Aquella mañana se procedió a la colocación del nuevo rótulo
con una placa que había sido regalada por la Escuela de Cerámica de Manises,
diseñada por Constantino Gómez, mientras que la parte escultórica había salido
de las manos de Antonio Pérez y para la pintura recibió el encargo J. Toledo,
impregnada la lápida con el más puro estilo barroco, siendo muy elogiada la obra.
A sus pies, se colocó una tribuna en la que se hallaban las
autoridades invitadas a la inauguración, tanto de las instituciones militares,
religiosas y civiles, como representantes de la Cámara de Comercio, Junta de
Obras del Puerto, Cámara de la Propiedad, de asociaciones culturales. No faltó
el prelado de la diócesis doctor Melo.
Del Ayuntamiento llegó la comitiva precedida de los maceros,
con el alcalde Sr. Avilés al frente, quien tras leer por parte del secretario
al acuerdo municipal para rotular la plaza y pronunciar una breves palabras,
tributando con ellas un cumplidísimo elogio a la figura del Cardenal, antes de
descubrir el tapiz, termino con estas palabras:
“Permitirme que dé tres vivas:
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