jueves, 13 de octubre de 2016

AL PALMAR EN AUTOMOVIL

1920 - Colección Germán Gómez

En el año 1920 la posibilidad de visitar la Albufera desde Valencia y en coche era una oferta sugerente. La idea nació de la Comunidad de Pescadores del Palmar que constituyeron la sociedad anónima “La Palmarista”. En un principio disponían de tres automóviles y su objetivo era aumentar su número y poner al alcance de los interesados la belleza del lago, la Dehesa y la isla del Palmar: un conjunto paisajista desconocido para la mayoría de los valencianos, que de forma cómoda iban a poder visitar en un solo día.

El inicio del viaje se anunciaba por dos veces al día, a las 6.30 de la mañana y a las 16.30, siendo el lugar de partida la calle Pi y Margall en su esquina a la de Colón, en su camino hacia la Dehesa a través de Monte Olivete, la Punta, Pinedo, el Pont de Peransa y el Saler. Con la llegada del automóvil a la Mata del Fanch, ya en plena Albufera, se disponía de un servicio de barcas que en 45 minutos, según el viento, el viajero llegaba al Palmar.


El servicio fue inaugurado el 19 de julio de aquel año y el proyecto era muy ambicioso. Por lo que "La Palmarista" invitó a la Corporación Municipal en el día inaugural para que tomaran conciencia de la importancia que significaba para los habitantes del Palmar, necesitados de una mayor atención en el camino hacia el Pont de Peransa, mejorar también las comunicaciones y la conveniencia de construir un cementerio en la isla, evitando así el traslado en una barca del féretro hacia el Cementerio General, que imposibilita además, la visita frecuente al familiar fallecido.

El alcalde accidental don Vicente Coscollá acudió al Palmar donde se reunió con la autoridad municipal pedánea y los componentes de la nueva sociedad, quienes fueron presentados al Sr. Coscollá por los concejales del distrito de Ruzafa que aprovecharon la ocasion para alabar el proyecto de "La Palmarista", haciendo  hincapié en la necesidad de atender sus peticiones.

De inmediato pasaron a celebrar una comida en el local de la Comunidad de Pescadores, a la que también asistieron los excursionistas de aquel día, a base de paella, “all i pebre de anguiles”, “llisa torrá”, entremeses y fiambres, dulces, licores y “melones insuperables”. 

Hasta puros habanos tuvieron.

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