1950 - Llegan los días de fallas y la plaza del Ayuntamiento muta su piel, la circulación rodada va desapareciendo y ríos de gente aparecen para inundar el centro neurálgico de la ciudad ya en fallas, convertido en un mar de fiesta y de alegría con sus olas de arte y espumarajos de pólvora. Igual sucedía en 1950 cuando la “tortada de Goerlich” vestía a la plaza con su mejor gala, y en la acera del Suizo remansaban los invitados en perenne actitud. El yugo y las flechas del Ateneo Mercantil era el tic tac que indicaba una época, mientras que el edificio del Gran Hotel y la Fonda de España ignoraba que un horroroso heredero le iba a hacer aún más bello. En la balaustrada circular los más agotados reposan sus brazos y escudriñan el ingenio de un monumento que cada año resurge de sus cenizas, mientras que en hormigueo incesante y para reponer sus fuerzas, el agotado caminante bien acude a Casa Barrachina a por un tazón de chocolate, o bien se dirige al Rialto donde en sus puertas, la buñolera con blanco delantal creará con sus dedos y en barroca figura la más apetitosa insignia de nuestras fiestas falleras: el "bunyol". Arte e ingenio, Goerlich y su tortada. Huele a pólvora.
¡Las Fallas!
1904 – Falla calle Cadirers
Años 30
1968 – Ángel Guimerá
1975 – Falla Na Jordana
ARCHIVO DE RAFAEL SOLAZ
¡Que bonito todo! Esas fotos, esos comentarios,....¡cuantas cosas que ya no están!
ResponderEliminarPero es estupendo gracias a los inventos de este siglo XXI y al trabajo de algunas personas como tu, poder volver a verlo y recordarlo.
Por eso, siempre gracias Julio
Amparo, gracias a ti por estar ahí y seguirme.
ResponderEliminarUn abrazo