martes, 20 de febrero de 2024

LOS TRES DÍAS DEL CORPUS

 

Esta fotografía de 1904 refleja el interés de la gente por presenciar la procesión en el día del Corpus.

En años que el mayor aliciente estaba en las calles, cuando llegaban los tres días, la víspera, el jueves y la octava, la gente se tiraba a la fiesta en la que grandes y pequeños disfrutaban de sus dos aspectos fundamentales: La representación de los autos sacramentales y la procesión en sí misma, mezclando así lo religioso con los profano.

Tal y como se aprecia en la fotografía, las calles se engalanaban decorando los balcones, la música y la danza junto a las figuras festivas de los Gigantes y las Gigantillas o enanos.

Sobre un fondo con la Basílica de la Virgen entoldada para la ocasión, en la plaza del mismo nombre, la comitiva se desplaza por el inicio de la calle Caballeros, dejando a la izquierda el Palacio de la Generalitat. Entre la plaza y el palacio todavía hay una vivienda, seguramente particular. Nos da una pista sobre el año en cuestión ya que en 1940 se procedió al derribo de las casas circundantes hasta llegar a la plaza de San Bartolomé. La muchedumbre atónita ante la esperada aparición de los gigantes, y hasta algunos se plantan delante como desafiándolos. Desde el balcón del palacio vestido para la ocasión, se asoma una mujer, que parece sujetar a un niño evitando el disgusto. Y como curiosidad ese balcón se hizo para poder ver bien desde ahí la procesión del Corpus en el edificio de origen.

Aparecían los Gigantes con las manos moldeadas en pasta o cartón, y las estructuras en madera , pero mimbre para dar las forma al busto y en los aros de las faldas para su volumen. Eran todo hombres, aunque daba igual porque representaban tanto al género masculino como al femenino, multirraciales, españoles, negros, turcos y gitanos. Gigantes de brazos pegados al cuerpo, rígidos, y otras veces eran articulados, portando objetos que resaltaban su representación, como coronas, abanicos o espadas. Los turcos con turbante, los negros con collar y pendientes de aro y para los indios plumas, porque también había algún indio. Danzaban sobre sus robustos armazones acompañados de los cascabeles de las Gigantillas. Y ya en el siglo XVIII portaban sombreros de tela y pelucas de pelo natural o de cáñamo, además que dejaron de ir detrás de los Gremios para ir delante de la procesión, tanto los Gigantes como las Gigantillas, y todos ellos bailando la Danza y el Fandanguet.

¿Hacia dónde se dirigirían después ?

Texto de Amparo Zalve

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