Archivo Municipal
En el año 1934 la fiesta fallera del cap i casal vio cómo
se plantaban en sus calles ciento veinte fallas, el mayor número hasta
entonces, en un ambiente de crisis económica en España que a la sazón se iba
vislumbrando en nuestra ciudad, debido en gran parte por la depreciación de los
productos agrícolas, sin que la austeridad en el gasto se viera afectada en el
mundo de las fallas.
Sólo cinco años antes, en 1929, se habían plantado cien
fallas, cifra que se mantuvo en los siguientes años de 1930 y 1931 (éste último
casi al centenar), para decrecer hasta los sesenta monumentos en 1933, cuando
en 1932 ya se había reducido su número en ochenta.
Sin embargo, el años que nos ocupa, ni más ni menos,
simbolizaba el auge de las fallas y las “ganas de fiesta” de las comisiones
falleras, cuando más acuciaba la inestabilidad económica de los valencianos, echó el restó. Su
alegría se refleja tambien en el rostro de Amparito Albors, bellísima Fallera Mayor, tal
y como se observa en la foto de prensa.
En la entonces denominada como Plaza de la Región, se plantó
una falla que obtuvo el 4º premio, 1.000 pts para la comisión, que entraba en el
debate satírico de los usos del capital, de cuya consecuencia era un clamor
popular. Situada en un espacio triangular, cuando ya se habían iniciado en enero de 1931 los derribos para la ampliación de la plaza, que tendría que esperar
hasta la década de los sesenta para alcanzar su actual
aspecto.
En el Cabanyal, Modesto González presentaba su particular
visión del estatuto de autonomía valenciano, falla considerada por la crítica
como magnífica, alcanzando el 2º premio con una dotación de 2.000 pts.
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