viernes, 15 de marzo de 2019

L´U I DOS - MICALET I CATALINA

Archivo Municipal


El año 1941 la plaza del Mercado montó su falla realizada por el artista fallero D. Enrique Vidal Moreno y dedicada a nuestras más emblemáticas torres. Su lema: "L`U I DOS", en su fijación hacia los "bailes populares". Pertenecía a la Sección Primera, y obtuvo los premios 2º de sección y 3º de Ingenio y Gracia.

Hay que resaltar que fue un meritorio premio ya que ese año aún no existía la Sección Especial.

Como siempre las leyendas surgen y esta no es para menos. La amistad entre las dos torres tan próximas y tan lejanas al tiempo.

Una pequeña historia entre ellas nos puede hacer sonreír, o quizás estremecernos…

Escuchemos su conversación por un día.


Nos hicieron Góticos, y tú, luego fuiste Barroca.

El… de porte regio, potente, de imponente mole, hecho para mandar, para liderar la ciudad y con una altura que para sí quisieran muchas torres.

Ella… le coquetea con su feminidad. De estatura algo más baja, poco más, enjoyada y adornada ¡Bella!, dispuesta a sorprenderle siempre. Belleza de guirnaldas de romería, de conchas marinas, de columnas salomónicas recorridas de hiedra, identificando uno a uno todos los elementos de nuestro mar y nuestra huerta.

Se miran, se  observan, palidecen cuando la luz del día llega a su término.

Se dan los buenos días, las buenas noches, y si pudieran se abrazarían.

Eternos amantes de los que nunca han podido esconder su amor ante la gente.
Miran pasar el calendario de generaciones y más generaciones, y ahí permanecen siempre, vigilantes, desde lo más alto de sus torres nuestra querida ciudad, y comentando entre ellas, el tan difícil paso del tiempo.

-. ¿Recuerdas Catalina cuando me pediste que guardara tu campana? Para mí fue todo un placer, y aunque yo ya poseía muchas, tener un objeto tuyo conmigo fue como un regalo de Dios. Cuando te la devolví, tu gesto, tu sonrisa, me llenó el corazón. ¡Volviste a ser la alegre doncella que tintinea!

-. ¡Ojala tuviéramos todavía nuestros bellos relojes! El tuyo era grandioso, maravilloso, y también recuerdo que se agolpaba la muchedumbre en la calle del Rellotge y que gracias a ti tenía ese nombre. Con el tañir de tus campanas el reloj se accionaba para dar la hora. ¡Cuánto me gustaba tu reloj! El mío era más pequeño. No nos debieron quitar el tiempo. El tiempo, es el tiempo…

-. Cuando tus campanas y las mías repicaban juntas, la plaza recibía un sonido envolvente y muy apropiado para tu y yo bailar. Ese encuentro tan deseado y eternamente imposible, hasta que el paso de muchos siglos nos deje hacerlo.

-. Aún sigo recordando cuando al anochecer  eras el responsable de que las murallas se cerraran y que nuestra ciudad siempre quedara resguardada. Y yo… Siempre me ponía nerviosa pensando que alguien podía quedar a “la luna de Valencia” ¡Cómo te he admirado siempre!

-. ¿Sabes una cosa? Siempre temí perderte en aquel gran incendio que tan maltrecha te dejó, pero… ¿sabes otra cosa? Aún te dejaron más bella.

Texto de Amparo Zalve Polo

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