En 1536 la reina viuda y su vez virreina de Valencia, Germana de Foix, celebró en el cap i casal las fiestas del 9 de Octubre.
Tras los actos quiso descansar y se desplazó a la más antigua capital del Reino de Valencia, la íbera Edeta, aprovechando aquellos días de asueto con la intención de visitar la Iglesia de la Sangre del siglo XIII, y a su vez el Monasterio de San Miguel, fundado por Jaime II, así como la imagen de San Miguel del siglo XV y la del Cristo del Perdón de reciente creación.
La Reina Germana, que venía influenciando en la vida política y social de Valencia, repentinamente se sintió indispuesta, falleciendo el 15 de octubre sin tiempo siquiera para dar aviso a su esposo el Duque de Calabria.
Sobre ella misma penaba la represión que había impuesto sobre los agermanados de la década anterior, con más de dos años de cruel persecución con cuantos habían intervenido en la revuelta, quienes eran llevados a los muchos patíbulos instalados en la calles, donde permanecían los cuerpos de los ajusticiados para escarmiento de la ciudad. Su visita al Monasterio edetano le sirvió como lugar de arrepentimiento y de perdón por sus decisiones tomadas tras la "Germanía valenciana".
En su testamento dejó escrita la orden para la construcción del Monasterio de San Miguel y de los Reyes con el deseo de que fuera el lugar de su última morada. Y allí se encuentran.
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