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jueves, 10 de noviembre de 2016

UNA LÁPIDA PARA EL CARDENAL BENLLOCH

Archivo Municipal

1923 - La relevancia del Cardenal Benlloch había alcanzado el punto más alto en su carrera sacerdotal. Hacía escasamente dos meses cuando cumplía con su misión diplomática en Sudamérica dispuesta por el Rey Alfonso XIII. No es de extrañar pues que el Consistorio decidiera rotular una plaza con su nombre. La elegida fue la situada enfrente al Palacio Arzobispal que cambiaba su nombre el 9 de noviembre de aquel año, hasta entonces conocida como del Arzobispo.

En aquel día se había dispuesto un estrado ante la Cerería del Palau para inaugurar la lápida que estaba cubierta por una cortina con los colores de la bandera española. A las once de la mañana una nutrida comitiva partía del Ayuntamiento compuesta por las más altas personalidades en representación del Consistorio, Diócesis, Gobierno Civil, estamento militar y universitario que estaban acompañados por el Cronista de la Ciudad. No podían faltar a la cita la Cámara de Comercio, la Junta de Obras del Puerto, la Cámara de la Propiedad y otras entidades culturales, en un marco que procuraron solemne.

La comitiva llegó a la plaza precedida por maceros y alguaciles con una sección de la Guardia Municipal. Ya en la tribuna el alcalde, general Avilés, pronunció un efusivo discurso glosando al Cardenal Benlloch, para a continuación proceder a descubrir la lápida, obra del artista Constantino Gómez, cocida en la Escuela de Cerámica de Manises, ante la ejecución de la Marcha de la Ciudad por parte de los timbales y clarines.

Terminó el acto en uno de los claustros del Palacio Arzobispal donde se procedió a la toma de unas fotografías de los invitados como recuerdo del acto. 

En la foto se observa la proximidad del antiguo palacio que, de nueva planta, fue construido tras la guerra civil.

La plaza del Cardenal Benlloch, volvía a su antiguo nombre del Arzobispo. 

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