sábado, 13 de diciembre de 2014

EL MAESTRO RIPOLL, EL ÚLTIMO AJUSTICIADO POR LA INQUISICIÓN

 

Archivo de Rafael Solaz

1826 -  La Constitución de Cádiz trajo para el pueblo español aires de libertad, mientras que cogidos de la mano y debido a su orgullo patrio, los nuevos ciudadanos se alimentaban por el viento de la confusión.  Terminado el “trienio liberal”, las ansias inquisidoras en cuestiones de fe reflotaron de nuevo. En Ruzafa y en la zona de la Punta, en un colegio, cumplía su labor docente un maestro escuela que en la Guerra de la Independencia  había sido hecho prisionero y llevado a Francia. 

De carácter liberal, a su regreso, continuó  con su tarea impartiendo unas clases nada afines a la religión católica de aquellos años,  en contra de lo que se exhortaba  en los púlpitos, por lo que  fue denunciado por  los propios  vecinos, sometiéndose  al "Tribunal de la Fe" (nueva institución  provincial por delegación en sus funciones de la Inquisición) que con gran dureza  ejercía  su autoridad en Valencia. 


Cayetano Ripoll fue condenado y estuvo dos años en la cárcel, para terminar con su vida mediante la horca situada en la plaza del Mercado de Valencia, al seguir renegando de unas creencias religiosas que le obligaban a impartir a sus alumnos.

Y como era mediante una hoguera como la Inquisición ejecutaba a los herejes, para reafirmar la sentencia, después de perecer en el patíbulo, su cadáver fue metido en un tonel pintado con llamas para, al parecer, ser llevado al río Turia por la zona de la Pechina, donde fue ofrecido al calor de las llamas.

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