Archivo Rafael Solaz
La imagen sedente del Salvador Giner, obra en piedra del escultor Vicente Navarro,
tiene la singularidad de haber sido, probablemente, el monumento más viajero de la ciudad, en una
costumbre que se ha repetido en diferentes ocasiones con nuestros patricios más
importantes, que, por distintas razones, las más de las veces, ha sido por
obras en la zona que han obligado al Ayuntamiento de turno la conveniencia del traslado de la estatua en homenaje.
Recordamos como más significativos los casos del Pintor Ribera el Españoleto, el del
Marqués del Campo, de Federico Mistral, de Miguel Cervantes, de Luis Vives, de
Eduardo Escalante, de Joaquín Sorolla, de Gilberto Jofré, en sus viajes por la
ciudad, como también diversas obras del escultor Ponzanelli que desde el “huerto de Pontons” en Patraix, fueron trasladadas
a zonas ajardinadas de la ciudad, terminando algunas su periplo viajero en los Jardines del Real. Y viene al caso citar estatuas que
han viajado en el tiempo de un viejo puente a otro también antiguo; o como las
vicentinas sobre el Portal de San Vicente de la Valencia amurallada que han acabado situadas donde les
corresponde: la del predicador en la plaza de Tetuán, y la del Mártir frente a
su ermita.
Vemos la foto del archivo de Rafael Solaz que nos la muestra
cuando desde 1943 hasta finales de 1960 dio su toque ornamental a la plaza del
Arzobispo.
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