Ca. 1910 - La huerta valenciana ha estado de siempre situada justo a partir de sus murallas, regada por las aguas del Turia y por la acequias en estratégico sistema de conducción, a la sazón judicialmente protegido por el Tribunal de las Aguas, y en su beneficio gracias a la bondad de un clima que ha procurado cosecha tras cosecha, sin necesidad del barbecho del interior peninsular.
El paso del tiempo y la explosión demográfica de nuestra ciudad, la tercera de España, al igual que los municipios que configuran su área metropolitana, ha tenido como resultado que la superficie que en tiempos ya lejanos diera a nuestra ciudad la consideración de florido vergel, se haya convertido en un valor residual con ribazos de añoranzas.
Los carros han desaparecido, los blusones yacen estrujados entre naftalinas en alguna cómoda imaginaria, y la que fuera placidez familiar en la puerta de casa, se manifiesta con el huertano descansando tras su derroche de fuerzas, con la esposa que por momentos ha abandonado al puchero en cocción, y la curiosidad de la niña abrigada y con guantes que posan al fotógrafo en un día invernal.
El paso del tiempo y la explosión demográfica de nuestra ciudad, la tercera de España, al igual que los municipios que configuran su área metropolitana, ha tenido como resultado que la superficie que en tiempos ya lejanos diera a nuestra ciudad la consideración de florido vergel, se haya convertido en un valor residual con ribazos de añoranzas.
Los carros han desaparecido, los blusones yacen estrujados entre naftalinas en alguna cómoda imaginaria, y la que fuera placidez familiar en la puerta de casa, se manifiesta con el huertano descansando tras su derroche de fuerzas, con la esposa que por momentos ha abandonado al puchero en cocción, y la curiosidad de la niña abrigada y con guantes que posan al fotógrafo en un día invernal.
Preciosa la fotografía . Buen día y un abrazo. Gregorio
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