viernes, 15 de marzo de 2024

ORIGEN DEL ABANICO VALENCIANO. PINCELADAS


                          Fábrica de abanicos en Valencia. 1908                                 
De abanicos se puede hablar mucho como instrumento para hacer aire en días calurosos, como complemento en la manera de vestir, o incluso utensilio que era indispensable para que las damas ofrecieran sus señales al hombre deseado o indeseado.

Hablamos ya del abanico que se desprendió del mango, que ofrecía la posibilidad de plegarse, el de baraja o de varillas. Varillas de material rígido, como el marfil, madera o hueso. Un abanico con el que la mujer como principal usuaria creó un lenguaje cifrado para flirtear con sus amantes o para negar su estima a los pretendientes.


El mayor auge en España fue en el siglo XVIII, llegando a ser un objeto típico de la mujer española en el XIX.

Ahora llega el propósito de la entrada: La vinculación de dicha pieza en Valencia, sobre todo en su origen.

Toda documentación que aparece en escritos antiguos sobre abanicos se pone entre comillas, alguna especulación que otra.


             Empresa Rafael Mateu. Finales siglo XIX. Archivo José Huguet

Así vemos que en el siglo XVII Lorenzo Mansilla en una de sus anotaciones habla de la existencia del Gremio de guanteros y abanicos del siglo XV. Los regalos que se ofrecían en el Colegio de farmaceúticos señalaba que: “En lo estiu lo mateix excepto que en loch de guants sempre se ha donat i dona un avanico de ploma”, por lo tanto parece ser que fuera una parte de los guanteros los que pudieran fabricar piel para abanicos al final de este siglo XVII.

También en este mismo siglo Carles Pitarch habla de un trabajo inédito sobre  L'aproximació al lexic dels palmiters en Aldaia, donde se hace entender que había un Gremio de abaniqueros en Valencia. Siguen siendo suposiciones.


Exterior de la Fábrica de abanicos Carbonell en la calle San Vicente Mártir, engalanada para las fiestas falleras

La verdad sea dicha que las primeras noticias constatadas sobre las fábricas en Valencia ya son del siglo XVIII, cuando en el 1795 a D. Raimundo Morera, apoyado por el Conde de Zanoni y pidiendo su permiso a la Junta de Comercio y Agricultura, se le otorga el privilegio exclusivo de fabricación de diez años o más para el ejercicio en la fábrica que ya tenía en la ciudad. 

En el año 1802 se documenta una Real Fábrica de Abanicos que se situaba en la Plaza de Cajeros.


Señoras, cojan el abanico y sitúense cerca del pretendiente. Si usted es señora casada y le es indiferente, abra y cierre el abanico muy lentamente. Si lo hace rápidamente se creerá que lo ama con intensidad. Ahora que si decide ser de su pertenencia déjelo caer. Como lo cierre rápido se irá porque le estará negando. Si prefiere hacerlo de manera sensual pase los dedos lentamente por las varillas porque significará que desea hablar con él, y pretendiendo darle una hora de cita tendrá que separar las varillas una a una hasta hacer coincidir en número con la hora. Aprovechando un exterior soleado puede darle calabazas cubriéndose la cara con el abanico cerrado, primero habría que cruzar miradas, y le estará diciendo que es muy feo y que no le gusta. Un gesto como melancólico apoyando el abanico en la mejilla izquierda será un no, y si es sobre la derecha, un sí. Tampoco le ceda el abanico a su madre, porque se estará despidiendo. Ya sabe, si a su madre le entra calor que se abanique con una hoja, de lo contrario lo espantará. Será mejor que él la olvide como lo sujete con las dos manos. Finalmente, lo mejor de todo si es que le interesa, es que se cubra la cara con el abanico abierto porque le estará diciendo ¡Sígueme cuando me vaya!, y más si se acompaña mirando los dibujos de la tela, porque le estará explicando que le gusta mucho.

Texto de Amparo Zalve

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