Foto Martín Vidal
1923 - El porqué de conocer como equipo "granota"
al Levante UD viene enraizado por su histórico pasado en un tiempo anterior a
su fusión con el Gimnástico, tanto en
cuanto éste jugaba sus partidos en el cauce del río, entre los puentes de la
Trinidad y del Real, donde el croar de las ranas, que existían en abundancia,
se extinguía por los gritos y aplausos de una exultante afición. Terreno de
juego bautizado como el Stadium Valenciano inaugurado en 1923, en doble
jornada, en las que hubo "puestos de refrescos, de frutas, cafés,
buñolerias, atracciones, pianos de manubrio, recintos para bailes....y un
castillo de fuegos de artificio", con un partido inaugural entre el
Gimnástico FC y el CD Castellón.
La construcción del Stadium fue posible gracias al
consignatario Vicente Ferrer Peset, personaje ansioso por las transformaciones
urbanísticas de la ciudad, que hizo suyo el proyecto sobre una idea de Antonio
García Pastor, quien junto a un socio, Pedro Sánchez Fuster, habían conseguido
una concesión del Ayuntamiento que autorizaba, ni más ni menos, a
"establecer en el cauce del río un amplio campo de deportes que tuviera la
magnitud de los más importantes de Europa y América".
La concesión municipal y la construcción del Stadium,
motivaron un “escándalo mediático político” de cuyo detalle no es objeto este
blog. El temor que su instalación fuera un obstáculo ante las riadas de
consecuencias imprevisibles, era por otra parte evidente.
El Sr. Ferrer, que ejercía de gerente de la
Transmediterránea, modificó y amplió el proyecto, ilusionado por un Parque de
Recreo anexo, toda vez que la concesión municipal se extendía hasta el Puente
del Mar. En sus ensoñaciones, figuraba también convertir el río en navegable
desde su desembocadura hasta el puente de la Exposición, en un objetivo
turístico que pusiera a Valencia a la altura de otras ciudades costeras con
instalaciones marítimas dispuestas al disfrute de los vecinos, de gran
atracción para los visitantes.
En un principio, sobre el pretil ante el palacio del Temple
se instalaron vallas de madera que impedían la visión de un público que se veía
obligado a pasar por la taquilla, a favor de la empresa concesionaria que iba
a recuperar su inversión en los próximos treinta años de concesión, más un
esperado beneficio.
Sin embargo, fue de inmediato al año siguiente, en enero
de 1924, cuando en la Alcaldía se acordó que el concesionario procediera a
quitar las vallas de los pretiles, así como las colocadas frente a los puentes
de la Trinidad y del Real, al igual que los postes situados en el cauce del
río. Orden que fue reiterada en mayo, dando el plazo de final de mes. Pocos
meses después, en octubre, el estado de los pretiles frente al Temple era
desolador, "lleno de vallas viejas, trapos decolorados, edificaciones de
ladrillo y los sillares rotos y maltrechos esparcidos por el suelo".
Se había aprovechado también desde la Alcaldía para dar por
extinguido el contrato con la Sociedad de Aguas Potables. Acuerdo que iba a
suponer un gran quebranto económico para la empresa y el fin de su actividad
deportiva en el cauce. En noviembre de 1925 el Gimnástico FC inauguraba su
nuevo campo de Vallejo.
Los delirios de Vicente Ferrer Peset se redujeron a la
existencia del Stadium durante muy pocos años debido a la resolución municipal
en un pleno de diciembre de 1928 en el que se acordaba la caducidad e
incautación del Stadium "y que por desconocimiento del nombre y domicilio
del representante de aquella entidad concesionaria, se hace público....y sirva
de notificación".
Con anterioridad, en abril de 1928, La Correspondencia se
había preguntado si el estado de abandono de unas obras que en su día significaron
"una completa equivocación económica y artística" iban a continuar por mucho tiempo, con sus
"casuchas desmanteladas, aquellas gradas en estado de ruina, aquellas
vallas en las cuales todos han hecho leña". O se restaura el Stadium o se
procede a su destrucción, terminaba el redactor, con la necesidad de limpiar la
zona de los restos de unas instalaciones que habían dejado de funcionar.
Finalmente, en agosto de 1929 el pretil del río había
quedado restituido "al prístino estado que tenía antes de las
profanaciones y mutilamientos de que lo hizo víctima la extinguida empresa del
Stadium". Y el periódico Las Provincias expresaba la necesidad de
adecentar "el trozo del cauce del mismo trayecto, procurando destruir los
artificiales malecones y demás obras que lo obstruyen, antes de que una riada
lo haga por su cuenta, y pueda, al arrastrarlos, causar mayores daños en los
puentes contiguos".
De su vida efímera, casi un siglo después, aún clama el
nombre de "granota" para definir a una afición.
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