domingo, 8 de diciembre de 2024

BLASCO IBÁÑEZ: SUS PROPIAS PALABRAS

 

Archivo Municipal

Tras la muerte de Blasco Ibáñez en Mentón así veía la prensa francesa lo que había representado para el mundo la figura de un personaje de fama universal, que desde su etapa revolucionaria en su Valencia natal, había vivido sus últimos años burgueses en la ciudad francesa. La imagen nos deja uno de sus últimos recuerdos realizado en su lecho mortuorio.

«Le Petit Parisién»:

«Su obra literaria, cálida, llena de color, desbordante de vlda, y en la que el pueblo español está admirablemente descrito, le ha conquistado renombre mundial.»

Jean Maesou en «Lo Journal»;

«Con Blasco Ibáñez desaparecen a la vez de la más grande figura de las letras contemporáneas, uno de los más leales amigos de Francia y un magnífico tipo representativo»

«Le Journal»:

«Su muerte será vivamente sentida en España, en toda Europa y, sobre todo, en París, donde el ilustre escritor contaba con numerosos amigos y admiradores.»

«La Matin»:

«Audaz, emprendedor, amante de la acción por la acción misma, Blasco Ibáñez se distinguió a la vez de como escritor, como hombre de negocios y político.»

El «Journal des Débats»,

Como es sabido, de matiz moderado, dice que las ideas filosóficas de Blasco Ibáñez podrán discutirse, pero que es digno de admiración porque fué siempre fiel a ellas, y supo sacrificarse y sufrir persecución por mantenerlas. «Ante tal espectáculo—termina—no puede asomar a nuestra pluma más que una actitud de respeto.»

«L'Intransigeant» manifiesta que la exuberante naturaleza de Blasco Ibáñez tenía que suscitar pasiones a su alrededor; pero que su palabra, persuasiva y latina, como su corazón y su sangre, llegaba al pueblo. «Blasco—con sus últimas líneas—ha sido un gran propagandista de su país, e hizo cuanto pudo para que se conociera a España.

“París-Soir”

Afirma que Blasco era uno de los hombres más originales de nuestra época, y comenta la siguiente frase que un dia le dirigió Anatole France: «La mejor de nuestras novelas es la novela de nuestra vida.»

Pero aquí tenemos, en palabras del propio Blasco, la opinión que de sobre el mismo se tenía:

«Muchas gentes escriben que yo soy bueno, en extremo bueno. No es cierto. Yo no soy bueno ni malo. Soy sencillamente un impulsivo.

A la primera impresión me exalto y sigo el arrebato de mis nervios. Luego, con la reflexión, resulta que mi fuego interno no abriga odio ni rencor. Ignoro el placer de la venganza. Confesaré, sin embargo, que más de una vez he sentido el deseo de ponerla en práctica.

No en balde uno es hombre, ¿verdad? Pero me he dicho al punto: ¿Para qué? Cuesta más trabajo hacer el mal que hacer el bien. Y conviene ser bueno, aunque sólo sea porque resulta más cómodo…

Todo el que es fuerte verdaderamente es bueno, no sólo por imposiciones de la moral, sino por un resultado de su equilibrio y de su fuerza. Los débiles y los ruines son los que guardan un recuerdo siempre vivo de lo que han sufrido y acarician la esperanza de vengarse...»"

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