jueves, 2 de noviembre de 2023

EN LA PLAZA DEL CARMEN

 

¿Dónde estamos? ¿Qué es lo que vemos? Y en que época...

Con la desamortización de Mendizábal el convento del Carmen se fracciona. Por una parte la iglesia, por otra las capillas de la Comunión y del Carmen con su campanario, y el resto de las dependencias que formaba el convento se convierten en Museo de Bellas Artes para el 1838, y diez años más tarde en la sede de la Academia, constituyendo la nueva parroquia de la Santa Cruz.

Por lo tanto, y aunque la vista en la fotografía no nos llegue al interior, imaginaremos que al paso por el lugar estaría creándose arte, donde antaño, desde la conquista de Valencia, el rey Jaime I creó catorce parroquias para la ciudad siendo esta una de ellas.

Puesto que en la fotografía lo que se ve es la fachada, y solo una pequeña parte de ella, me limito a describir unos apuntes: 

Eran los años veinte cuando en las huertas de los alrededores de la ciudad se cultivaba mucha flor regada por la cantidad de acequias existentes, flores que las propias mujeres que las cultivaban luego vendían en los mercados, las servían en la Batalla de Flores, incluso los días de fiesta en las entradas de las iglesias.

Junto a la fachada de la parroquia de la Santa Cruz, y a la salida de misa, incitaban a los fieles devotos, y a los que por la plaza del Carmen pasaban, a comprar sus frescas flores recién cortadas ofreciéndolas desde sus grandes cestos. La gente se dirige hacia la calle Museo, por delante la fachada, por su parte inferior.

Archivo Municipal

De la grandiosa fachada de esta parroquia hay que decir que fue realizada en dos fases, en lo que en año se refiere. El cuerpo inferior que es lo que se ve es de la primera mitad del siglo XVII, y así se quedó hasta llegar el siglo XVIII, que ya se añadió el segundo cuerpo, al cual no podemos llegar, eso si, algo más recargado. Vemos tres columnas de estilo jónico estriado a cada lado de la puerta, esta adintelada, apoyadas en un zócalo. En la parte de arriba del dintel de la puerta está el escudo de la Orden del Carmen. Entremedio de las columnas, a ambos lados se presentan unas hornacinas vacías, desprovistas de alguna imagen religiosa. 

La delgada acera que apenas se diferenciaba del empedrado de la calzada daría paso a la tarde, dejando un rastro de pétalos marchitos y hojas mojadas.

Texto de Amparo Zalve

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