Ca 1900 - Recordar es volver a traer al presente, en nuestras mentes, hechos, imágenes que ocurrieron hace tiempo. Un objeto, una persona, una asociación de ideas, un sabor, un olor… Valencia olía a azahar. Ya son pocos los campos de naranjos que rodean la ciudad y nos traían ese aroma en primavera. Hay otro olor muy nuestro y es el de la pólvora.
¿Cómo nos gusta tanto?
A la mayoría de niños valencianos, desde muy pequeños, nos han acostumbrado a ir al mediodía a las mascletás. Nos decían que no nos tapáramos los oídos, que abriéramos la boca para que no se nos reventaran los tímpanos. ¡Qué burradas! Pero nos metieron en el cuerpo la afición, el gusto por esos espectáculos de sonidos tremendos, que poca gente llega a soportar y comprender. No son ya esos castillos que tienen colorines y hacen tan bonitas las palmeras de chispas, que también, pero lo que nos encanta es esa serie de masclets ruidosos, con su compás y su “terratremol”, incluso una simple tira de traca deja en el aire ese aroma que desde siempre forma parte de nuestros recuerdos.
Texto – Pilar Martínez Olmos
Muy bonita la foto y el comentario, gracias a Pilar y a ti, un abrazo. Gregorio
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