Archivo de Rafael Solaz
Sobre la estirada fachada del cine Rialto se descolgaba el cartel publicitario cual cortina de fantasía cuyos crespones servían de adornos a la marquesina de las taquillas.
Sucedía en los años de Cifesa, la en blanco y negro, con películas de gestas nacionales donde igual se manifestaba “Agustina de Aragón” en su reto al francés, que amanecía un día con “Alba de América”, mostrando su nao en la amplia plaza del Caudillo.
Gary Cooper y Esther Williams estaban llamados a mostrar la proyección internacional, sin embargo, en aquellos inicios de la década de los 50, se estrenaba Pequeñeces, con gran éxito de taquilla como con anterioridad lo tuvo Aurora Bautista en Locura de Amor ante un público entregado.
Sobre la tortada de Goerlich, una bella señorita nos regala el recuerdo del Rialto de antaño. Un cine de estreno de sombrero, traje y corbata que nada tenía que ver con el de barrio, de sesión continua con fiambreras de pisto y botellas de agua.
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