Convoy semejante al que citamos en el texto, en este caso utilizado por un equipo de fútbol. Foto Gadea.
ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES TRANVIARIAS
Hoy, como último día de las fiestas falleras, es interesante
recordar que hace muchos años en Valencia se celebró una despertá que jamás
podrá repetirse.
Hoy podemos dar a luz
este recuerdo gracias a que en 1973 se presentó bajo el lema Foc i Flama a los
XC Jocs Florals de la Ciutat i Regne de València un trabajo sobre las Fallas y
el Ferrocarril, premiado, en el que su autor Josep Lacreu Sena entre otras muchas
cosas nos comenta la citada despertá.
Corría el año 1948 en el que hubo una comisión fallera, la
Falla Ferroviario-Tranviaria, que podemos asegurar que fue extraordinaria, ya
que estaba compuesta por un conjunto de trabajadores ligados a la actividad
ferroviaria, tanto procedentes de la Compañía del Norte como del Central de
Aragón, ya reunidos en RENFE y también, excepcionalmente, por trabajadores de
la Compañía de Tranvías y Ferrocarriles de Valencia (CTFV) es decir personas
ligadas a los trenets y también a los tranvías. Una comisión de vías férreas.
Junto a la Estación del Norte plantaron su falla titulada
“Viajeros” que fue realizada por Luis
Dubón, familiar cercano al artista fallero del mismo apellido, y como era
lógico dispararon sus castillos, realizaron sus pasacalles con su banda de
música, despertaron a su vecindario, eran una falla más, pero en la mañana del
día grande, el 19, día de San José, dieron la campanada, bueno la gran
despertá.
Ese día festivo apareció por la calle de Xátiva a las ocho
de la mañana, un convoy formado por tres
coches, conducido por los tranviarios de la Comisión. Un tranvía motor con dos
remolques, uno de ellos una jardinera, de aquellos amarillos, que se llenaron
de falleros ferroviarios, de sus músicos y de algunos pirotécnicos que
inmediatamente comenzaron lo que se puede definir como la despertá más larga
que haya tenido nunca Valencia, por su recorrido a lo largo de toda la ciudad
por sus calles dotadas con vías de tranvía, pasando tanto por calles falleras,
como también por zonas menos falleras, calles señoriales, sorprendidas por el
espectáculo de ver como desde un tranvía se tiraban cohetes y trons de bac a
diestro y siniestro. Creemos que realmente fue una muy grata y ruidosa sorpresa
para el conjunto de aquella Valencia de la posguerra.
Debió ser un espectáculo para no olvidar, pero actualmente
apenas algunos de los que vieron aquello lo podrían recordar. Hay que tener más
de 75 años para poder tener memoria de aquel maravilloso, ruidoso e inimitable
acontecimiento.
Texto de Enrique Goñi Igual.
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