Colección Salvador Monmeneu
1918 – Tras la construcción de la dársena del puerto con su dique al faro, la playa de Levante fue ganando terreno al mar y sus arenales se extendieron a través del Canyamelar, Cabanyal, Cap de França , hasta llegar a la Malvarrosa, donde Robillard perfumaba la arena mezclada con el salitre.
El rústico juego del diábolo y en este caso en la proximidad de la playa de la Malvarrosa y con su dominio, distrae al resto de la familia que busca el encuentro con las olas, vestida de domingo, en un placentero día aún no dispuesto para el baño que llegará en su momento. Mientras el niño mantiene su mirada quizás tras las gaviotas, o atentos sus ojos a un velero que abre las aguas.
Colección Salvador Monmeneu
Y hasta allí se trasladaba la familia valenciana que disfrutaba con su mirada, que no perdida pero si extendida, hasta alcanzar una línea donde cielo y agua se unían en su destino inescrutable. Ello abría la imaginación a lo infinito donde cualquier sueño lo hacía posible.
El balneario Termas Victoria acababa de inaugurarse en competencia con Las Arenas y las barracas del Cabanyal ya habían dado paso a construcciones de planta baja y primer piso donde la burguesía valenciana disfrutaría en sus meses del estío.
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