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miércoles, 13 de noviembre de 2019

LA FIESTA DE CAÑAS Y BARRO

Archivo Municipal


1921 - Cuando Vicente Blasco Ibáñez llegó a Valencia en su visita de mayo de 1921, con seguridad, no podía imaginar el alcance de su recibimiento, en el clamor de sus paisanos hacia su persona, ni en su multitud. Y más, toda vez que la autoridad gubernamental iba a poner toda clase de trabas para su llegada. Pero en el "blasquismo" estaba la fuerza popular; durante su estancia fue objeto de todo tipo de homenajes, donde su obra literaria se convertía en los verdaderos protagonistas y centro de atención, bien fuera en forma de cabalgata urbana, o ante una "barraca" del Cabanyal.

Cañas y barro era otro de los protagonistas, y como no podía ser de otra manera el homenaje tuvo como escenario la Albufera.

La “Fiesta de Cañas y barro" tuvo lugar el 18 de mayo, que a pesar de que el tiempo, con presagio de lluvias,  no acompañaba, congregó a los invitados llegados de los pueblos cercanos y de la ciudad, de la que había partido el propio Blasco desde la plaza de Emilio Castelar a las 8.30 de la mañana mediante un carruaje que transportaba algunos invitados, entre quienes se encontraba el Alcalde, para llegar al "Pont de Peransa", donde en unas barcas allí dispuestas alcanzaron la Dehesa, a cuya llegada fue recibido D. Vicente mediante aplausos, con toques de dulzaina y una traca, con el encuentro con otras personalidades, en un escenario acorde al festejo, con la típicas barcas engalanadas con gallardetes y guirnaldas de flores, y unas "collas" de pescadores "albuferencs" y grupos de labradores vestidos a la antigua usanza.

El traslado a la Dehesa desde el centro de la ciudad fue muy problemático,  donde habían dispuestos carruajes, automóviles y autocamiones, contratados para portar las sillas, para una asistencia prevista de 400 invitados, quienes hasta el punto de embarque tenían que transitar por penosos caminos, que aquel día de lluvia aún más los agravaban, hasta el punto de pensar en suspender el festejo, pero al grito de ¡antes morir!, y con la ilusión de participar en uno más de los homenajes a Blasco Ibáñez en tan singular paraje, emprendieron la marcha por uno de los caminos más deplorables, el del Saler.

Ya en la Dehesa, y aunque en sus primeros momentos molestaba la lluvia, la comida se sirvió a las dos de la tarde en tres largas mesas para los invitados, con la presidencia formada por los señores Blasco, Samper, José Benlliure, la esposa del Alcalde, la tiple María Llacer, Libertad Blasco, hija del homenajeado, y la hermana de éste Pilar, junto a otras damas.

Al terminar la comida, que fue exquisita, -a base de paella, all i pebre y anguiles torraes costeada por el Ayuntamiento- tuvo lugar una fiesta valenciana en la que no podían faltar los bailes populares y "les albaes", a cargo de los más populares "cantaors" del momento,  con suelta de palomas y tracas que se fueron prolongando durante toda la tarde, hasta el regreso a Valencia, a las 8 de la tarde, tras hora y media de viaje de vuelta por los penosos caminos.

Así reconocía el blasquismo a su ilustre y universal padre, pese a la inclemencia del tiempo que se vislumbra en la fotografía.

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