Archivo Municipal
El domingo 23 de junio de 1923, en unos actos que se iniciaron a las once horas, una comisión
municipal presidida por el Alcalde D. Juan Artal, formada por los Sres.
Cardona, Rosat, Porta y Ballester, con los maceros del Ayuntamiento, se dirigió
al domicilio del Sr. Gil Perotín en la plaza Wilson, en el Parterre, donde se
hospedaba el Conde de Altea. Ambos se incorporaron a la comitiva, a la que se
unieron también los señores Ibáñez Rizo
y Carrau, dirigiéndose a la calle donde se iba a descubrir una lápida que le daría nombre.
Llegados al lugar, el secretario accidental del Ayuntamiento, Sr. Castañeda, dio lectura al
acuerdo que daba el nombre de Conde Altea a la calle trazada en paralelo a la
Gran Vía Marqués del Turia.
A continuación y a los acordes de la Marcha de la Ciudad, el
alcalde descubrió la lápida decorada al estilo por el que se había optado en la calle
del Cardenal Reig, dado a “aunar artísticamente la pintura y la escultura
cerámica en rica policromía y oro”. Un medallón circular pintado en azul en su
centro, recoge un retrato del Conde de Altea, mientras que a los lados, unas
alegorías de la Instrucción, Bellas Artes y Trabajo, recuerdan el paso de D.
José Jorro y Miranda por las subsecretarías citadas.
Una vez descubierta la lápida pronunciaron una emotivas
palabras los Sres. Artal, Gil Perotín por el Notariado, Carrau por el Colegio de
Abogados e Ibáñez Rizo, íntimo amigo de quien iba a perpetuar su nombre en la
calle del Ensanche.
Finalmente todos los reunidos se trasladaron al domicilio
particular de la plaza Wilson donde se sirvió un espléndido lunch, en noticia publicada por el Diario de Valencia dos días después.
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