Archivo de Rafael Solaz
El año 1946 había comenzado con muy buenos augurios. Las restricciones del fluido eléctrico se habían suprimido gracias a que las lluvias del pasado mes de diciembre garantizaban la vuelta a la normalidad, pero el tiempo no acompañaba y en la ciudad, los chubascos y las bajas temperaturas se repetían.
Llegó el día 16 y antes del mediodía, sobre las once horas, el Rey Don Jaime vio cómo unos copos de nieve se posaban sobre las crines de su caballo.
Durante todo el día y la noche la nevada cubrió las calles de Valencia de un insólito y níveo manto, dispuesto para los juegos de la muchachada que en diferentes lugares de la ciudad, creaban sus monigotes de hielo, al tiempo que se disponían a la lucha pertrechos de blanca artillería.
La temperatura alcanzó los seis grados bajo cero y la templada Valencia cambiaba su faz a semejanza de los frías ciudades del centro peninsular, aunque sólo fuera por unas pocas horas para asombro y deleite de los valencianos. Aunque para los naranjales, otros frutales y la huerta en general, supusiera un desastre que obligó a pedir ayuda económica al Gobierno, que atendió la petición.
En esta ocasión, el Conqueridor, nada pudo hacer; tan sólo servir de punto de encuentro a unos ateridos jóvenes que observaban el blanco Parterre entre muecas de frío y sonrisas de fascinación.
Preciosa la foto. Me ha gustado muchísimo recordar todo aquello, la nevada, e incluso las restricciones, que la gran mayoría de las personas de ahora no saben, porque lógicamente no habían nacido.
ResponderEliminarGracias por todo el tiempo que empleas en esta misión de recordar nuestra querida Valencia que te has impuesto. ¡Animo!
La foto preciosa y muy refrescante, aunque para la gente que padeció la nevada no lo fue tanto.
ResponderEliminarMe encanta la foto , de un lugar muy bonito de la ciudad.
Gracias a los dos por el post. Buen día y buen fin de semana. Gregorio