LA PLAZA DEL MICALET PARA EL DÍA DE LA ASCENSIÓN

 

Esta fotografía del año 1960, nos sitúa en la plaza del Micalet, eje central de la calle Bordadores, calle del Micalet, y las ya desaparecidas calles Zaragoza y Campaneros, tras la remodelación para la plaza de la Reina.

Junto a la puerta de los Hierros de la Catedral, y pegados a la pared del Miguelete hay varios vendedores de loza y barro. Al llegar, desenvolvían sus bultos de los grandes trapos, exponían el género, y amontonaban las telas, o en este caso , una de ellas incluso extendida en una de las paredes del Miguelete, bajo unas letras que no parecían respetar la importancia de lo antiguo, por avisar que se respetara ( Prohibido fijar carteles).

Junto a una vieja farola, una señora mayor que viste con la ropa que solían vestir las de pueblo, las de donde el barro se trabajaba, organiza cazuelas de barro, porque el barro es lo mejor para el arroz al horno, y tras la marabunta de cazuelas un pequeño acompaña a su abuela para la venta.

A su lado se ha instalado un hombre mayor, que a pesar de la época del año parece que tiene frío, bufanda al cuello y recibiendo los rayos de sol, avisa con el reclamo de una gran campaña blanca de barro con el asa de madera pintada de rojo, para que los niños festejen la fiesta del Señor, la de la Ascensión, agitando sus campanitas al son de las campanas del Miguelete. El agua fresca del botijo mientras tanto le calmaría la sed.

Dos mujeres, una de ellas con el delantal propio de una tienda de alimentación, habían dado la curva estrecha de la calle del Micalet para adentrarse en la pequeña plaza del mismo nombre, sin advertir que en cualquier momento el tranvía 11, podría estar pasando por esa curva. Y al fondo un hombre se detiene en su paseo delante de la tienda de material eléctrico de Miguel Torres, en el número 6 de la plaza, que vendía bombillas de buen rendimiento, con calidad y economía, de las que lucen mucho y gastan poco, esquina con la calle de Bordadores. Al lado asoma el 8 y el 9, ocupando los bajos de la antigua Casa del Relojero, la de los tejidos de Cesar Navarro, y la del Hijo de Pedro Sánchez, de imágenes religiosas y cerería.

Texto de Amparo Zalve