viernes, 21 de junio de 2024

UN AÑO DE REFORMAS EN LA PLAZA EMILIO CASTELAR

 

La fotografía gira durante un animado y soleado día del año 1928. Era la plaza de Emilio Castelar de entonces cuando se reunían en torno a la estatua dedicada al pintor setabense José de Ribera. Unos al sol, otros a las sombra, sentados o en pie, podían muy bien estar comentando las obras que un poco más allá, tras sus espaldas, se estaban ejecutando para crear una plaza novedosa, puesto que la gran reforma de Goerlich estaba levantando sus cuatro metros al otro lado de la plaza para construir su “Tortada”.

Aún así, el pintor todavía compartía plaza con el Marqués de Campo, cuya escultura con fuente llegó más tarde que él, pero también se fue después. El caso es que los dos ya duraron poco ahí. El pintor se fue en el treinta y uno, y el Marqués en el treinta y tres.

También pudieran estar opinando sobre los edificios monumentales que estaban repoblando la plaza, que a costa de derribos, del 1927 al 1933 ya se completarían.

Llama la atención el florista que con esfuerzo porta sobre su hombro izquierdo un gran manojo de flores. De alguno de los kioskos orientales, al estilo japonés que habían poblado la plaza desde hacía ya cuatro años atrás. A la derecha de la fotografía se ve uno de estos kioskos de flores.

Curioso es saber que el pintor desde los diecisiete años que había partido hacia Italia ya nunca más volvió, eso sí, lo que hacía era firmar sus obras como hispanus, valentinus y setabensis.

Este pintor nacido a finales del siglo XVI, se había hecho con una calle muchos años antes (en 1872) cambiándole el nombre a la calle Nueva de Pescadores, para después recibir su estatua “viajera”. Ahora ya luce tranquilo en la plaza del Poeta Llorente.

Texto de Amparo Zalve

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