1870 - La escultura popularmente conocida como “la palletera” estuvo en el centro del claustro del Colegio del Patriarca hasta 1897, año en el que fue sustituida por la sedente del Patriarca, obra de Mariano Benlliure. Atrás quedaba la singular estatua que había estado sobre una fuente de mármol desde la construcción de un claustro por donde hasta hacía unas pocas décadas corría la hierba que, en ocasiones y según asegura el cronista, trepaba por el pedestal que la sostenía.
La “mujer” había aparecido en el subsuelo al inicio de las obras y aunque algunos autores creen que era la diosa Ceres, sin embargo, hubo quienes aseveraron que se trataba de un cónsul romano decapitado. No obstante, y creyendo por sus ropajes que la estatua era el cuerpo de una mujer, le pusieron la cabeza de una dama. Y como sostenía en su mano izquierda unos haces de hierba, los mismos que existían a sus pies, el vulgo pasó a reconocerla como la “palletera”.
La rumorología de la época suscitó la infundada creencia de que al comprar el Patriarca las cuarenta y nueve casas que necesitaba para construir sobre sus solares el seminario, la dueña de la última de ellas se resistió, condicionando su venta a que figurase su recuerdo haciendo alusión a su oficio.
La foto de J. Laurent nos muestra el momento en el que un sacerdote junto a un seminarista se aproximan a la fuente que preside el claustro.
La “mujer” había aparecido en el subsuelo al inicio de las obras y aunque algunos autores creen que era la diosa Ceres, sin embargo, hubo quienes aseveraron que se trataba de un cónsul romano decapitado. No obstante, y creyendo por sus ropajes que la estatua era el cuerpo de una mujer, le pusieron la cabeza de una dama. Y como sostenía en su mano izquierda unos haces de hierba, los mismos que existían a sus pies, el vulgo pasó a reconocerla como la “palletera”.
La rumorología de la época suscitó la infundada creencia de que al comprar el Patriarca las cuarenta y nueve casas que necesitaba para construir sobre sus solares el seminario, la dueña de la última de ellas se resistió, condicionando su venta a que figurase su recuerdo haciendo alusión a su oficio.
La foto de J. Laurent nos muestra el momento en el que un sacerdote junto a un seminarista se aproximan a la fuente que preside el claustro.
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