1898 - Desde junio de 1876 eran las mulas y los caballos los que tirando de ellos desplazaban a los tranvías por las calles y plazas de la ciudad.
Eran los que con el tiempo se han conocido como "tranvías de fuerza", que a paso lento trasladaban a los valencianos de un punto a otro de la ciudad. El camino al Grao marcaba el recorrido para su conexión con el Marítimo.
La prensa cuando discurría el año 1898 lanzaba a la opinión pública que muy pronto iba a ser la electricidad la fuerza que los impulsará. Tendrían que pasar dos años, pues hasta marzo de 1900 no llegaría la ocasión del relevo.
Mediaba este año y la Compañía General de Tranvías presentaba su solicitud de servicio para la linea de Valencia al Cabañal; la Sociedad Plá Hermanos para la de Valencia a Torrente; la de los Tranvías del Norte para la de Valencia a Puebla de Farnals y la de Pascual Carles y Compañía para la de Valencia a Catarroja.
Y junto a las solicitudes, mostraban las Memorias, con su establecimiento, sus planos urbanos y la vigente reglamentación a la que se ajustaban.
Abundaban en sus deseos de mejorar el servicio, alentadas en especial, por la aceptación que han tenido los tranvías eléctricos en Madrid, Barcelona, San Sebastián, Bilbao, Murcia y otras ciudades.
Y para que los lectores supieran su alcance, el cronista citaba que si en la actualidad para cubrir el servicio Valencia-Torrente eran necesarios unos largos sesenta y cinco minutos, mediante la tracción eléctrica quedaría reducido a unos pocos treinta y cinco.
Solo faltaba el tendido eléctrico que hiciera posible el avance por las calles.
Y a la pregunta de:
¿Cuándo comenzarán a funcionar estos tranvías? las empresas respondían que en unos tres o cuatro meses, el tiempo que necesitaban para su adecuación, a falta, claro está, del permiso de la superioridad competente.
Sin embargo, eran los Ayuntamientos por donde discurrían en sus trazados quienes tenían la potestad para su autorización, para después y con el necesario informe de un ingeniero provincial, presentar los proyectos en Madrid, de donde debía llegar la aprobación definitiva.
Lo dicho: ¡dos años por delante esperando el visto bueno al avance del tranvía eléctrico!
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