miércoles, 18 de marzo de 2020

LA FALLA DE DALÍ QUE NI LLEGÓ A VISITAR


Cuando no existía todavía falla para la plaza del Caudillo, la falla del Ayuntamiento, la comisión El Foc, pensó en encargarle al excéntrico artista Salvador Dalí un boceto para algo innovador, lo que sería el preámbulo de una falla experimental y fuera de concurso. Con ello, fue el genio el que protagonizó el primer debate entre las fallas tradicionales y experimentales.

No sé si esto fue una buena idea por la polémica que se desató y que voy a explicar:

-Inicio y propuesta del boceto:

Año 1954. La comisión El Foc recurre al artista con el fin de que por la cantidad de 110.000 pesetas ejecute un boceto para una gran falla que se consideraría innovadora y que sería situada en la plaza más visitada de la ciudad, la plaza del Caudillo, con doble vertiente, la de falla diferente, y la de extensión de la fiesta fallera al resto de España y el extranjero. El boceto pasó a manos del afamado escultor Octavio Vicent, al que se le pagarían 12.000 pesetas y el resto se lo llevaría el autor del boceto, al que se le debía adelantar 25.000 pesetas antes de su comienzo.

·La falla:

El lema era “Corrida de toros surrealista”. Y tan surrealista como pudo surgir de su mente, interpretando desde su punto de vista lo que era una corrida de toros, y que el escultor debía materializar sus sueños y hacerlos realidad, en un helicóptero, unas alas y una fiera.

Vamos a intentar visionarla: La figura central sobre la que emergían las demás era una gran plaza de toros. En su interior, el público que ocupaba las gradas, y que eran los favorables a la corrida de toros: mostraban solamente sus brazos agitados por el fervor que les estaba ocasionando, lo que estaban viendo, sangre y arena, el resto del cuerpo era inexistente. En el centro de la arena, la figura del torero, con alas de mariposa. Pienso yo que algo querría decir con ello. ¿Podrá ser que quisiera indicar que el torero era inocente y libre, cual mariposa?

También le acompañaban al torero unos tres o cuatro personajes encapuchados a los que Dalí no quería que se les descubriese la identidad hasta el momento de la cremá.

En su exterior, los que eran opuestos a la corrida; enfurecidos intentaban atravesar las paredes de la plaza, sin ropa, tan solo vestían un paño cubriendo sus partes intimas.


Sobre toda esta estructura, la figura de un helicóptero, mitad máquina, mitad bestia, llevándose al toro muerto. Dalí en su imaginación, soñaba como se lo llevaba hacia las montañas de Monserrat en Cataluña, donde reposaría para siempre o acabaría devorado por las águilas.

Este era el boceto original, pero al que luego ordenó que se añadiera un gran busto de él mismo contemplando toda la escena.

·El enfado y otras lindezas de Salvador Dalí:

Pidió de venir a visitar  la falla que había diseñado, por un día, si se le pagaba el viaje completo a él y a su esposa Gala. Creo que de buena fe hubiera sido concedido, pero ante tales exigencias, que fueron varias, nunca llegó a ver la falla.

Exigió que no se quemaran las figuras de cera que pilotaban el helicóptero. ¿Cómo se iba a contradecir la tradición?

Quería que el toro y el helicóptero estuvieran en el aire, solo tocando con uno de sus cuernos una roca, y eso era misión imposible.

Existen unas cartas en la Biblioteca Nacional de Cataluña en las que muestra su enfado con los falleros advirtiendo que no le pagaban la suma que él quería. La entrega del proyecto lo definía como “un mano a mano”, te lo doy y me lo pagas integro, en efectivo, en el mismo momento, “ahora hay que perseguirlos como ratas. Espero que aún no nos cueste dinero”. Tan convencido estaba de su éxito que también apuntó “Con un mes tienen de tiempo para hacerla”. Dudaba de la eficacia del escultor. “Esperaba saber si habían conseguido resolver el armazón general antes de completar el resto”.

Como reseña también apuntaré que el escultor Octavio Vicent ante tanto agravio protestó, diciendo que era un boceto muy disparatado y que no habría perdido más de una hora para realizar cuatro trazos mal dibujados.

La popularidad que adquirió esta falla hizo ensombrecer a las demás de ese año. Pero como no podía ser de otra manera, sucumbió al poder de las llamas.

Texto de Amparo Zalve Polo

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