1966 Ca – Archivo de Rafael Solaz
Si había algo que nos entretenía y al mismo tiempo fomentaba la perseverancia, era la afición por el coleccionismo donde el reto por conseguir el cromo difícil se convertía en un efectivo afán por la superación. Aunque más de las veces dar con su encuentro era un imposible, hasta el punto que siempre había una ventana en blanco en nuestra libreta que mirábamos de reojo con la ilusión de cubrirla.
Mediante el cromo infantil nos recreábamos en un mundo en tecnicolor, también en blanco y negro, por el que desfilaban toreros, muñecas y estrellas del cine. La "tómbola de Marcelino" nos ilustraba de la España monumental y los futbolistas concentrados en el Hotel Inglés de la calle Marqués de Dos Aguas, daban a nuestra colección y con su autógrafo, un plus de autenticidad.
El agua y la harina pringaban nuestros dedos mediante una pasta tan barata como útil para fijar el cromo en aquel álbum que nos fascinaba completar.
Vemos en la foto y en su alegría cómo las niñas muestran e intercambian sus cromos. El precio estaba fijado.
-¡Diez de los fáciles por uno el difícil!
Decían…
Decían…
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