miércoles, 31 de julio de 2024

DOS FOTOGRAFÍAS EN DISTINTA POSICIÓN. FAMILIA GARCÍA Y SOROLLA



Es una fotografía por muchos conocida. Una de las que más demuestran la unión entre la familia García Peris y Sorolla Bastida.

Vamos a investigar el porqué, cómo, y cuándo ocurrió el origen de la fotografía, aunque recreándola ante nuestros ojos no veamos más que una reunión familiar.

El origen de esta familia es lo primero que hay que abordar. Dicen, hablan, especulan entre tres maneras distintas, las cuales voy a citar y que cada cual se quede con la que más le guste.

La primera: El afamado fotógrafo Antonio García Peris, padre de seis hijos, uno de ellos, Juan Antonio García, estudiando Bellas Artes tuvo como compañero al joven Joaquín Sorolla. El hecho de tener esa amistad entre los dos hizo que lo llevara a su casa y presentarle a su padre.

La segunda: El fotógrafo compró un bodegón a un comerciante de objetos usados, interesándose por el pintor que lo había ejecutado, resultando ser el joven Sorolla. Puede ser que se pusiera en contacto con él.

La tercera: Al hijo del fotógrafo le pareció contratar los servicios del pintor Cecilio Plá, a lo que éste o no pudo o no le apeteció retocar e iluminar las fotos para el fotógrafo, y se lo propuso entonces a su compañero de pupitre, Joaquín.

Cualquiera de las tres teorías pudiera ser; el caso es que ya presentados, fotógrafo y pintor, entablaron una perfecta relación y unieron lazos de sangre a través de la boda entre una de sus hijas con el joven pintor.

Tras esta introducción ya vamos al año 1907. Joaquín Sorolla Bastida, siendo ya un reputado pintor, regresó de uno de sus viajes de exposición en Berlin y Colonia y se detuvo en Segovia para pintar los Jardines de San Ildefonso. Al acabar ya era otoño y llegó a Valencia realizando obras de la Malvarrosa y el puerto. Al llegar el mes de diciembre, como es lo habitual en las fiestas de Navidad, la familia Sorolla las quiere pasar en casa de sus padres adoptivos, que tanto habían hecho por él y su hermana al fallecer sus padres cuando muy de pequeños la epidemia de cólera acabó con sus vidas.

Uno de los días lo pasan de celebración para unir las dos familias, la del fotógrafo y la del pintor, y de ahí la fotografía en la casa del fotógrafo, en la entonces Bajada de San Francisco, número 10

Antonio García Peris era un buen fotógrafo y gracias a su técnica tan depurada ha podido conservarse esta fotografía en el estado que está. No obstante, gracias a la tecnología de hoy en día, y para la exposición de 2017 ”Sorolla y su paraíso” se restauró digitalmente. Se le dio nitidez a la imagen trabajando las densidades de luz para obtener todos los detalles de la escena.

Es una foto, aunque bien podría ser un cuadro del pintor. Una fotografía en la que los componentes sabían posar, y así lo hicieron, como una escena íntima familiar.

En la misma celebración se hicieron dos tomas diferentes, con cambios de lugar. La digitalización de la fotografía en color que encabeza el texto, muestra hasta el mínimo detalle.

Alrededor de una mesa, en la que parece las plazas sean las justas, se muestran los invitados que parece que se habían servido infusión o café, dependiendo del tamaño de la taza. La mayor parte sentados. Una lámpara de gotas de cristal daba el punto de iluminación y sobre la repisa del Hogar aparece un reloj de bronce entre dos jarrones chinos. Un paraban de estilo oriental separa la estancia en dos zonas. Paisajes de mar adornan la pared de tela de seda.

Una bonita mecedora para Joaquín que con unas cerillas trata de encender un puro pareciendo absorto de cualquier conversación. Tres mujeres tras él, de izquierda a derecha, su hermana Concha, su cuñada Pepita con delantal blanco, y su esposa Clotilde, que parecen comentar sobre el contenido de las tazas, a lo que Antonio García mira con interés permaneciendo en pie. Parece que en conversación distinta está la esposa del fotógrafo junto a éste, con semblante risueño junto a la tía Isabel, madre adoptiva de Sorolla, hermana de la madre biológica del pintor. Siguiendo orden viene el cuñado, que bromeando podría decir “el que no falla en ninguna celebración”, sólo como para hacer la foto más familiar. Haciendo el vértice de la mesa ovalada, el hijo de Sorolla, que en ese momento tenía 15 años. Al dar la vuelta, por delante, y al lado de su hermano, la hija mayor del pintor, María con 18 años, y a continuación de esta y mirando con complicidad a su hermana la pequeña del matrimonio de 12 años. Hay que decir que en la fotografía Sorolla y su esposa llevaban 20 años casados.


En la segunda fotografía que permanece sin digitalizar en el Museo Sorolla, como ya he comentado antes, la alteración de los puestos es evidente. La mecedora la ocupa la cuñada de Sorolla e hija de García, mientras que su marido está de pie junto al pintor. El fotógrafo le ha quitado el sitio a María, y María le ha quitado el sitio a su hermano Joaquín.

Imagino que ya no se mirará esta fotografía de refilón, porque como todas, hay que afinar la agudeza visual para entender muchas cosas aunque no hablen.

Texto de Amparo Zalve

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