miércoles, 17 de mayo de 2023

LOS MERCADOS DE LOS AGRICULTORES

 


Los Mercados Municipales instituidos en Valencia han mostrado de por vida el fiel reflejo de una institución foral única en el mundo y testimonio vivo de nuestras tradiciones: "la Tira de Contar".

Las fotografías de los años sesenta nos muestran esta actividad torno al pequeño mercado de Mossen Sorell en la plaza del mismo nombre.

Viene de antiguo, ya que durante la dominación árabe se instauró la Plaza de la Hierba, y ya en 1238 se consolidó como derecho de los agricultores. “Me voy a la Tira”, decían los agricultores de la vega de Valencia al ir al mercado para vender sus productos de forma directa, en la que sólo ellos ponían los precios. Les esperaba la figura del Magistrado, que en tiempos árabes se le llamaba de una manera y después en cristiano de otra, para encargarse del control de los pesos y las medidas, la política de precios y todas las medidas de abastecimiento. Allí donde había mercado estaba un lugarteniente que tenía cuatro pesadores a cargo.

Aunque en 1707 los Derechos de Nueva Planta del rey Felipe V abolieron los Fueros del Reino de Valencia y desapareció el Magistrado, el lugarteniente y los pesadores, los agricultores formaron una “piña” y no se consiguió acabar con la “Tira de Contar” permaneciendo así hasta nuestros días, aunque de manera diferente.


Desde la calle Alta

Las dos fotografías dan fe de los pequeños puestos de los agricultores que rodeaban en los sesenta el mercado que se asentó en el solar del malogrado palacio del sacerdote y propietario, el Mossen Sorell, descendiente del iniciador del linaje en Valencia, Bernat Martí Sorell, tintorero de profesión. Solar que cedió ante la petición de que se hiciera en el lugar este Mercado Municipal y que llevara su nombre. En 1882 ya no quedaba palacio, y en 1932, ya había mercado. Un mercado tan pequeño como lo es la plaza del solar, eso sí bien moderno, con estructura de hierro y hormigón, de forma cuadrada y con cubierta de cinco prismas octogonales, el central el mayor y a cada esquina los pequeños. 

Un mercado de barrio que tenía mucha vida de eso, de barrio. Mercado del Barrio del Carmen donde a los niños se les enviaba por alguna falta y de paso jugaban al escondite tras un rinconcito donde se apoyaban en algún resto de muralla.

Todo el sabor del bullicio que hacía que los mercados fueran mercados.

Texto de Amparo Zalve

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