lunes, 9 de octubre de 2023

FIESTA DE LA REAL SENYERA

Archivo Municipal

Imagen en el interior del Ayuntamiento en los años 30 antes de la bajada desde el balcón el día 9 de octubre.

El "9 de Octubre" se fija en el calendario con sentimiento de conservar algo existente celebrando los orígenes de la Valencia cristiana.

Pero su celebración costó nada menos que un siglo después. Era lógico porque tuvieron que pasar muchos años para la repoblación de los cristianos, y que estos tomaran su organización social y económica.

Como suele ocurrir la mayoría de veces, cuando nos damos cuenta de que toca un centenario es cuando la fiesta empieza. Así ocurrió, llegado el año 1338, y encima era la fiesta de Sant Dionís. Ese día 9 de octubre la fiesta fue de carácter religioso con una procesión desde la Catedral a la iglesia de San Vicente Mártir (La Roqueta) y se hizo eterna.

Había que darle un ambiente más festivo, y más en Valencia que de fiesta saben los valencianos. El Consell Municipal pensó en ello dándole un vuelco a la celebración, y ya convertida en verdadera diversión salieron a la calle las agrupaciones de gremios, parroquias, músicos y juglares y prohombres que escoltaban la bandera, la Real Senyera. Hasta Sant Jordi convirtió en parada obligatoria la iglesia donde se le veneraba, que estaba en aquel momento por lo que ahora es calle de las Barcas, teatro Principal y hotel Astoria. La procesión acababa con la milicia local y el Centenar de la Ploma custodiando la Real Senyera.


Saliendo de la Catedral después de bendecida la nueva Senyera. Se confeccionó una copia exacta para que el paso del tiempo no influyera en su estado de conservación.

Orgullo patrio que iba creciendo año tras año hasta que en 1428 los trabajadores no acudían al trabajo ese día, ni el comercio abría, porque se había declarado festivo, cayera cuando cayera la fecha en el calendario, ya no se haría como antaño que se guardaba para el domingo más próximo al día 9 de octubre. Además el Santo se pondría contento porque con él se demostraba el amor valenciano al coincidir su día en el que las enamoradas recibían dulces de mazapán de sus enamorados, aunque ni que decir tiene que alguna se enteraría ese mismo día por el detalle al recibir esas mini figuritas dulces con formas de productos de la huerta y muchas veces acompañadas del Tronador y la Piuleta. De estos últimos me quedo con la relación que tenían las autoridades municipales para recibir a los reyes, que lo hacían con bandeja de plata en la que se desbordaban dulces y se acompañaba de un disparo de fuegos artificiales. Por cierto que para este primer día festivo del calendario valenciano vino el rey Alfonso el Magnánimo siendo él el que organizó el majestuoso fiestón. Desde ahí, y cada año la costumbre era de comprar petardos y tirarlos desde las azoteas de las casas la víspera.

Y llegamos a 1538. ese 9 de Octubre la Real Senyera salió desde la Casa de la Ciudad hasta la Catedral. Se sacó por la ventana y se le entregó al justicia criminal en la plaza de la Seu, al tiempo que se escuchaba una descarga de arcabuces por el Centenar de la Ploma para después introducirse en la Catedral junto al altar mayor, siguiendo un oficio religioso con un sermón íntegramente en valenciano. La bandera regresó a la Casa de la Ciudad, a la vez que en la plaza del Mercado se hacían representaciones en forma de sainetes. Y seguían los festejos por la tarde, procesión, las calles engalanadas, recargadas de motivos florales y altares callejeros referidos al Santo patrón y mártir valenciano San Vicente Mártir, tocaba ir hasta la Roqueta. 

Al día siguiente otra procesión más, pero solo por la mañana, con los gremios portando sus estandartes, y carros grandes con representaciones teatrales acompañados de músicos, mimos y efectos especiales de luz y danzas. Al Centenar le seguían gigantes y cabezudos, el clero, y las autoridades civiles. Portaban también las reliquias de Sant Jordi y Sant Dionís. Parte de la comitiva se “alargó” hacia la Cruz Cubierta para honrar el lugar donde se supone que se depositó el cuerpo martirizado del patrón valenciano.

Para qué seguir si uno ya se lo imagina cuando quedaban tantos años hasta lo actual, y la fiesta de la enseña valenciana iba modificándose según la historia la mecía. A veces con sesgo político religioso, otras más que religioso, político, y algunas ultracatólico.

Lo importante es que nunca se pierda el sentido ancestral y la fiesta como reflexión de nuestro origen cristiano.

Texto de Amparo Zalve

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