Todo cambia, algo queda... Así queda en el recuerdo una feria, en un lugar de lo más concurrido a finales del siglo XIX y principios del XX por la burguesía valenciana que recorrían la Alameda de cabo a rabo con sus carruajes y sus landós.
Pero llegaba el verano y por el calor estival esta misma burguesía abandonaba la ciudad y a los comerciantes les bajaban mucho las ventas. Tuvieron entonces la gran idea de organizar una fiesta a finales del mes de julio con el fin de que aguantaran el salir de veraneo algo más de tiempo. El gremio de comerciantes en 1871 se ocupaba de organizarla sirviéndose de improvisados pabellones con representación de las instituciones más importantes, en los que se ofrecían bailes y estrenos de teatro en mayor parte.
Al tiempo la feria tomó un matiz más popular. Los pabellones de monta y desmonta se hicieron más grandes, incluso había un espacio exterior en la Alameda para que los de sin entrada se desmelenaran al son de las canciones de Karina, Los Brincos, El Dúo Dinámico, Gelu, y como no, El Titi, Pepe Marqués o Rosita Amores. Artistas que ocupaban las programaciones de los distintos pabellones palaciegos de las entidades económicas y sociales dominantes del momento. En 1942 la Junta Central Fallera tomó parte en la feria con un pabellón, y año tras año se le fueron uniendo pabellones de distintas fallas. Ahora ya la organización la llevaba el Ayuntamiento de Valencia.
A los bailongos del interior de los pabellones se les unía desde el anochecer una muchedumbre deambulando alameda arriba, alameda abajo, donde el polvo de la tierra se adhería fielmente a los zapatos. Familias con niños y cenas en mano, otros, los jóvenes que entre pabellones buscaban a las señoritas que en número de tres a cinco sonreían felices con sus cabellos cardados, vestidos bien ceñidos al cuerpo y zapato de tacón plano con lacito negro, aunque también era fácil ligar con las extranjeras que venían por los cursos de verano. En realidad no era difícil, solían ofrecerles una panoja, o una vaso de horchata fresca.
Todo acaba, algo queda... pero una Alameda que se queda sola en el mes de julio.
Texto de Amparo Zalve
No hay comentarios:
Publicar un comentario