Habido tiempo en la calle de las Barcas por el año 1900 como el que muestra la fotografía, al paso de un día cualquiera cuando ya el gran teatro, el Principal, había dejado atrás las pequeñas representaciones callejeras y alguna que otra sala solo habilitada para pequeñas escenografías lucía su elegante fachada con un interior rococó al más puro estilo de los grandes teatros neoyorquinos y europeos. Una marquesina metálica cubría su entrada sirviendo de protección contra el calor y la lluvia. Una calle con obras, la calle Fidalgo, recorría la fachada lateral derecha, y el paso airoso de la mujer con cesta que parecía estar acostumbrada al peso.
Sobre una calle empedrada con desgastados adoquines pasaban los espectadores de aquel paisaje de una ciudad humedecida por el agua de las acequias que irían a parar al mar.
Calles que formaban barrio en el centro de la ciudad, barrio insalubre, de trabajadores del mar, frente a casas señoriales de algún que otro aristócrata.
¿Cómo se formó este Barrio de Pescadores?
Ni los árabes ni los cristianos tenían un entusiasmo excesivo por vivir junto a la zona litoral, era insalubre y peligrosa, por lo tanto el gremio que habían formado los marineros y pescadores que vinieron con Jaime I se trasladaron a lugar más alejado del mar formando barrio y estableciendo ahí su domicilio los que quisieran hacerlo. Llegó a extenderse de derecha a izquierda de la calle de las Barcas, desde la Glorieta y a lo largo de la calle de la Paz hasta el paseo de Russafa.
Tenían pequeños talleres de carpintería para construir embarcaciones pequeñas que luego transportaban hacia el río a través de la acequia madre que discurría por la calle de las Barcas. Algunos careneros tenían cercanos, uno estaba frente a la Morera, otro en la plaza de las Barcas y otro junto al Colegio de la Presentación.
Establecieron como parroquia la más cercana, la de San Andrés, donde en su puerta después de la Misa Mayor se reunían las autoridades del gremio escuchando las cuestiones que planteaban sus compañeros de profesión. Eran asuntos de reglamentación de la pesca y algunos roces entre los pescadores de la Albufera y los del mar... Que si en el mar se pagaba la décima del pescado o si el quinto en la de la Albufera. La disposición ya venía de antiguo, del año 1250.
Las viviendas deplorables se fueron sustituyendo por otras de mejor calidad y más confortables adquiriéndolas gente algo más acomodada y los hombres del mar se fueron retirando, aunque en tiempos de lluvia en la ancha calle de las Barcas los que por allí pasaban pisaban cenagosos charcos por no tropezar con las hogueras y maderas que los artesanos hacían en la puerta de sus talleres.
Al final el barrio se quedó fijado en un cuadrilátero que formaba la calle de las Barcas, la Cofradía dels Sastres, la de Forana de Peixcadors y la de Pont dels Anets. Lo que en la actualidad y por ese orden sería la calle de las Barcas, Pascual y Genís, Lauria y la zona de la plaza del Ayuntamiento pegada al edificio de Correos.
El cuadrilátero ocupaba trece manzanas atravesadas por nueve calles.
Todo acabó años más tarde cuando en 1906 se arrasaron esas trece manzanas en nombre de la higiene y el progreso.
Texto de Amparo Zalve
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