Hecho que no podía pasar por alto al joven arquitecto Demetrio Ribes fue el de igualar arte, tanto dentro como fuera, en la construcción de la nueva Estación del Norte de Valencia.
Para el caluroso 8 de agosto de 1917, día de la inauguración , la estación ya mostró su modernismo al estilo Secessión Vienés, mostrando a sus visitantes un “Patio de Salida” casi al completo, casi, porque la verja todavía no cerraba la totalidad del perímetro, tal y como se pretendía finalizar cerrando la U, al menos, la zona a la que nos referimos, la del “Patio de Salida” sí lo hacía.
Cualquiera que fuera a coger un tren se topaba con una decoración de fachada con escenas costumbristas, colorida, con flores, naranjos, permitiendo al viajero llevarse un grato recuerdo de la ciudad.
Dos accesos, los que recaían a la calle Játiva en este patio, para que al girar a la calle Bailen la verja cortara el paso exterior con el “Patio de Llegada”, y a su vez con el de mensajerías y otros cuerpos laterales.
Ese día el número de farolas era de cinco, con el mástil de acero hueco pintado, asentadas sobre un zócalo de piedra artificial revestido con trencadís de mármol blanco. Las lámparas eran de sombrero metálico y bombilla.
Vuelve el trencadís para la verja, porque esta se asienta sobre hormigón revestido de trencadís de mármol blanco, con muchas mermas resultantes de la ejecución del suelo del vestíbulo y del café restaurante. Se forman larguiruchos pináculos de acero hueco, unos más largos y otros más cortos.
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