Archivo de Rafael Solaz
1936 Ca. - Desde el momento del surco en la tierra, previo a la siembra, hasta el de la recolección, la huerta era entonces como el niño mecido en la cuna a quien la familia entera le dedica toda su atención. El trabajo duro bajo el azote solar, y el quebranto ante la amenaza del granizo de un cielo plomizo, representaban todo un reto que la familia huertana vencía con el esfuerzo del trabajo y la ilusión por la buena cosecha siempre anhelada. La que daba ocasión a la reunión familiar representada en esta foto de los años treinta en una instantánea que nos suscita que “la alegría de la huerta” -grupo en el que el “peinado a raya”, salvo en un par de calvos y en quienes por llevar gorra impide calificarlos tal cual- es común en los presentes, al igual que la sonrisa apacible en los rostros del grupo de huertanos sito entre flores, hortalizas y maizales. Huerta y vergel, a base de esfuerzo y alegría.
Muy bonita la foto de este grupo de huertanos. Creo que la huerta esta íntimamente unida a la ciudad y lo que es una lástima es que esa huerta cada vez sea más escasa. Buen día y un abrazo . Gregorio
ResponderEliminarMe encanta esta fotografía, trasmite el olor a campo y la armonía familiar de aquellos tiempos, en que la ilusión reinaba con las cosas más sencillas y naturales como era la vida en el campo.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Montserrat
Gregorio, aunque cada vez menos, Valencia siempre estará unida a la huerta.
ResponderEliminarUn abrazo
Montserrat, efectivamente, la foto transmite esas sensaciones. Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarUn cordial saludo.