de febrero de 1919 y es cuando la alcaldía entrega a la Diputación una parcela para la construcción de la nueva enfermería; como contrapartida una vez derribada la vieja, se entregaría el solar al municipio para el ensanche de la calle Gibraltar.

Se dice que cuando las cosas van mal, siempre tienden a peor y es lo que sucedió con la construcción de la nueva enfermería, necesaria para derribar la vieja. En junio de 1920 la Diputación ponía en entredicho al arquitecto provincial por la liquidación de las obras llevadas a cabo, por no estar acordes con lo presupuestado, para el que se pedía una amonestación, que retrasaba aún más su ejecución. 

Ya en su recta final, la construcción de la enfermería anexa a la plaza, cercana a los chiqueros, sin embargo, pese a que estaba dotada a la altura de las mejores, tuvo un fallo de gran importancia que la hacía inservible, al menos por el momento: la ausencia de un corto y fácil acceso al albero, para el traslado rápido del torero herido para su auxilio, toda vez que se había construido un camino largo, tortuoso y oscuro. 

La única solución y que demandaban los toreros, era la construcción de un túnel con un máximo de unos 15 metros, sin el cual, se negaban a torear el próximo día 13 de marzo, ya en 1921, por lo que la vieja enfermería debía seguir en pie, y por ello, con la calle Gibraltar que más parecía un triste pasadizo de cualquier olvidado arrabal.

Al final hubo acuerdo, y el 11 de marzo de 1921 el Inspector Provincial de Sanidad, tras reconocer la nueva instalación con sus modificaciones, certificó que estaba en condiciones de ser abierta para su cometido. Unos días después, el 15 concretamente, se procedió a su bendición por el Arcipreste de la Catedral don Mariano Herrera, quedando la enfermería a cargo del médico don Francisco Serra, quien da nombre al actual pasaje aledaño a la plaza.

La calle Gibraltar quedaba libre para que el Ayuntamiento procediera a su urbanización, tal y como correspondía. 

Con mi agradecimiento a Jorge Bolinches.

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