domingo, 7 de julio de 2024

DE LAS PIELES Y MADERAS AL PASEO ROMÁNTICO

Postal de época

Estamos viendo un camino estrecho y ajardinado al estilo romántico valenciano.

En aquellos momentos nadie podría pensar que un lugar extrarradio de la ciudad, del que solo a su paso se notaba la emanación fétida de las pieles de los animales, se convertiría en un agradable paseo junto al río Turia.

Este jardín, más que por jardín, radica en interés por su historia. La más antigua es de la Valencia musulmana, pasando por la cristiana y hasta 1830, año en el que el Barón de Hervés dijo que ya estaba bien que sufriera de tanta inmundicia.

Yendo hacia atrás, era el lugar propicio para dos cosas, e imaginando el tramo ajardinado podremos situarnos en el tiempo.

Archivo Municipal

Imaginemos cuando todo era un terregal con desniveles, desde el Puente de San José hasta el Puente de la Trinidad, pasando por el de Serranos. Avanzando un poco más en el tiempo ya estaríamos viendo la muralla cristiana cercando la ciudad por detrás del pretil del río. Justo comprendiendo medio tramo del citado y entre la puerta de San José y la de Serranos, tras la gruesa muralla trabajaban los curtidores de pieles, bajo el gremio de los Blanquers. Un pequeño portillo en el muro dejaba paso hacia un terraplén que descendía al río, y a un ramal de la acequia de Rovella. Con ello aprovechaban para lavar las pieles, y extendidas blanquearlas, por eso lo de Blanquers. El olor se hacía imposible, y no solo en el sitio, sino que imaginemos un día ventoso o de ponentazo, como se podría extender por toda la ciudad.

Por otro lado, a la altura del Puente de San José, el cauce del río hacía una curva muy pronunciada, situación que aprovecharon los madereros durante el siglo XVIII para usar como almacenaje de troncos. Aquí la situación era otra, pues imaginaremos las ratas, el acumulo de inmundicias circulantes de las aguas del río y además la proliferación de menesteros y maleantes.

¿ Qué pasó? Pues que llegó el Barón de Hervés, corregidor de Valencia, en 1830, hizo trasladar ese deposito maderero y limpiar esos terrenos. ¿ y cual sería la mejor manera para ese saneamiento? Crear unos jardines de esparcimiento, “las Alameditas de Serranos”. También hay que pensar que los Blanquers ya se habían ido un siglo antes, en el XVII.

Así el tramo de Puente de San José hasta el Puente de la Trinidad estaría partido en dos partes con un eje central que era el Puente y las Torres de Serranos, las Alameditas Nuevas y las Alameditas Viejas.

Pero faltaba algo importante, salvar el desnivel del terreno, y esto llegó siete años después, en 1837, con unas amplias escalinatas entre puentes, el de Serranos y el de la Trinidad, rematadas por dos esfinges de piedra una a cada lado.


Archivo Municipal

Como siempre, y el paso de los años, el paseo ha ido cambiando. Las esfinges de un sitio para otro, un estanque que se convirtió en fuente, y los árboles, unos por viejos, otros por riada, fueron despareciendo. Uno queda de ellos, una acacia. Pero al menos la esencia gráfica es lo único que se puede mantener, y aquí se muestra.

Texto de Amparo Zalve

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