sábado, 29 de junio de 2024

LAS NIÑAS DEL ASILO DE NTRA. SEÑORA DEL CARMEN


Sor María Delfina, Hermana Hospitalaria, venía mucho por Valencia a postular o pedir limosna para un asilo de Barcelona. En uno de sus viajes a la capital conoció a Dña. Eugenia Viñes que había enviudado, y como no tenía descendencia dedicaba sus recursos caritativamente a la gente necesitada. En la mente de Dña. Eugenia estaba hacer un asilo para niñas huérfanas y pobres, aún así escuchó la proposición de la Sor y dedicaría el asilo para acoger a las niñas que estaban sufriendo las consecuencias del mal de la Polio que tantos estragos estaba haciendo.

Dña. Eugenia adquirió unos 450 metros cuadrados junto a la playa de la Malvarrosa, poniendo la primera piedra un verano de 1916, aunque tardó tres años en acabarse, en otro verano de 1919.

El objetivo era dar acogimiento gratuito a las niñas raquíticas, escrufulosas y lisiadas, así es como se rezaba. Las que no tienen cabida en ningún otro lugar u hospital. También las que no podían asistir a escuelas, ni aprender arte ninguno en taller debido a sus deformidades y a sus llagas.

El centro se ocupó pronto por Hermanas Hospitalarias a cargo de una Madre Superiora de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.


La vida se desarrollaba con diferentes actividades distribuidas para todo el día, a excepción de las que tenían que guardar cama. Alternaban los paseos, las clases y otras ocupaciones, todo ello con el fin de contribuir al desarrollo físico y a utilizar la capacidad e inteligencia.

El asilo se sostenía de limosnas y donativos, bien en especie o en metálico, así como ropa y mobiliario. Las niñas siempre rogando por el bienestar de sus bienhechores.

Al alcanzar la edad competente, la Supervisora cuidaba de su colocación. En el caso de encontrarse completamente desamparada, o que no quisiera volver con sus padres, o también que pudiera encontrarse huérfana de padre y madre sin opción tampoco a colocación, la Superiora la conservaría en el asilo.

Pasaron varios malos momentos. Uno durante la Segunda República y la Guerra Civil, viéndose algunas de las monjas encarceladas y cerrando puertas del asilo, y otro en la riada de 1957. Tuvieron que empezar de cero por esas dos veces. En 1966 y debido a que la Polio ya estaba erradicándose, el asilo cambió su función como centro sanitario de Traumatología y Rehabilitación en concierto con la Seguridad Social.

Texto de Amparo Zalve

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