Una fotografía un tanto misteriosa, no por lo que acontecía en el lugar, Ca. 1940, sino por la figura algo fantasmagórica del ciclista que aparece entre miembros de distintas familias en su paseo veraniego por la creada gran vía del ensanche valenciano unos años atrás, la Gran vía Marqués del Turia.
La fotografía se sucede en la confluencia de la calle Pizarro, la cual aparece a la izquierda. En una vía grande donde durante el paseo se podían encontrar edificios modernistas como el de Casa Ortega, Casa Berona, el Edificio Chapa o Casa Pons, y cuando en unos preciosos candelabros de hierro fundido sustentaban farolas de gas unos grifos alados.
Una avenida ancha con un ajardinamiento en el centro que había diseñado Francisco Mora en 1907, dejándolo segmentado en la confluencia de las calles.
El agraciado sol de la tarde temprana nos muestra el paso rápido de un matrimonio joven con un niño que va seguido por la abuela, al cruce de una avenida exenta de tráfico rodado, tal vez para llegar a la calle Pizarro o simplemente para cruzar de una parte a otra. Mientras, con un paso algo más lento, el de paseo, cuatro miembros de una familia, matrimonio y dos hijas, acaban de adelantar al grupo escultórico de piedra, y bronce para el homenajeado, el poeta Teodoro Llorente, entre magnolios y ficus, levantado en el lugar en 1913, y que da un aire romántico.
Quizás la vieron por primera vez, quizás no, pero nada de ella les dejó indiferente. Rodearla significaba entrar un poquito en la vida del poeta con los simbolismos a los que hacía alusión. Un hombre que toca un tabalet y otro la dulzaina, Fausto y Margarita, porque era traductor de textos extranjeros, una niña con una tinaja de miel por un regalo hecho al poeta, y una mujer desnuda con una lira como alegoría de la poesía.
Un detalle que pudieran no conocer es
el de la figura tras él , el de una mujer vestida con el traje de
valenciana, la cual está coronando al poeta. Es la de Rosita
Rodrigo, mujer que se empleó como modelo, conocida por ser una de
las ganadoras del certamen de belleza en la Exposición Regional de
1909, y se encuentra con una corona de piedra sobre la cabeza del
poeta, evocando a la imposición de la corona de plata con forma de
hojas de laurel de que había sido objeto Teodoro Llorente en la
Exposición.
Remata la fotografía la figura de un hombre que busca la sombra bajo uno de los ficus.
Texto de Amparo Zalve
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